CAPÍTULO 72

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••Posición••

Venus

Hace muchísimo tiempo que no me sentía 100% llena, desligada de todo el entorno o dejándome enloquecer con las emociones y sensaciones que destruyen cualquier negación o mal pensamiento del pasado.

La razón desaparece de mi mente. Exudo adrenalina y deseo, hiperventilando con el corazón bombeándome a una velocidad preocupante, parece que se va a detener por completo, eso debería hacerme parar, pero no soy capaz.

Sigue mordiéndome los pezones, lamiendo cada que prevé que el dolor se extiende por todo mi seno. No sé cómo lo hace, pero estoy temblorosa y con la respiración vuelta un caos. Esos maliciosos dedos bajan poco a poco tocando mi abdomen, vientre, dando círculos y rosetones. Al sentir que va a bajar al destino que quiero, vuelve a mis tetas, acariciando por debajo.

—¿Lo sientes? —la saliva cae sobre mi pezón— ¿Arde y duele? —mi estremecimiento le saca un ronca y sensual risa— ¿Me detengo?

—Tú sigue —musito excitada.

—¿Segura que no quieres que use la fusta?

—No soy un caballo.

Regresa esa risa tan poco casual, pero muy hechizante porque revela perversidad.

—El placer sería extremo —frota la nariz en mi mejilla, debilitándome las piernas— Sería parecido a darte nalgadas. Te hacen falta por desobediente e insolente.

—Prefiero las nalgadas...

—Déjame mostrarte un poquito más de lo mucho que te va a gustar mi modo Black.

—No soy una sumisa, Herodes.

—Eres mi novia; puedes hacerme parar cuando quieras, tienes el carácter para hacerlo.

Mi cabeza se llena con la necesidad de pedirle que ya me toque allá abajo. Lo haría si tan solo no me gustara las ganas que me genera su "modo de excitarme". Cada cierto tiempo una cantidad de humedad sale de mi vagina, empapándome los muslos porque cada que hago el amago de cerrar las piernas, vuelve a morder.

Cada lamida trae consigo una mordida, mis pezones se ponen más duros como si fuera posible, el cosquilleo se va acentuando en mi vientre, mandando la ola de calor a mojarme.

Perdí la cuenta de cuánto tiempo lleva enseñándome esto, que, es algo de dominación, cosa que me dejo hacer solo porque no incluye nada de amarrarme o golpearme con varas o fustas.

Mis manos siguen a los costados de mi cuerpo, una de las suyas apoyada en el ventanal ya que está inclinado para poder llegar a mis pechos, la otra mano sigue acariciándome el abdomen.

Alzo el trasero cuando ya siento que, si sigue causándome el placentero dolor, voy a correrme sin siquiera haberme tocado o penetrado.

—Ya no aguanto —sincero con la vista nublada.

Siento que todo da vueltas. Esto es algo loco que supera mis expectativas. No pensé que con solo morderme y lamer mis tetas me haría enloquecer así.

—¿Huh? —esa mojada lengua se desliza por mis labios, haciendo que los abra en busca de ese beso que no llega— ¿Me detengo?

—¡Maldición! —exhalo desesperada.

—Esa boca, Adler —la mano que estaba en el cristal, pasa a aferrarse a mi cuello y la que acariciaba, baja poco a poco a mi pelvis— ¿Quieres que te toque?

—Ujum...—asiento perdida en el azul siniestro de sus ojos.

Elimina la distancia, esos dedos llegan a mi entrada, frotando lentamente, esparciendo todos esos fluidos acumulados. Moviendo las caderas de adelante hacia atrás, abro la boca respirar.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora