CAPÍTULO 61

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••Distintos intereses••

Narrador Omnisciente

Si ya tienes preparadas tus fichas, lo crucial será no usarlas todas en una tanda, pues lo golpes fulminantes resultan más severos cuando empiezas desde abajo y vas subiendo.

Eso es algo que entiende perfectamente Judas Rinaldi. Ha solido mantenerse alejado de muchas cosas, esperando el momento indicado para hacer parte. Su protagonismo se acerca cada vez más, sin necesidad de él esforzarse o tomar demasiadas cartas en el asunto.

Necesita averiguar algunas cosas, como también, dejar claro que ya no es el mismo de antes y para eso, respira hondo varias veces, esperando que lo hagan pasar.

Sus hombres lo rodean, Nigel le habla sobre que no debería exponerse así aquí. Están en Nápoles, esta ciudad y Caserta, hacen parte de lo que controla Anna Simone. Los miembros que la respaldan se encuentran expandidos en ambas ciudades; toda la región Campania; Pandillas, sicarios...

Todos siguen las órdenes de la mafia napolitana, pero en el pasado, los Rinaldi eran quienes controlaban Italia al 100%, eso antes de desfavorecedoras alianzas.

Por tal, Judas Rinaldi puede moverse como le dé la gana. Detenerlo o impedírselo conllevaría Desatar una guerra entre ciudades. No sería conveniente, no cuando él es el líder con mayores posesiones en zonas. Su palabra se respeta, también su presencia.

Sin embargo, la jefa de Camorra se creó con la noción de que ella es más que todo el mundo, no puede dejarse pisotear o dar órdenes. Esas enseñanzas la han llevado a una vida exitosa en el mundo criminal, pero a cargar con muchas consecuencias.

Los hombres que cuidan, le permiten la entrada a Judas quien frunce los labios al ver el pequeño edificio de estructura vieja y casi en ruinas. Es una especie de motel antaño. Adentro los muebles están polvorientos, el piso en malas condiciones y las luces casi no permiten visibilidad.

Hay unas escaleras en el centro de la sala, una pequeña mesa con tres sillas y arriba un juego de velas encendidas, dándole al lugar una apariencia terrorífica y solitaria.

—Que sorpresa que llamaras —una coqueta y suave voz lo hace volver a mirar hacia las escaleras— ¿A qué debo el honor?

—No estoy aquí para platicar como buenos amigos —aclara él algo exaltado por la presencia de la mujer que fue su amante hace mucho tiempo.

—Fuimos más que buenos amigos, Judas. ¿No recuerdas esos exquisitos tiempos?

—Nada es tan importante como para recordarlo.

—Yo considero que sí. Disfrutamos mucho.

—Estoy aquí para hablar sobre por qué hay zonas que se reabastecen de manera mágica y ahora poseen recursos para subsistir pese a mi cero apoyo hacia ellos.

—No cambie el tema, señor líder de la mafia italiana —llega hasta la mesa, apartándose de los hombros el cabello— Toma asiento, ¿Deseas algún trago en especial?

—Deseo respuestas y rápidas. Tengo cosas que hacer.

La mujer observa a los escoltas que entraron. Sacude la cabeza, algo incomoda por tantos ojos mirando sus movimientos.

—¿Podrían dejarnos a solas?

Nigel observa a su jefe, en total desacuerdo.

—Es una mala idea, señor.

—No muerdo —habla Anna, sentándose en la isla de la mesa—. Déjennos a solas.

—Retírense —cede Judas tranquilo.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora