CAPÍTULO 86

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••Trampa••

Venus

Dos días después.

Hay mucho movimiento dentro y fuera de la casa. Hoy se llevará a cabo la ejecución de Fernando Bontate. «Ya era hora»

Tres chefs me interceptan cuando termino de bajar las escaleras. Uno sostiene un platillo a base de cerdo asado y una salsa para untar los trocitos.

—Mi especialidad de hoy, señora —habla en coreano.

Con los palillos tomo el trozo y lo baño en la cremosa salsa. Mi paladar se deleita. El sabor termino medio de la carne hace una perfecta combinación con la salsa; esta sabe a pan y algo crujiente que no distingo.

Muy buena.

—Me gusta —respondo en su idioma.

—Pasta con camarones —el chef italiano me acerca el platillo.

Está exquisito. También lo apruebo. Por último, un chef latino me muestra un tamal humeante cortado a la mitad. El relleno muestra trozos de carne o pollo...

Como un gran trozo y... Muy rico.

Me ofrecen una servilleta y esperan mis órdenes.

—Me quedaré con la pasta —le digo al chef italiano y no tarda en extenderme el platillo—. Pueden ir a seguir trabajando.

Ni bien se terminan de alejar cuando Mara me avisa que ya llegó mi esperada visita.

Me siento en los sofás y termino de comer mi pasta en lo que Yuriko termina de llegar. Me abraza durante largos segundos, pregunta cómo estoy y el por qué allá afuera hay mucha seguridad rondando. Le explico rápidamente el motivo. Se alegra de haber venido.

—Los traidores nunca van a faltar —se sienta a mi lado— Tienes que cuidarte de ellos. ¿Siguen sin atrapar a Megan?

—Ese es un asunto en el que empezaré a centrarme —respondo tranquila.

—Ya debería estar muerta.

—La muerte es un camino muy fácil.

—Pero seguro.

Me paso las manos por el cabello. La empleada se lleva el plato y va a buscarme algo de tomar.

—¿Cómo van las cosas por aquí? —pregunta.

—Bien. Hoy será una tarde y noche larga —desbloqueo el teléfono.

—Que fotos más hermosas —exclama levantándose— Son inmensas.

—Herodes las quería más grandes —río sacudiendo la cabeza— Fue su idea. He de admitir que me encanta verlas.

—Se ven sublimes. Necesito una así, más pequeña, para tenerla en casa.

—Nos sacaron muchas fotos ese día. Puedo darte una.

—Te lo agradecería mucho, linda.

—¡Yuriko! —la voz de Cleo se escucha muy cerca.

Dimitri viene con ella y este no tarda en subirse al sofá, dejando la cabeza en mis piernas.

—Mujer, ¿Cómo estás? —la asiática la saluda con un abrazo.

—Feliz de verte. No sabría que vendrías.

—Olvidé decirle —me disculpo.

—No pasa nada. Ya estoy aquí —vuelve a abrazarla— Y no me iré mañana. Vine a pasar unos días aquí. ¿Necesitas ayuda en algo?

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora