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— ¿Estás terminando conmigo?

—Estoy diciéndote que no puedo verte más. Para terminar, tendrías que haber sido mi novia y nunca insinuaste que era eso lo que querías.

— ¡Pues tú tampoco insinuaste no haberlo querido!

— ¿De qué hablas? Todo lo que hacíamos era tener sexo, ni siquiera sé de dónde eres.

—Es por esa millonaria closetera, ¿no?

—Sana, no...

—Seguramente no cree que le coman el cuento de su relación falsa si te ven conmigo, ¿verdad?

— ¿Qué? —aquello me confundió. —Oye, ella y yo no tenemos una relación ni falsa ni verdadera.

—Ay, por favor. —se rio. —Yo ya no sé si tú y ella son amigas, novias o qué, pero ¿qué más da? Búscame cuando se termine. Y para que sepas, si vuelves te haré cosas que...

—Adiós, Sana.

Terminé la llamada y bajé del vehículo, caminando con prisa hacia el elevador del estacionamiento y pulsando el botón al último piso. Me apoyé contra el frío metal de la caja y me froté los ojos. La llamada con Sana me puso más nerviosa de lo que quería admitir, pues me daba a entender que la gente inventaba el cuento que más le parecía a la hora de hablar de mi relación con Chaewon. Nadie se podía creer la historia de las viejas amigas reencontradas que ahora además tenían una relación profesional. Es que era sólo cuestión de observar un poco para ver a través de esa mentira. Ya hasta nos habían puesto un portmanteau para nombrar a nuestra hipotética pareja: Hyewon. Solté un gruñido. La situación comenzaba a salirse de las manos y lo único que me preocupaba a mí era qué proceder tendría Wonnie. Yo ya había dejado todo en ella y era suyo el movimiento decisivo.

Era la cuarta noche que pasábamos juntas. Era tan extraño estar viviendo eso después de habernos limitado a todos esos encuentros furtivos de la adolescencia y ahora la adultez que fue totalmente ajeno estar en la tranquilidad de una habitación, sin padres alrededor, sin novios, sin tener que ocultarse.

Sonó la campanilla que indicaba la llegada del elevador de su destino y salí como una exhalación después de verificar mi aspecto y enderezarme la ropa con ayuda de mi reflejo en el metal... Gran tontería si se considera que en realidad lo más probable era que terminase sin ropa unos minutos después, pero no podía evitarlo.

Toqué la puerta y Chaewon abrió, asomándose ligeramente.

— ¿Por qué tardaste tanto? —reprochó. —Entra antes de que alguien te vea.

—Tuve que ocuparme antes de un asunto. —respondí y le iba a decir que nadie en absoluto podría verme en un piso que estaba habitado únicamente por ella cuando vi que estaba en ropa interior. Ella sonrió al ver mi gesto y saltó para que yo la sostuviera por las piernas. Me besó con premura y bajó por mi cuello. —Bueno, si hubiera sabido que estabas tan lista para verme me habría dado más prisa.

Así había sido los días anteriores después de esa sincera plática: yo llegaba y pasaban segundos antes de que la ropa quedara desperdigada por el suelo, olvidada por completo junto con todo lo demás. Christopher no iba a estar fuera toda la vida y más nos valía aprovechar cada minuto que tuviésemos a solas... las preocupaciones podían esperar, porque al fin y al cabo en algún momento volverían y con más fuerza que antes.

La llevé hasta la cama y me quité la ropa, ayudada por ella hasta quedar en interiores al igual que ella. Las cosas subían con intensidad a una velocidad vertiginosa y por eso casi nos permitimos ignorar que alguien tocaba la puerta.

— ¿Es en serio? —Chaewon estaba encima de mí y se levantó enfurruñada, echando un vistazo al reloj que había en la mesita de noche. Marcaba las ocho menos cuarto. Volvieron a tocar la puerta y ambas nos quedamos heladas al escuchar quién era.

Cherry Popper | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora