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— ¡Te estoy diciendo que no entiendo nada!

Hyeju aventó su bolígrafo hacia la libreta sin delicadeza alguna, cerrando el libro de texto que estábamos usando para estudiar. Se cruzó de brazos e hizo un mohín que para horror mío me pareció de lo más adorable. Yo hice un breve ejercicio de respiración para tranquilizarme, aunque en el fondo me compadecía de la frustración que ella parecía estar sintiendo. Tomé el libro y lo abrí de nuevo, recordando la página exacta en la que estaba previamente.

—No es tan difícil, Hyeju, es algo muy sencillo, en realidad... es una alegoría, incluso.

—Si alguien me menciona una 'mano invisible' pienso en... no lo sé, fantasmas. —dijo alzando las manos y resoplando. — ¿A quién se le ocurrió una metáfora tan estúpida?

—A Adam Smith, y es un concepto bastante simple que debes comprender si esperas aprobar el examen... No lo entiendo, hace unas semanas parecías captar la idea bastante bien.

—Hace unas semanas te tenía encima de mí, restregándome el libro en las narices. Era imposible no aprenderse las cosas si te la pasabas molestándome. —se acarició la barbilla en gesto pensativo. —Aunque también, hace pocas semanas también te tenía encima de mí, solo que de forma distinta y entonces mi cerebro dejó de funcionar apropiadamente.

— ¡Cállate! —dije dándole un golpe en el brazo con mi libreta y volteando a todas partes por si alguien había escuchado, pero todo lo que vi fueron miradas desaprobatorias de los otros alumnos que estaban estudiando, debido al ruido que hice al reprenderla. —Tal vez debamos pasarnos al concepto de 'capital'...

Estaba más que claro que estudiar teoría no era el punto fuerte de Hyeju. Mi mente atesoró este dato acerca de ella y no pude evitar sonreír un poco al pensar lo distinta que era mi compañera en presencia de algo aplicado.

—Tengo hambre. —declaró en cuanto terminó de responder las preguntas qué le hice acerca de todo lo que estudiamos esa tarde. Puse los ojos en blanco, pero decidí ser amable.

—Bueno, supongo que es normal. Te ha tomado bastante tiempo retomar el ritmo, pero una vez más compruebo que no eres tan tonta como creí en un principio.

—Gracias, su alteza, por reconocer el potencial de esta tonta reina. —dijo en tono antipático. Se frotaba las sienes haciendo movimientos circulares y era evidente que no estaba de humor para mis burlas.

—Tengo esto, por si te sirve. Un poco de azúcar no te vendría nada mal. —dije extendiéndole un paquete de gomas de grenetina de sabores frutales. Ella lo tomó sin ceremonias, agradeciéndome en voz baja y lanzando un suspiro de gusto al probar el primero.

—Blockberry Creative tiene las mejores golosinas, y no lo digo sólo para quedar bien contigo. —se detuvo frente a una máquina expendedora y compró una botella de agua, tomando un largo trago y ofreciéndomela después.

—Pues claro. —asentí con orgullo.

—Te preguntaría si podré tener caramelos gratis cuando seas CEO de la compañía, pero no creo que la vida me torture dejándome en tu presencia mucho tiempo.

— ¡Vaya! Creo que estamos conectadas mentalmente porque yo pensé justo lo mismo. Vamos a buscarte algo de comer, ¿quieres?

—Tú también tienes hambre, ¿verdad? —preguntó con tono acusador.

—Un poco. —admití. —Lidiar contigo consume más energía de la que tengo.

—Siempre podría comprarte un helado para ayudarte.

—No, gracias. Ya he aprendido mi lección con eso.

Su risita se me antojó satisfecha y me hizo odiarla un poco más.

Y la odié aún más cuando al recibir los resultados del examen, resultó no solo que Hyeju aprobó, sino que lo hizo con una nota bastante impresionante. La reacción general fue de asombro y suspicacia por parte del resto de nuestros compañeros, y de total éxtasis por parte del profesor, quien no dejó de elogiarme por este hecho.

— ¿Acaso tú te haces pasar por tonta cuando estamos estudiando? —le pregunté dándole alcance al poco de haber salido de la clase.

—No, simplemente pensé en la cara que pondrías si terminaba reprobando y mira, fue muy efectivo. —hice expresión de hastío y continuó. —Ah, sí: justo esa habría sido. Lo importante es que tu esfuerzo dio frutos, ¿no?

—Supongo. —me encogí de hombros. —Sigo preguntándome cómo es que alguien con tanta agudeza mental necesita que la asesoren.

—Oye, a veces necesito que alguien me guíe. —respondió guiñándome un ojo y aparté la vista de inmediato, porque ese tipo de gestos me hacían enrojecer de congojo e ira a la vez. Se detuvo abruptamente, haciendo lo mismo conmigo al tomarme de la mano, apartándome hacia un lado del pasillo y me miró con seriedad. —De verdad, gracias. Sé que lo haces porque el profesor te lo pidió, y también por Mina y eso, pero... te lo agradezco.

—Al final el esfuerzo es tuyo, ¿no? —respondí sonriéndole.

—Sí, supongo, aunque igual reconozco que debes tener una paciencia increíble... ya sabes.

Decidí no decir nada al respecto; ella captó el mensaje y reímos.

—Debo irme, Jinsol seguro estará esperándome y últimamente ha estado un poco... paranoica.

— ¿Chae? —me llamó antes de que pudiera alejarme.

— ¿Sí?

— ¿Puedo verte el sábado? O el domingo... O el día que tú puedas, sólo... —se interrumpió antes de seguir hablando.

—Sí, sí... está bien, podemos vernos el domingo por la tarde. Llámame. —le dije y me alejé enseguida, esperando que nadie nos prestara atención.

—Suéltalo ya, ¿quieres? —me dijo Jinsol en cuanto me senté junto a ella. — ¿Cómo es que logró obtener esa nota?

—Empiezo a creer que es una listilla que va por la vida haciéndose tonta. —dije dejándome caer pesadamente sobre el asiento.

—Tal vez solo quiere estar cerca de ti.

Me congelé un momento al escuchar esto, pero por suerte Jin no lo notó. Pienso que nadie en el mundo lo habría notado, en realidad.

—Dudo mucho que casi suspender Economía sólo para llamar mi atención haya estado entre sus planes, ¿no crees?

—Tienes razón, suena de lo más bobo.

No me sentía nada bien ocultando ciertas cosas a Jinsol, quien fuese mi mejor amiga desde la infancia, pero si incluso yo misma trataba de reprimir y enterrar toda la situación, ¿qué más se esperaba que hiciese? No podía imaginarme hablando de esto con ella... tan solo imaginarme su expresión y peor aún, lo que llegase a pensar de mí, me hacía querer hundir la cara entre mis manos. Convenciéndome de que esto era lo mejor, retomé mi animada plática con ella, con la firme convicción de que todo esto sería agua pasada pronto y me sentiría tonta por haberle dedicado más de dos segundos al día a tales pensamientos.


Cherry Popper | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora