CAPÍTULO 08

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________•• Karma••________

Megan

¿Tengo la vida que quiero?, no como quisiera, pero  me gusta así y sé que en algún momento puede mejorar, solo necesito resolver un par de cosas aunque sea algo complicado. Pasé por mucho para llegar a donde estoy, no pienso echarme para atrás justamente en estas alturas de la vida. Debo seguir firme ante las circunstancias.

Me termino de vestir para bajar a desayunar. La niñera se encarga del pequeñín que yace despierto sobre mi cama jugando con un oso de goma, le encanta ese juguete, sobre todo, morderle los ojos y estrujarlo como si no le gustara, pero lo ama, no le gusta que se lo quiten.

Se vuelve un mar de llanto si lo toca alguien más que no sea yo.

Me acerco tomándolo, su cabello negro brilla como siempre, beso sus mejillas muriéndome de ternura cuando se le enrojecen de una forma muy tierna.

Incómodo se mueve, tampoco le agrada ser abrazado tanto, es un pequeño amargado al que el iris azul le cambia a un color más oscuro cada vez que le colman la paciencia como en este momento que pellizco su nariz, jugando con él mientras que la chica se encarga del equipaje. Viajaremos hoy y regresaremos mañana antes de la fiesta de presentación.

—Señora, iré por el biberón— cierra el cierre del equipaje del bebé.

Mi guardaespaldas principal entra con otro, sacan el equipaje que son tres maletas. No deberían ser tantas, pero las cosas del bebé siempre debo tenerlas a la mano, sobre todo en el jet. Si me falta algo, sería un estrés adicional y ahorita necesito estar calmada.

Recojo la cartera y salgo con Hael en brazos, pesa lo normal, no me molesta cargarlo, aunque la mayoría de las veces es la niñera quien lo tiene. En el pasillo se me atraviesa Mario, viene saliendo de su habitación personal. Repara el equipaje que lleva mi escolta y luego lo que sostengo.

—El Alpha salió, te aviso por si se te ocurría la brillante idea de ir a buscarlo en alguna parte de la casa.

Siempre tan cortante pese a que sabe quién soy, no le agrado, desde que nos conocimos nunca lo he visto con intenciones de entablar aunque sea una amistad por ser la madre del hijo de su jefe. No parece tener la mas mínima intensión de nada, ni siquiera porque pasen años y nos tengamos que estar viendo muchas veces.

—¿Para dónde salió?

—No tengo idea.

Frunzo las cejas «Me está tomando el pelo, siempre lo hace».

—Empiezo a creer que si me caso con Herodes, tú serás una especie de ex celosa.

Me abre paso señalando el camino, su rostro siempre inexpresivo, no sé en que piensa o lo que opina.

—Que tenga buen viaje mi señora. Cuídese y recuerde el evento de mañana en la noche.

El sarcasmo lo noto en seguida.

—Aquí estaré, sin falta y para presentar al futuro Alpha de la mafia.

—Por supuesto, señora.

Sigo mi camino, con un mal sabor en la boca que empeora al ver a mi suegra y a Savannah en uno de los sofás. Es temprano, pero no se sorprende verlas despiertas.

—Esa preciosura, venga con la abuela— me lo quita y se lo doy, aun me queda unos minutos.

—Todo un Blackwood, es hermoso, ya me lo imagino en unos 20 años, robando corazones y posando para las mejores revistas de solteros codiciados —comenta la castaña.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora