— ¡MIERDA, SEOKJIN!
Resoplé, indignada y solté el bajo.
— ¿Se puede saber en qué demonios piensas? Todos estamos sincronizados y tú sigues tocando por tu puto lado.
—Ya, ya, ya... Lo siento, de verdad. No vuelve a pasar. —se disculpó Seokjin.
Yoongi parecía a punto de romperle la guitarra en la cabeza, así que decidí intervenir.
—Oye, tranquilo. Comencemos otra vez, desde arriba... Y si Seokjin la vuelve a cagar seré yo quien le meta la cabeza del bajo por el culo, ¿sí?
Llevaba unos meses tocando con 'Magic Man', la no-tan-apestosa-banda de Yoongi. Al final resultó que sí eran buenos, y la paga... Bueno, no podía decirse que me estuviese forrando de dinero, pero al menos podía ocuparme de mí misma. Tocábamos en todos los lugares que pudiésemos cubrir, y tocábamos toda la música que supiésemos. Yoongi tenía una voz rota que me encantaba escuchar y Seokjin, a pesar de su afición de hacer enojar a Yoongi a cada momento y de seguir su propio ritmo, era un guitarrista bastante decente.
—Hyeju, toma el micrófono un segundo. Debo hablar con Holly. —dijo Yoongi señalando el teléfono que tenía pegado a la oreja y se alejó.
—Uh... Bueno. —asentí y miré a Woozi, el baterista, para que indicase el inicio de la canción.
Era raro estar en el escenario. Bueno, no era tan raro cuando eras bajista y alguien más se encargaba de ser el centro de atención, pero cuando te tocaba a ti... Sí que era algo. Incluso si era en ocasiones como esta, que en realidad no había nadie en Daewchita, a excepción de gente acomodando cajas de cerveza en el almacén, era una sensación nueva para mí, no importaba cuántos meses llevase haciendo esto ni en cuantas bodas, o fiestas de quinceañera hubiésemos tocado. Me pregunté si algún día me llegaría a acostumbrar a esta sensación, cuando Yoongi regresó.
—Chicos, debo ir a por Holly. —anunció este, sosteniendo el teléfono en la mano todavía. —De verdad lo siento.
—Oye, hombre, no te preocupes. Nosotros entendemos. —le aseguré, al tiempo que Seokjin y Woozi asentían.
—Uh... Bien. Gracias, muchachos. Nos vemos el miércoles —Yoongi se apresuró a guardar sus cosas, pero lo detuve con un gesto de la mano.
—Anda ya... Yo me encargo de esto.
Yoongi me miró como si quisiera agradecerme de rodillas.
—Gracias, Hye, te debo una. Si algo desaparece del refrigerador de cerveza me haré el tonto, ¿sí?
—Sólo vete ya. —dije, pero no pude evitar reír.
Lo observé irse e hice una mueca. Holly era la hija de Yoongi y no me agradaba la idea de hacerla esperar sólo porque su padre estaba guardando sus cosas. Después de todo, yo sabía lo difícil que era tener padres divorciados. Peor aún, sabía cómo era eso de tener a una madre desaparecida y a un padre ausente. Por lo menos Yoongi era ejemplar hasta donde se podía ser, dadas las circunstancias y sentía un profundo respeto hacia él por ello.
— ¿Quieres un aventón, Hye?
Seokjin el 'Worldwild Handsome' me miraba con su sonrisa-de-idiota-marca-registrada y le sonreí también. No parecía en absoluto molesto porque Yoongi le hubiese gritado un rato antes; todos comprendíamos bien por qué estaba tan irascible... Además de que Seokjin sí que la cagó en sus tiempos.
—Claro.
Terminamos de guardar nuestras cosas y las de Yoongi. Nos despedimos de Woozi y salimos. La noche ya estaba bien entrada y contemplé la luna antes de subirme al automóvil de Seokjin.
Entre tocar con Magic Man, tocar aún de vez en cuando en la playa y trabajar de mesera ocasionalmente podía costear un minúsculo departamento... Y no se confundan: el hecho de que yo pudiese pagarlo era prueba de lo malo que era y en qué parte de la ciudad estaba. Con todo, yo no evitaba sentir alivio al estar de vuelta por fin y solté un suspiro contento al tiempo que metía la llave en la cerradura. Me quité la ropa despacio, con desgano y la dejé desperdigada por todas partes, no queriendo nada más que meterme en cama de una vez y cuando me tapé la sábana sentí algo raro.
— ¡Mier...!
Una mano me tapó la boca.
—Guarda silencio, ¿sí? Ya estoy harta de ver luces de policía y esas cosas.
Heejin pegaba su cuerpo contra el mío, con su mano impidiéndome emitir cualquier sonido. Me relajé bajo su tacto, pero aun así la aparté con brusquedad.
— ¡Heejin, qué demo...!
Pero no alcancé a terminar mi frase porque sus labios chocaron contra los míos.
—Me encanta que actúes tan sorprendida de verme.
—Te he dicho ya que no te sigas metiendo sin avisar.
—Y yo te he dicho ya que arregles el puto seguro de esa ventana. Al menos yo tengo permiso de venir, ¿o no?
Suspiré por segunda vez en una hora, ¿era eso un indicativo en mi vida?
—Sí, Heejin, tú tienes permiso. —Y dicho esto se acomodó encima de mí para que yo rodease sus muslos con mis manos.
Pronto se me olvidó lo de mi ventana, que Heejin se hubiese metido sin más, lo horrible de mis condiciones y todas esas mierdas. Me di cuenta de que la doctora Jeon en realidad no hacía que su hija trabajase en el hotel porque de verdad estuviese en crisis o porque necesitara de tanta ayuda, sino porque quería gastar un poco de su energía y ver si así se volvía un poco más domable. Hasta la fecha yo no sé cómo es que tenía tantos ánimos entre la escuela, el Hotel Loona e ir a visitarme regularmente.
Así transcurrían mis días: entre las prácticas de la banda y entre las piernas de Heejin. No estaba tan mal, en realidad. Heejin podía hacerte olvidar las ventanas sin reparar, los éxitos no alcanzados y los amores no correspondidos. Supongo que todo músico, compositor, escritor o algo parecido necesita a su propia Heejin para sobrevivir, no dejándose absorber por sus emociones.
No amaba a Heejin, pero por dios, qué bien se sentía ella, su piel, sus labios.

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Cherry Popper | Hyewon
General Fiction[AU] Park Chaewon es la presidenta de Blockberry Creative, una importante cadena comercial de golosinas, quien hace declaraciones homófobas en estado de ebriedad. Cuando esto afecta la imagen de su compañía, ¿qué desesperada acción puede cometer ell...