CAPÍTULO 13

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________•• Bajo fuego••________

Narrador Omnisciente

Dicen que tanta calma no es buena, menos cuando ya en el ambiente se está comenzando a respirar la ardiente ceniza que pronto se encenderá dando inicio con una nueva etapa impredecible y llena de sucesos.

En estos nuevos tiempos, todos están claros a lo que van, lo que quieren y como lo quieren. Por los momentos nada ha estallado, ¿Pero por cuánto tiempo seguirá así?, las piezas del tableros se están preparando forjando con muros impenetrables sus fronteras con poder, dinero y miedo.

Aquí todo el mundo se ha ido preparando desde hace dos años, concentrándose en lo suyo, y en eso se sigue porque no está demás; tener más, o eso piensa el jefe de la mafia principal quien tiene trazado sus planes y poco a poco los irá llevando a cabo ya que desde que está en su puesto, tiene esos los objetivos planteados, aunque una serie de acontecimientos pasados lo habían distraído durante un tiempo, ya no hay nada que pueda hacerlo, ya todo pasó y de los errores se aprende.

Esta vez no dejará que nada se le escape y por ello baja de la aeronave siendo respaldado por sus escoltas de confianza. Se acomoda la el borde la camisa dejando a la vista el cinturón en dónde lleva dos glow personalizadas para él. El sol ardiente lo hace ponerse la gorra que le ofrecen a la vez que camina dejando que le de la bienvenida el actual encargado del cartel brasileño.

—Alpha, bienvenido.

—Quiero una cerveza, fría— ordena con amargura.

—Ya lo oyeron, busquen varias— le indica a uno de sus hombres.

De la aeronave comienzan a bajar las cajas con la mercancía, Herodes enciende un cigarrillo y se relaja dejando que el sujeto le informe sobre los movimientos del clan, ya que desde que el antiguo líder desapareció, todo a cambiado y es su hermano quien se encarga desde entonces, haciendo un buen trabajo y demostrando lealtad al hombre que mueve los hilos de la mafia en toda américa; y ese es el pelinegro que atentamente escucha a la vez que disfruta de la brisa del ambiente cálido.

Solo los cabecillas importantes pueden dirigirle la palabra o estar así de cerca, de lo contrario no se podría ya que él detesta la sensación de asfixia que le produce la cercanía y la cual ha empeorado con el pasar del tiempo.

—El dinero lo tengo en la casa, le preparamos una bienvenida, por su gusta quedarse un largo rato— le dice.

—Espero tengas buena bebida.

—La mejor para usted.

—Ajá.

Son menos de dos minutos caminar hasta la casa rodeada por largos sembradíos de hortalizas que camuflan todo lo que se hace dentro de la propiedad y es guardar droga que distribuyen en la ciudad, sobre todo en Río de Janeiro. La decoración es sencilla, pero costosa, no hay mujeres para divertir, pero si música en la sala en donde están dos empleadas de servicio sirviendo tragos.

Los matones que cuidan se quedaron afuera al igual que los escoltas del Alpha quien no necesita que le cuiden la espalda en este momento, bien siempre puede hacerlo el, pero su puesto amerita que tenga seguridad siempre.

El capo se asegura de que todo esté como él considera adecuado para su invitado. Es la primera vez que lo ve desde que es el encargado, por lo que se encarga personalmente de servirle bebida cuando toma asiento mirando el cuadro que ahí en la pared de enfrente.

—¿Le gusta? Es traído de Italia.

—No se ve mal.

—Está valorado en un millón de dólares.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora