CAPÍTULO 60

90.6K 5.6K 16.1K
                                    

••Ardiente cicatriz••

Venus

¿Y si mi destino es no ser sacada de aquí?

«En este momento me gustaría que Enola te diera una bofetada. ¡Deja de pensar estupideces!» me grita Per.

San no dice nada, se acaricia la frente, caminando en círculos.

Ya perdí la noción del tiempo, o bueno, los dolores de cabeza suelen mantenerme en un estado de mareos y náuseas que empeoran siempre que la adrenalina deja de hacer efecto en mi sistema.

He peleado un montón de veces, hasta tres o más en un solo día. He visto como a mujeres les da convulsiones o ataques cardíacos por culpa de la inyección. Nada de eso les importa a los apostadores. Solo desean ver más y más combates.

Enola siempre gana, y hace unas horas, me sorprendió que me ayudó a levantarme cuando casi me caigo en el baño. Ella ya notó que las dosis me están afectando, pero no por eso deja su antipatía de lado. Suele colmarme la paciencia varias veces, por lo que he llegado a apartarla de mí.

Paso la mayoría de tiempo arrodillada al lado del retrete, vomitando líquido amarillento con algunos rastros de sangre.

Nunca pensé que extrañaría tanto los jodidos medicamentos que Cleo y Herodes me recordaban tomar todo el tiempo. Los dolores de cabeza no cesan, los ojos me arden durante horas y el sueño ya es imposible conciliarlo.

Sé lo que conlleva estar bajo esos efectos. La doctora que está en la fábrica de Kiev, me explicó lo que no debe entrar en mi sistema, lo vulnerable que puedo ser a narcóticos, fármacos no recetados y descuido físico o interno en cuanto a medicamentos y cuidados se trata.

Soy una bomba de tiempo. El tratamiento me estaba manteniendo estable hasta que en cualquier momento pudiera hacerme unos exámenes. «Y ahora pasa esto» mi suerte no sirve.

—Se te va a salir la garganta —habla Enola muy cerca de mí— Al paso que vas te hará falta una transfusión de sangre.

Días anteriores y me había sentido algo mal. El estómago no dejaba de arderme al igual que los ojos.

—Estoy bien —me enjuago la boca en el pequeño lavado— ¿Qué han hablado sobre escapar?

—Carmen no es tan valiente como quiere aparentar. Ya las ganas se le han quitado.

Ya quiero salir de aquí.

—Hay que planear algo.

—Eso es obvio. Ya han pasado días y no vienen a sacarnos. Se supone que deberíamos estar full ocupadas con trabajo; cada quien haciendo lo que le corresponde. Pero se nota que nos depara el mismo destino que a Helen —empieza con la negatividad.

—Viniendo de ti es extraño que te estés quejando del jefe.

—No me quejo. Soy 100% leal y optimista. Pero, recuerda que hay planes importantes a ejecutar. Más que nosotras.

«Habla por ti, perranola. Yo si confío en el innombrable» declara Per.

«Hay que robar un teléfono y llamarlo» propone San «Nos saca porque nos saca de aquí»

—Si podemos escapar, hagámoslo. Igual tenemos el chip de rastreo. Podrán encontrarnos con facilidad —digo.

—Hagamos un plan entre las dos. Pero por tu palidez, dudo que rindas al 80%.

—Preocúpate por ti. Yo estoy bien —miento.

No soy indestructible. Pero tampoco pretendo echarme a morir y esperar que ella haga todo. Me desteta, y la creo capaz de dejarme a medio camino en menos de un parpadeo.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora