CAPÍTULO 79

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••Navidades en familia••

Venus

Cuento las maletas y hago un repaso mental de si me falta algo. Estamos por salir de camino a la pista privada y yo no quiero dejar nada. Llevo regalos muy lindos entregarlos pasado mañana.

—¿Eso es suficiente para ti? —no me convence que Cleo aparezca con una sola maleta.

—Es todo lo que necesito, mi niña. ¿Y tú sí necesitas esas 10? —abre mucho los ojos.

—No solo llevo ropa. También cosas que Yuriko me encomendó para la cena.

—Ya debemos irnos —Herodes regresa del balcón en donde estaba hablando por teléfono.

—Dimitri —lo llamo.

—Está mordiendo tu peluche de reno —avisa su dueño muy tranquilo.

—¡Bebé, eso no se hace! —voy a quitárselo.

Casi todos los ha usado como sus juguetes.

—Vayan bajando todo —escucho como les ordena a los escoltas.

—¿Estos dos? —le muestro a Dimitri— Los llevaremos para que juegues. Nos vamos, andando.

—¿Para qué es eso? —el amargado enarca una ceja cuando le extiendo los peluches.

—Para que mi bebé se distraiga. Tómalos, debo colocarme el abrigo y coger la cartera.

—No voy a llevar esas cosas.

—Sé un buen novio. Ya no estamos en modo Alpha o mano derecha —meto los brazos en el abrigo.

—Es un Rottweiler asesino. Estas cosas, "peluches", lo harán ver menos letal.

—Como tú te ves cada que me haces cosquillitas en las mañanas —ataco tranquila— Después finges Alzheimer.

Resignado porque sabe que me gusta presumir lo expresivo que es conmigo cuando ni siquiera se da cuenta de que lo está haciendo, se adelanta, esperándome cerca de las puertas del ascensor.

Recojo la cartera del sofá, reviso que no me falte nada. Ayer Cleo limpió bien todo el pent-house, podemos irnos tranquilas.

Subimos al ascensor, en el estacionamiento ya alistaron los autos y no quedó nada por guardar en las cajuelas. Hoy el frío está mal elevado que ayer, pero, la nieve no cae con mucha intensidad y por ello el vuelo será dentro de unos minutos y no esta noche.

Tendremos un viaje largo.

Imponiendo su autoridad, Herodes pretende que Cleo vaya en la otra cabina. Claro, el pervertido quiere manosearme y hacerme cosas sucias durante todas las horas de vuelo. Lo convenzo de lo contrario porque allá podremos tener tiempo para los dos.

En vez de dormir muchos ratos, con Cleo puedo ver capítulos de su telenovela favorita y disfrutar de cómo Dimitri juega con uno de los peluches.

—¿Conoces a los monjes? —bombardeo con preguntas a mi nana— No quiero que te sientas incómoda. También conocerás a los señores de los que te hablé.

—No los he visto, pero sé un par de cosas de ellos.

—Son buenas personas. Las vas a amar.

—Lo único que sé es que hace muchos años ayudaron mucho al señor —susurra.

—Lo quieren mucho. ¿Crees que podamos preparar un rico pavo en el horno?

—Estoy segura de que sí. Tendremos que ir de compras por algunas cosas.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora