CAPÍTULO 22

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_________••Disonancia••_________

Venus

Sigo mirando la pulsera que adorna mi muñeca; es hermosa, sencilla, pero no menos costosa. La revisé varias veces, no tiene chip de rastreo o algo parecido, además, Flavio la estudió y solo es un accesorio que me gustó, pese a que siempre ando de malas, esta vez la dejé pasar y la conservaré.

Cuando el auto se estaciona, bajo rápido moviéndome para subir al helicóptero que espera por nosotros. Iremos a la dichosa construcción de lo tanto hablaba Judas con mi jefe. No sé de qué se trata, pero tengo curiosidad por saberlo.

Me desentiendo del aire que se cierne sobre mí siempre que estoy cerca del odioso que va con la atención en su teléfono el resto del camino en el que llegamos a una isla que nos teletransporta a otra época, literalmente; eso siento cuando bajo y observo a mi alrededor «Esto debe ser un sueño o una broma».

No sé que clase de juego me está jugando mi cabeza, o quizás es real y no me lo creo ni cuando Judas se nos acerca con tres de sus escoltas y el tal Nigel. Sus vestimentas me dicen que no estoy errada, pero el entorno me sigue diciendo que puede que sí.

¿Retrocedimos en el tiempo? ¿qué rayos es éste lugar?

—Alpha —saluda y me mira— Diosa.

—Tus gustos de distracción son algo peculiares, Rinaldi —mi jefe se adelanta y el italiano lo sigue— ¿Falta mucho para que todo esté listo?

—No. En menos de una semana todo estará listo para mi disfrute.

—Lo que hace el dinero.

Caminamos por una de las calles en dirección a la gran construcción que se lleva mi atención porque definitivamente, esto es una locura y también el que Judas quiera que se vea tan real haciendo que los trabajadores vistan como esclavos y los vigilantes como guardias que se encargan de supervisar la obra del coliseo que están construyendo.

«Italiano loco. ¿Para qué quiere un coliseo?»

Todo el ambiente es de la época pasada, desde las herramientas, hasta las pequeñas casas y el pequeño pero imperial castillo que veo a unos cuantos metros. Creí que ya había visto todo cuando estuve en la casa del sugar daddy apuesto, pero esto, esto me dice que no es el único con gustos antaños.

Las mujeres usan vestidos y llevan bandejas de madera con vasos para los sujetos que apilan las rocas que otros pican para darle forma a una estatua que están haciendo.

La cantidad de polvo me hace cubrirme la nariz con el pañuelo que tenía en mi cartera. Con disimulo sigo mirando todo, es imposible no sentirme miles de años atrás, y quizás, a punto de conocer algún rey o duque dictador. Mi jefe parece que ya sabía de esto, pero no tiene nada que ver, es de Judas y por lo visto, es para satisfacer su lado de millonario que lo tiene todo y quiere gastar en cosas así de excéntricas porque...

Solo a él se le ocurre construir todo un pequeño pueblo basado en los siglos de Hércules... Lo único que falta es que tenga una estatua con su figura, oh esperen, si la tiene; dos, están  cada lado de la gran entrada del coliseo; él, vestido con túnica y una corona, aparte sostiene un extraño bastón, adornado en la punta con una serpiente.

—Soy un gran amante de la mitología griega, la época medieval, las historias de reyes y reinas..—se detiene a mi lado y lo miro por el rabillo del ojo— ¿Te gusta?

Pues...

—Siento que retrocedí en el tiempo. Se nota que el dinero complace los gustos más ambiciosos..

—Cuando estás acostumbrado a tener lo que te plazca y eres de esos que quisieras saber que se siente vivir en épocas pasadas; lo regresa para salir un poco de la vida actual.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora