CAPÍTULO 80

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••En llamas••

Venus

Montreal. 03 de enero del 2025.

Pese a que nos atacaron en Kyushu, hicimos todo lo posible por disfrutar los otros días y recibir bien el año nuevo. Doina y Cosmin se quedaron allá al menos hasta que el señor se mejore.

Nos hicieron muchas preguntas referentes a lo que pasó. Herodes inventó algo que calmó las dudas. Dijo que por ser empresario tiene enemigos que quieren matarlo por ser más exitoso.

Bueno, supo cómo convencerlos de eso.

Cleopatra está en el pent-house y yo me pongo al día con el trabajo ya que, según el Alpha, haremos algo importante estos pasado mañana y aseguró ponerme al tanto hoy.

Estoy que muero de incertidumbre. Mencionó algo sobre misiones ¿De qué tipo? Estamos a solo poco tiempo para la boda. Elyana se infartaría si le digo que iré a hacer algo peligroso.

Hace media hora me llamó para recordar que debo mantenerme serena, ir al spa, conservarme intacta y sin un solo rasguño.

«Esas misiones deberían quedar para después»

Apago la pantalla de la tableta y entro de lleno al área de celdas de la casa. Me encontraba en la sala de computación, pero el Alpha me pidió bajar hasta aquí.

A medida que avanzo, escucho gritos y voces. El pasillo parece eterno. La mayoría de las celdas están vacías. El ladrido de Dimitri rebota en las paredes, igual las tétricas carcajadas que me hacen tensar los brazos.

«Está en modo sádico» San se preocupa.

«Su modo más sexy» Per apoya lo mucho que le gusta el Alpha, más que el empresario Herodes Blackwood.

Basta ya.

Disminuyo la velocidad de mis pasos cuando estoy por quedar bajo del umbral.

—Tu hijo está cooperando ¿Por qué tú no? —en esa pregunta hay mucho sarcasmo malvado— ¿Los golpes te dislocaron la lengua?. No seas llorón, solo te di unos golpes suaves.

Ya estoy aquí, viendo la escena que me hace respirar hondo. Jeremías hizo de saco de boxeo y tiene toda la cara amoratada, está amarrado al aire con los brazos hacia arriba. Le quitaron casi toda la ropa, viste nada más el bóxer. Saleem yace en una silla, menos maltratado, pero si con una expresión de horror sin poder despegarle los ojos de encima al Alpha.

—¿Probamos con tu hijo? —amenaza yendo lentamente hasta el chico— ¿Estás seguro de quererlo?, Lo alejaste de ti muchos años. Ya no debe verte como un padre.

Jeremías sigue callado, jadeando por el dolor. Es como si Samael no le ocasionara algún sentimiento paternal.

—Tu padre no te quiere —le palmea bruscamente el hombro antes de jalarle el cabello, haciendo a Saleem temblar— No se necesita ese esporádico afecto ¿Cierto?

En medio del pavor que le causa esto, clava sus ojos en mí cuando entro y quedo en frente.

—¿Necesitas ayuda? —mi mirada reposa sobre mi novio porque hace ratos que está aquí abajo— Me comí los bocadillos sin ti.

—¿Por qué no me trajiste uno? —se quita un guante.

—Porque tenía hambre.

—Eso es algo normal en ti.

Ruedo los ojos y esa acción lo hace entrecerrar los ojos, viene hasta mí, tomándome del cuello para besarme.

—No necesito ayuda. Prefiero que sigas en la oficina —pasa un dedo por mis labios— Ve.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora