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Me desperté cada día de esa semana masturbándome mientras evocaba la sensación de las manos de Hyeju sobre mí.

Me parece demasiado burda esa palabra "Masturbándome"... Pero es que no podía ponerla en eufemismos. Cada mañana me revolvía en la cama, justo antes de que sonara la alarma y comenzaba por tocarme los senos, pensando que si iba a privarme del tacto de Hye esa era una opción mucho más viable. Me acariciaba el pecho, las costillas, la cintura, todo lo que ella hubiese tocado y esperaba a que el impulso fuese insoportable... Era entonces que llevaba mis manos hasta la humedad y me dedicaba a imitar los movimientos que ella efectuaba con sus manos, con mucha menos destreza, he de decir.

Suspiré. Tocarme era como comer tofú después de haber sido un carnívoro declarado. Lo hice durante días, con más ahínco incluso después de esa conversación en la enfermería. Irónicamente, ahora que habíamos dejado de evitarnos, o más bien, ahora que yo la había dejado de evitar no me calmó en absoluto, si acaso mis impulsos sólo se exacerbaron, así que no podía achacarle nada a algún supuesto síndrome de abstinencia. A veces Hyeju llegaba a verme, usualmente por las tardes cuando yo no estaba con Jin y pensar en esto era un aliciente.

Hyeju estuvo aquí... Tocó el pomo de la puerta, dejó su aroma impregnado en la habitación...

Y a partir de ahí no lograba durar más, culminando con un gemido ahogado, quedándome con los ojos cerrados hasta que los sentidos regresaban a mí. Me la pasaba con la mente flotando por sobre todo lo demás, lo que me impedía concentrarme mientras caminaba pensando en qué poner en mi discurso.

"El camino inicia justo ahora...", no... "Es ahora que comienza el viaje..." ¿Qué es esto, El hobbit?

Arrugué el papel que tenía en la mano, tirándolo hacia el contenedor de basura más cercano... Sólo para regresar corriendo de inmediato a recogerlo y alisarlo lo mejor que pude.

—Estúpido discurso. —murmuré por lo bajo.

—Bien, esto es divertido.

Me sobresalté, cosa que divirtió a Olly. No la había visto ahí, de pie junto a los casilleros y riéndose de mí.

—Te he dicho que dejes de hacer eso.

— ¿Aparecerme de la nada?

—Espiarme. —corregí.

—No te espiaba, y si te asusta que le vaya a decir a todos que te gusta rebuscar entre la basura, descuida.

Volví a arrugar la hoja de mi prácticamente inexistente discurso y se lo aventé.

—Oye, era una broma. No seas tan agresiva. —me dijo abriendo la hoja para ver qué había escrito.

—Dame eso, lo necesito. —se lo arrebaté de las manos.

—Entonces no deberías ir por ahí aventándoselo a la gente. —comencé a caminar y ella me siguió, acomodándose la correa de la mochila. — ¿Cómo va ese discurso?

—Lo estás viendo. —dije alzando el papel.

—Está todo arrugado.

—No me digas. —repliqué con acidez.

— ¿Quieres ayuda? —Me detuve en seco y volteé a verla con una ceja alzada. —Yo sé que no soy la mejor de la clase al contrario de ti, pero...

—No, de hecho, estaba pensando que no suena mal... ¿Eso me hace lucir muy desesperada?

— ¿Aceptando ayuda de la persona que probablemente haya tenido el promedio más bajo de nuestra generación? Qué va. —me dijo con una risita.

—Eres buena con las palabras, eso no se puede negar. Nunca necesitaste mi ayuda para redactar, o en gramática, y escribes canciones, ¿no? Debe ser lo mismo, sólo que sin música.

— ¿Me está elogiando, alteza?

—Sí, la estoy elogiando, majestad. Ahora deje de lucir tan pagada de sí misma.

— ¿A las cinco? —me preguntó apoyándose en la pared, todavía con su mirada entretenida sobre mí.

—Que sea a las seis. Y ahora me voy, antes de que Jinsol nos vea y piense cosas raras.

No me respondió, sino que asintió con una sonrisa casi invisible y perforándome con esos ojos tan expresivos que distaban mucho de hacerme sentir incómoda.

Hyeju llegó vestida con sencillez, con una ligera blusa que dejaba a la vista parte de su piel, sobre la que posé la mirada. Tragué saliva pensando lo cerca que estaba de ella.

— ¿Estabas escribiendo la próxima entrega de El señor de los Anillos?

—Es lo mismo que pensé yo. —Ambas reímos.

—Bien... a trabajar. —Pareció recordar algo y rebuscó en su mochila. —Pero antes pon esto.

Me entregó un casete, extendiendo la mano a su lado mientras se ponía a escribir sin prestar mucho caso a su alrededor; escribía tan rápido que parecía estarlo haciendo de memoria, no de improviso. Tomé la cinta muy despacio, como si fuese a explotar de un momento a otro y suspiré.

¿Cuánto tiempo debe pasar, o cuántas veces debes hacer lo mismo para que ya se considere una costumbre? Porque ya me había habituado a Hyeju entregándome cintas que escuchábamos sin más hasta que se marchaba. Sentía que llevaba mucho tiempo haciendo lo mismo, cuando en realidad sólo era cosa de unos días, y me sentiría extraña un par de meses después que esto dejara de suceder. Comenzó a sonar una canción de ritmo pegajoso con ese sonido característico de la música de los ochenta.

—Es New Order. —comentó Hyeju sin dejar de mirar la hoja que tenía enfrente, dándose golpecitos en los labios con el lápiz. —La última vez escuchamos a Joy Division, así que me pareció bien seguir sobre la misma línea.

—Pero suena diferente.

Es diferente. —asintió.

—Me agrada.

— ¿Y Joy Division?

—Muy deprimente.

—Bueno, me alegra que les hayas dado otra oportunidad entonces. —al ver mi expresión confundida aclaró. —Es Joy Division, pero sin Ian Curtis.

Miré hacia el reproductor, perpleja. Sonreí.

—Déjame adivinar: prefieres a Joy Division, ¿no?

—Tiene que ser así si tú prefieres New Order. Sólo así se puede conservar el equilibrio en el universo.

Me reí casi inaudiblemente, pero vi la comisura de sus labios delatando una sonrisa suya.

—A veces me pregunto de dónde sacas tantas tonterías, y después recuerdo que eres tú.

— ¿Eso qué quiere decir? —preguntó levantando una de sus pobladas cejas en gesto coqueto. —Algo bueno, quiero pensar.

—Sí, algo bueno. —admití.

Aún tenía la hoja entre sus manos, ya con una buena cantidad de cosas escritas, y la dejó sobre el escritorio al tiempo que se levantaba sin apartar los ojos de mí, con esa inspección a la que me sometía de tanto en tanto. Se levantó muy despacio, con movimientos que recordaban a un gato moviéndose con cautela para saltar sobre su presa. Caminó hasta quedar frente a mí, y se quedó muy quieta, sólo parpadeando ocasionalmente. Tomó un mechón de mi cabello, acariciándolo entre sus dedos y haciéndome cosquillas en los labios con la punta de este.

— ¿Quieres leer lo que he escrito? —preguntó y asentí, distraída. —Aún no termino, pero te gustará. Y tal vez después de que lo leas me puedas agradecer.

Se acercó hasta que ahora sentí el aire caliente que exhalaba sobre mi boca. Me aparté enseguida para leer las líneas que Hyeju escribió y en cuanto terminé, ella estaba a mi lado y me besó sin previo aviso.


Cherry Popper | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora