Exagerado

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______••Exagerado••_____

Yasmín

Ya mi mano arde por culpa de la fuerza con la que estoy lavando un plato, todo porque ando con una horrible abstinencia. Kilian Gill es el causante de este mal. Según él, no podemos tener sexo porque su gran miembro puede hacerle daño al bebé. ¿De dónde sacó eso? ¿En serio?

Siento que tengo un volcán en la vagina. Las ganas se han vuelto tan agonizantes que debo estar apretando las piernas a cada nada, respirando hondo.

De la noche a la mañana se puso histérico con eso tan absurdo.

Si no fuera porque es el padre de mi hijo, mi chocolate andante y hombre que me acelera hasta el alma, ya lo habría matado desde hace unos días. Esto es insoportable. ¡Voy a morir!

—Respira Yasmín Bakhash —me digo— Si lo matas, te vas a arrepentir.

Termino de organizar los platos en los que desayuné sola porque él está haciendo ejercicios todavía, tal como todas las mañanas cuando tiene tiempo. «Por eso está tan riquito». ¡Basta!, Se supone que estoy molesta, caliente, estresada...

—Esto no te hace bien —dejo las manos sobre mi vientre—. Lo siento. Pero tu papi me va a hacer volverme virgen de nuevo. Dame fuerzas para no abusar de él esta noche.

Respiro hondo. Seco mis manos y procedo a salir de la cocina, en dirección al gimnasio que queda unos pisos más abajo del nuestro. Me gusta este edificio, pero ya se volvió muy extraño para mí. Casi no veo a Venus. Creo que deberíamos pensar en grande; viene un bebé en camino y aquí no quiero verlo crecer.

Enviándole un mensaje a Venus, me replanteo el haber bajo sin cambiarme la ropa de dormir. Pues, algunos hombres me comen con los ojos en lo que sigo mi camino en busca de Kilian. La verdad, no me importa, ya estoy acostumbrada a no pasar desapercibida.

En las máquinas de trabajar los brazos, visualizo a mi objetivo. Tiene el torso completamente descubierto, solo viste un short rojo y unos zapatos deportivos. Hay muchos hombres, pero él es lo más colosal en todo el espacio. Tan alto, llamativo, su cuerpo lleno de tatuajes y el cabello negro completamente alborotado, cayéndole sobre la frente, porque sí, lo tiene lacio natural, cosa difícil de creer.

Me quedo babeando a una distancia prudente, observándolo. Dos chicas se mantienen cerca, fingiendo que se ejercitan, pero en realidad solo están buscando la forma de hablarle aunque él no las determine, lleva auriculares en sus oídos, seguramente escuchando lo que más le gusta; rap y hip hop.

Vuelve a tomar asiento, ahora para trabajar la espalda. Con cada movimiento, sus brazos se tensan, haciéndome sentir más acalorada porque los tatuajes resaltan con cierta fascinación. Se ve tan grande y poderoso.

Mío, mío, mío.

Antes de que los celos me carcoman, me acerco por detrás, quitándole un auricular, acercándome a su oído cuando suelta las pesas.

—Llevas más de tres horas aquí, chocolate.

—Ya estoy por terminar —toma mi mano, moviéndome hasta dejarme frente a él— ¿Desayunaste?

—Me hubiera gustado poder hacerlo contigo.

—Sabes que desayuno tarde, tú no puedes hacer lo mismo...—me eriza la piel cuando deja la mano en mi vientre— Deben comer a la hora indicada. ¿Segura que comiste?

—Comí doble. Siento que engordaré si sigo así.

—No si cuidas lo que comes, testaruda.

—Esas indicaciones que me dio la doctora solo me están matando de hambre.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora