CAPÍTULO 03

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_________✧✧Imparable✧✧__________

Venus

Una vez despojada del miedo, los tormentos y la desconfianza, me siento completa, los recuerdos solo son como un incentivo que activa cada célula que produce la adrenalina que no me deja y debo estar calmando con entrenamiento, ejercicios y prácticas.

Mi dominio de idiomas está casi completo, en estos momentos estoy con los auriculares y la mente súper concentrada en la pronunciación y una que otra cosa. Ya estoy lista en esta parte, pero no está demás practicar.

Estoy exigiéndome mucho, para no perder el tiempo me mantengo en todos lados, menos descansando o sin hacer nada, Kassia me dice que estoy sobrepasando mis límites, pero es lo que mi cuerpo y mente piden después de tantos meses encerrada, llorando, podrida por dentro y entre esas cuatro paredes que me animo a ir a mirar para grabarme el olor a soledad, miseria y dolor; eso es lo que se siente aquí adentro.

Con las manos en los bolsillos, salgo eliminando esa antigua yo, borrándola de mi cabeza, puede quedarse para recordarme cosas, pero no para intentar devolverme a ese estado en el que estaba, no dejaré que suceda o que alguien quiera traerlo.

Hace dos días fue la prueba de baile y seducción, hoy realizarán los combates de artes marciales mixtas ¿Iré?; Claro que sí, no me lo perderé por nada, además estoy aburrida, no he visto a Marcus desde ese día y Kassia no me dice qué se hizo o cuándo regresará. Debo distraerme y lo haré pateando algunos traseros.

«Esa es la Venus Adler que nos gusta»

Soy una mejor y me gusta más.

«Nos gusta. Vamos a patear traseros a la antigüita»

Me envuelvo con la toalla antes de salir de la habitación, por donde camino, siempre me ven, no paso desapercibida y me encanta que sea distinto hasta cuando entro a las duchas, no he entrado del todo cuando me saco la toalla dejándola sobre mi brazo captando la mirada de los hombres.

Paso por el estante de jabones, elijo el olor de siempre y busco una regadera sola. A esta hora siempre se debe esperar, hay muchas personas, pero como mi paciencia es limitada, esquivo a los que están en el medio, mi radar fija el blanco, me detengo a dos pasos y la reparo de pies a cabeza, nota mi presencia girándose con el ceño fruncido, confundida.

—Estorbas y necesito ducharme— le digo tranquila.

—¿Disculpa?...

Se quiere hacer la valiente, merma el espacio mirándome mal, queriendo verse peligrosa delante todos los que nos miran. «Mal día para hacerte molestar».

—¿Te lo deletreo?— espeto.

—¿Te doy una paliza, maldita estúpida?

Un “oohh” inunda el lugar seguido de los murmullos de los que nos ven. Muevo el cuello, detesto tanto que de nuevo quiera venir a hacerme ver inservible, la cara me arde y mi respiración se vuelve pesada con la ira que recorre mi cuerpo haciendo que le dé un puñetazo en la nariz rompiéndola, la sangre cae y baña el piso en gran cantidad.

«¡Dale duro, con la silla, bicth!»

«Necesitará una rinoplastia» dice San.

Intenta hacer lo mismo conmigo pero soy más rápida estrellando su cabeza contra la pared, se tambalea, la tomo del cuello y el jabón se lo meto en la boca de un golpe, la mando al piso, intenta escupirlo pero mis reflejos son más rápidos, mi pie impacta en su boca mandándolo a su garganta, ahogándola y no me es suficiente, la tomo del cabello arrastrándola al centro del gran espacio, quitándola porque no es más que un estorbo. Todos se apartan porque soy el centro de atención, sin sentirme incómoda con mi desnudez, la suelto.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora