El sonido de los cubiertos metálicos chocando contra la porcelana era tan poco audible que incluso este parecía temeroso de romper el silencio sepulcral del comedor. Mina nunca había sido una gran conversadora, o al menos no conmigo, pero se estaba superando a sí misma en esta ocasión y no es que yo lo lamentara mucho. Eran contadas las ocasiones en que me instaba a cenar con ella, siempre con algún motivo.
—Menos de un mes, ¿no?
Comencé a masticar con más fuerza, ya veía venir aquello. Ahora me haría algún comentario casual acerca de mi elección de vida.
—Siendo sincera, tu decisión de no ir a la universidad me deja contrariada, pero...
— ¿Me pasas la sal, por favor?
Mina frunció el ceño, molesta por haber sido interrumpida.
—Tienes un salero al lado.
—Sí, pero la sal de este no es tan salada como la del tuyo.
Me pasó el salero y lo dejó frente a mí con un resoplido. Yo lo tomé y lo usé con frugalidad.
—Como te decía, yo entiendo si aún no tienes muy claro qué elegir, por lo que un año...
—Tengo muy claro lo que quiero hacer, Mina.
— ¿Dedicarte a la música? —preguntó como si no lo pudiera creer.
—Llevo años repitiéndolo, ¿es que no te cabe en la cabeza?
—No esperabas que me lo tomara en serio, ¿verdad?
— ¿Por qué? ¿Es porque soy la hija de una grande y poderosa CEO? También soy la hija de una de las mejores intérpretes del siglo.
—Es distinto. —Mina bajó la mirada como siempre lo hacía al hablar de mi madre y clavó el tenedor en un trozo de carne con tanta fuerza que lo atravesó y el cubierto emitió un chillido desagradable al chocar con la dura superficie del plato que me hizo fruncir la cara.
— ¿Y por qué? —insistí. — ¿Crees que no tengo el talento? Porque si hay algo para lo que no lo tengo es para los números, Mina.
—Esa es una tontería. —dijo recuperando sus modales apacibles. —Las capacidades están ahí, lo único que te hace falta es ponerle interés.
— ¿Crees que ese interés surgirá de la nada?
No me respondió. Siguió comiendo, cortando trozos pequeñitos, masticándolos despacio hasta que tragaba y volvía a llevarse otro a la boca. De vez en rato tomaba un poco de su bebida y pensé que había dejado el tema por la paz, por lo que traté de terminar mi cena, aunque ya no tenía mucho apetito.
—Tal vez eso puede ponerte en el radar de la chica Park. —dijo con voz tranquila.
Me costó hacer que la comida me pasara por la garganta. Era como si se me hubiese cerrado y hasta me resultó doloroso, pero no dejé que se notara en mi cara.
— ¿Qué hay con ella? —pregunté como si no me importase.
—Piénsalo. —se encogió de hombros. —Las chicas como ella no terminan con músicos.
— ¿Tratas de interesarme en JYP usando a Chaewon como argumento?
—Trataría de interesarte en JYP usando la paz mundial como argumento si tuviera que hacerlo.
—Bueno, en primera... —dije enumerando con los dedos. —Tú eres un... un... una Chaewon. Una mujer de negocios y todo eso, y estuviste casada con una estrella de Broadway.
—Sí, y también nos divorciamos. Además, ella estudió un año en la Facultad de Economía.
—Segundo, creo que es un poco tarde para entrar a una universidad.
—Puedes hacerlo el próximo año y mientras tanto entrar a JYP para familiarizarte con el ambiente de la compañía que en algún momento puede pasar a ser tuya si lo decides.
— ¡Nepotismo! —canturreé alargando la segunda 'o', esperando molestarla, pero sólo la hice reír. De seguro en su mente aún tenía cinco años.
—Todo mundo espera que termines tomando el timón de este barco, Hyeju.
—Qué decepción van a llevarse, entonces.
— ¿Crees que te tomará en serio? Esa chica, quiero decir. Se irá a una de las mejores universidades del mundo, conocerá a algún hijo de un senador, o quién sabe, tal vez al hijo de otro CEO y... bueno. Ya sabes qué pasará.
—He terminado.
Me puse en pie tan abruptamente que casi derribo la silla. Mi comida estaba a la mitad, pero ya no era capaz de continuar el suplicio. El último comentario de Mina no hizo sino empeorar mi humor.
— ¿Hyeju?
— ¿Sí, mamá? —pregunté conteniendo la respiración.
—Una última cosa. —dijo con voz severa. —Quiero que sepas que, si decides irte por ese camino que elegiste, estás sola.
—Sí, eso ya lo sé.
Yo ya me sabía las técnicas de Mina: cada que el fin de curso estaba próximo le daba por reservar el tiempo que no tenía el resto del año para intentar acercarse a mí en un intento por despertarme el interés que jamás manifesté por mejorar mi rendimiento escolar con vistas a ser la mandataria de su imperio tecnológico algún día.
Un año intentó amedrentarme quitándome el automóvil. Bueno, habrá menos contaminación de mi parte, pensé cada que iba caminando o tomaba el autobús a cualquier lugar.
Al otro, al ver que lo de dejarme sin transporte no era algo que me pudiese detener, decidió prohibirme las salidas. Aquello tampoco estaba mal, porque me la pasé tocando por cada rincón de la casa hasta casi volverlos locos a todos, sobre todo a ella cuando no estaba de viaje.
Luego me descubrió encima de una porrista justo el día en que cumplí dieciséis años y por lo menos ese año me salvé. Me evitó por semanas, aunque en su defensa puedo decir que fue más por no saber cómo actuar o tratarme, que por asco o algo parecido.
Cuando se le pasó la impresión me quitó mi guitarra y el viejo bajo que usaba. Eso sí qué fue doloroso, pero yo estoy llena de recursos y terminé llevando a casa una vieja Oscar Schmidt prácticamente inservible que restauré en el taller de la escuela. El resultado fue tan satisfactorio que Dahyun me llevó un Gibson Thunderbird de madera rojiza para el mismo propósito y la mejor parte fue que Mina no pudo quitármela porque Dahyun la mataría. A esta le causó tanta gracia que cada tantos meses me obsequiaba algún instrumento, como el banjolele, o nuevos pedales y se regodeaba al imaginar la cara de mamá al enterarse.
Por último, Mina me sugirió poner mis actividades en el club de atletismo en un hiato indefinido hasta que mejorara mis notas. Me salí del club, pero mis notas no mejoraron ni un poco. En conclusión, terminó por darse cuenta de que no me podría coaccionar para que de repente me desviviera por estudiarme un MBA, o tan siquiera para interesarme tantito en economía, aunque me abriese la cabeza para meterme tal cosa en el cerebro con un embudo... O al menos eso pensó hasta que, su querido amigo y profesor mío, se le ocurrió la idea de dejarme a cargo de la alumna más prometedora de mi generación.
Ahora ella lo sabía: que mosquearme usando a Chaewon como tema de conversación era más efectivo que todo lo que hubiese intentado antes y no porque ella me importara más que ir caminando a todos lados, o que mi música, o que practicar atletismo sino porque pensarla me invadía el ansia de correr, de escribir música o de imponer un nuevo récord en la pista, todo al mismo tiempo... o incluso podía borrarlo de mi sistema y llevarse mis ganas de hacer cualquier cosa. Era una clase de influjo que nunca había sentido, pero sí visto, leído y escuchado, ese que todos tememos y ansiamos a la vez.
De todas las tonterías que había hecho en la vida, enamorarme era por mucho la más grande, y entonces yo estaba en la inopia, aunque no iba a tardar en enterarme.

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Cherry Popper | Hyewon
General Fiction[AU] Park Chaewon es la presidenta de Blockberry Creative, una importante cadena comercial de golosinas, quien hace declaraciones homófobas en estado de ebriedad. Cuando esto afecta la imagen de su compañía, ¿qué desesperada acción puede cometer ell...