CAPÍTULO 65

99.9K 6.7K 17.8K
                                    

••Sangriento••

Herodes

Nunca he tenido paciencia, y cuando la necesito, hago un gran esfuerzo mental para conseguirla, pero en este momento mi interior burbujea irascible y despiadado.

—Señor, la hemos estado buscando. Pero todo apunta a que no quiere aparecer —sigue explicándome Radovan.

«Confía en ella» me repito.

—Según Enola Saldana, solo estaba atravesando las secuelas, pero podía moverse y caminar. Siendo una alfa, dudamos que haya muerto.

Obvio que no está muerta. En el fondo, mi sexto sentido me dice que no la perderé de nuevo. Entonces ¿En dónde está?

—Todo apunta a que huyó y no quiere que la encontremos —esa deducción me asfixia por un instante al pensar cosas que no debo.

—La búsqueda sigue en marcha. Estamos usando el arsenal de inteligencia artificial, pero es difícil tomando en cuenta que esta zona es antigua y vieja. Estamos a nada de salir al pueblo e investigar más —agrega Mara— Pero primero estamos revisando las casas más cercanas. Solo nos falta dos. Estamos interrogando a todos, usamos fuerza bruta de ser necesario.

Me paso las manos por el rostro. Las manos me hormiguean y tensan. Aprieto puños para eliminar la sensación, pero no se va.

—Sigan buscando —demando enardecido.

—A sus órdenes, mi Alpha.

«Me abandonó. No quiere que la encuentre. Bien pudo haberme llamado ya. Escapó y todavía no sé nada de ella» esa zozobra da vueltas en mis pensamientos, martirizándome. Todo apunta a esa verdad que me esfuerzo por no creer o darle sentido.

Me confesó sus sentimientos. Dijo que debíamos confiar entre nosotros. ¿acaso eso no es algo importante en la relación que tenemos? Yo se lo dije, se lo pedí como nunca antes lo había hecho. Sé que la he jodido, pero di una larga caminata para reivindicarme ¿No significó nada?

Confía. Repito.

—Va a aparecer y tendrá que explicarte en dónde estaba, por qué mientras que tú la buscas sin parar, trabajas sin descanso y la anhelas con desenfreno, no ha llamado o avisado sobre su ubicación —me encojo de hombros— Lo hará y podrás regañarla por ser una desconsiderada.

Me siento como un idiota hablando conmigo mismo.

Solo eso debe hacer: buscar un jodido teléfono y marcarme. No me he separado del mío, esperando que quizás lo haga y yo tenga que volar al otro lado del mundo para buscarla y encontrarla. No lo pensaría dos veces.

Fueron por ella, resulta que huyó, su chip no funciona...

Mientras que ella hace quién sabe qué, yo debo matar gente y lidiar con los desastres que ocasiona el CEICC. Esperando su aviso o que me averigüen en dónde carajos está.

Juro por la inhumanidad de Santanas, que si hoy mismo me dicen en donde está, iré hasta allá y no habrá poder sobre la tierra que la salve de mis desmedidos regaños. Soy un volcán que está pronto a hacer erupción y arrasará con todo.

Con las balas cargo la ametralladora, llenando el cargador. El sudor me recorre toda la frente y me pega la camisa al dorso.

Dimitri no deja de ladrarle a los hombres que están siendo descuartizados sin piedad. Son espías. Toda una zona está llena de ellos que pasaron tres días quemando casas, abusando de mujeres y llevándose a niñas para venderlas.

En mi territorio. Todo esto sin mi permiso y bajos órdenes de la mafia rusa. Ya se volvieron un dolor en el trasero. Pero todo es culpa de Loukas y Jayden. El segundo recibía información clasificada de la cual se encargaba Dayana, quien solía aceptar la ayuda del miserable de su padre.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora