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Traté de tranquilizarme, repitiéndome que no era la gran cosa. Simplemente era el inicio de una tregua acordada por Chaewon. Estaba dispuesta a tratarme de forma civilizada, yo no podía echar a perder eso aun cuando me sintiera nerviosa y con una agradable sensación de anticipación en el estómago. Después de todo, muy a mi pesar, ella me simpatizaba e intuía que era recíproco. Claro, ese día que conocí a su mamá, le había dado a entender que mi atracción hacia ella no era precisamente platónica, pero tal vez podía dejar de lado ese tema, para evitar momentos incómodos que a nadie le hacían falta. Con esto en mente, me estacioné frente al pórtico de la residencia Park, donde Chaewon ya me esperaba.

— ¿Esperaste mucho? —le pregunté en cuanto se subió.

—No. —se abrochó el cinturón de seguridad. —Y te agradezco por ello.

Me sonrió con calidez e hice lo mismo.

—Bueno... ¿qué es lo que le gusta comer o tomar a una chica a la que le prometieron algo con mucha azúcar... pero cuya familia es dueña de una marca de dulces?

Formulé la pregunta de tal forma que sonó como si fuese una duda muy seria... y bueno, en realidad sí me lo preguntaba.

Chaewon me miraba como si le hubiese hecho una pregunta muy tonta.

—Helado. —respondió con el tono que emplea alguien para decir que el pasto es verde.

— ¿Es así de simple?

— ¿Pensabas que te pediría que me compraras dos kilogramos de azúcar refinada?

—No... —dije tratando de sonar convincente.

—Por dios, sí lo pensabas... —cubrió su risita con la mano.

Puse los ojos en blanco, pero no pude evitar sonreír.

—Helado será, entonces... ¿Dairy Queen?

Dairy Queen está perfecto.

Chaewon comía su helado con la gracia y autocontrol de una persona que disfruta los pequeños placeres de la vida. Se llevaba la cuchara a la boca, la chupaba con fruición y saboreaba un rato, antes de meterse otra cucharada del postre y repetir el proceso. Su helado comenzaba a derretirse, pero a ella no le importó. Yo entre ratos hasta olvidaba que tenía uno propio en la mano y comía varias cucharadas seguidas en cuanto me daba cuenta. No quería ni hablarle, porque corría riesgo de interrumpirla, y eso era algo que no deseaba. La expresión de gozo en la cara de Chae mientras comía el postre, era digna de admirarse, y no por su belleza en sí –aunque no carecía de esta –sino por el gusto que una persona tan compleja como Chaewon encontraba en cosas tan mundanas.

Cuando terminó, contempló el vaso de plástico vacío, con expresión de ligera tristeza y sonreí. Parecía una niña pequeña.

—Puedo comprarte otro, si quieres. —le ofrecí, y por un momento su vista se iluminó, pero volvió a ponerse seria.

—Con uno es suficiente.

—Eso no es lo que tu cara dice.

— ¿Y desde cuándo sabes lo que mi cara dice?

—Más tiempo del que crees. —y le guiñé un ojo. Me levanté de mi asiento. — ¿Quieres otro del mismo?

Ella suspiró, se cruzó de brazos y me dio una sonrisa ladeada.

—Está bien. Pero es sólo porque tú insistes.

—Sí. —me reí. —Como tú digas.

Con su segundo helado repitió el proceso, y ahora también se quedaba observando la cuchara llena por unos segundos, aparentemente embelesada con la perfección de la mezcla de caramelo, chocolate y helado. Le daba pequeños lengüetazos que me ponían nerviosa, porque mi cerebro me llenaba con imágenes que nada tenían que ver con la inocencia del momento, de manera inevitable.

Cherry Popper | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora