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El lunes siguiente apenas si presté atención en clases. Si compartía horario con Chaewon, gastaba el tiempo en voltearla a ver de reojo de rato en rato. Ella estaba muy esmerada en tomar notas y responder las preguntas hechas en clase. De vez en cuando cruzaba palabra con Jin, y reían juntas por lo bajo.

Apenas si pude contenerme en la última hora. Tamborileaba con los dedos y movía los pies, impaciente. Cuando sonó el timbre, salí disparada como bólido hacia la puerta. Seguro que Chaewon estaba preparándose ya que para entrar al agua. Cuando llegué a la piscina, su práctica ya había comenzado y tomé asiento en las gradas. Me plisé la falda y me arreglé el corbatín, estirándome las mangas del saco para tratar de deshacer alguna arruga. Me sentí tonta por fijarme en estos pequeños detalles, pero ayudaban a calmarme; pensaba en Chae y en el aspecto impecable que siempre ofrecía.

Suspiré. No, Hyeju, recuerda que luce perfecta, pero no lo es. Deja de pensar esas tonterías.

Apoyé mi espalda encorvada, con gesto aburrido. A diferencia del equipo de atletismo, el equipo de natación estaba en su mejor momento: era el último año de Chaewon y ni esta, ni sus compañeros de último año, daban cuartel a los novatos del equipo. Fruncí el ceño; no me cabía en la cabeza que el señor Park tuviese a un líder natural en casa y no lo notara por darle preferencia a un chico que más bien parecía material para una pasarela de modas.

Un ruido de agua salpicando me hizo voltear de nuevo. Unas chicas nadaban, veloces como saetas, mientras Chae y otras chicas avanzadas del equipo estaban de pie junto al entrenador, conversando. Todos asentían en gesto de aprobación y lucían satisfechos. Yo las observé a ella y sonreí. Era fácilmente reconocible; aunque tenía el cabello recogido en el gorro de baño, sus ojos refulgían como zafiros al sol y su dentadura perfecta los acompañaba cuando reía. Luego, me fijé en sus labios. Esos labios ligeramente abultados que probé dos veces. Me sorprendí al sentir calor en mis mejillas: estaba sonrojada.

Sacudí la cabeza, riendo. Volteé de nuevo a verla y vi que escuchaba instrucciones de su entrenador. Noté como el agua le hacía brillar y observé su cuerpo.

Aparté la vista. No me convenía seguir por ese camino, en absoluto. Me froté un poco los ojos y suspiré. Me quedé sentada así durante un rato, e incluso me permití relajarme un poco en mi asiento. Tan cómoda estaba que me sobresalté al escuchar que alguien me hablaba.

-Hola.

Abrí los ojos y me froté la cara. Chaewon estaba frente a mí, con una toalla envuelta en torno a su delicada figura. Ya no tenía el gorro de baño y me daba una leve sonrisa.

Miré alrededor. Su equipo se había dispersado... ¿tanto tiempo me quedé con los ojos cerrados?

Me enderecé  en mi asiento, azorada.

-Hola, ¿has terminado ya?

-Sí, fue una buena práctica. -sonaba agotada, pero feliz. -Solo he venido a avisarte que no tardaré mucho, iré a cambiarme enseguida. A menos que quieras meterte otra vez en el vestidor mientras estoy desnuda.

Me quedé estupefacta al escucharla y ella resopló, riendo. Sus ojos chispeaban y noté un dejo de molestia en su voz. Seguro que todavía no me lo perdonaba.

-Es broma. -y de repente se puso seria. -Ni siquiera se te ocurra.

De seguro mi expresión era cómica. Sentí como enrojecí hasta las orejas y comencé a farfullar.

-Y-yo... acerca de esa ocasión, de verdad, quiero que sepas que... yo... de verdad, lo siento...

Chae negó con la cabeza, pero vi que no dejaba de sonreír con timidez.

-Está bien, ya pasó. Confío en que no lo harás.

- ¡Por supuesto que no! Yo...

-Está bien. -repitió. -Volveré enseguida.

Dio media vuelta y fue hacia las regaderas con paso apresurado. Yo solo me quedé en mi asiento y hundí la cara en las manos, inspirando profundamente. Tenía tantos deseos de regresar el tiempo y deshacer la estúpida acción que cometí ese día, pero ya estaba hecho. Al menos ya no parecía tan enojada por eso, aunque si había sacado el tema a colación era porque aún lo tenía bien presente.

"Pues claro que lo tiene presente, Hyeju. Una no va por la vida siendo acosada en el vestidor de la escuela."

Me di un par de palmaditas en la cara, tratando de calmar el calor que emanaba de esta. Miré hacia un lado, en dirección a la máquina expendedora que estaba en la esquina, junto a la puerta de acceso. Me puse de pie y fui hacia ella, sacando monedas de mi bolsillo. Compré un refresco sabor a fresa para mí, y después de pensarlo, un zumo de frutas para Chae. Ni siquiera sabía qué bebidas le gustaban, pero esperaba haber acertado. Para cuando ella regresó, llevaba la mochila al hombro y le tendí la lata.

-Gracias.

- ¿te gusta ese sabor?

Ella le dio un traguito y me miró por el rabillo del ojo.

-Has acertado.

Le sonreí y caminamos en silencio en dirección a la biblioteca.

Un rato después, me encontraba escribiendo esmeradamente un ensayo para la clase de historia. Chae me hacía algunas correcciones por aquí y por allá, pero elogiándome por mi buen trabajo. Al parecer no era tan mala en esto del estudio, o algo así me estaba dando a entender.

Llevaba ya un rato escribiendo sin que ella hiciera observaciones, mientras buscaba alguna referencia en los libros que tenía ante mí. El silencio se había apoderado del entorno. -sí, estábamos en la biblioteca, pero era demasiado silencio incluso para aquel lugar. -así que decidí romperlo.

-Chaewon, yo... acerca de la otra noche...

-No. -murmuró. Y se me encogió del estómago. Por supuesto que ella no quería hablar del tema y con seguridad quería olvidarlo. -No ahora.

Alcé una ceja ante esto último. "No ahora" ... ¿significa eso que hablaríamos de ello después, en otro lugar?

Pareció adivinar mis dudas, porque suspiró y se presionó el puente de la nariz con los dedos índice y pulgar.

-Yo también he pensado en ello, pero no creo que debamos conversarlo en este preciso momento. Yo hablaré del tema cuando me parezca pertinente, ¿sí?

Asentí. Volví a fijar mi atención en el ensayo frente a mí. Seguí garabateando unas cuantas palabras más y Chae volvió a lo suyo.

Pero claro: nunca hablamos del tema. Y de seguro ella también lo recordó cuando todo cruzó el punto sin retorno.

Cherry Popper | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora