CAPÍTULO 35

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_____••Antecedentes••_____

Megan

Dos días después. Sábado, 02 de mayo del 2024.

No creo que sea malo estar profundamente arrepentida de algo. Somos seres humanos, solemos equivocarnos, ¿Cierto?.

El único problema fue que mi equivocación me costó la vida de mi madre, el estar con mi hijo, mi vida estable, el amor de mi hermana y la libertar que ahora no tendré porque soy considerada la desleal y traidora rata que manchó el nombre del jefe de la mafia Alpha.

Mi estatus, mi reputación, mi nombre; todo se ensució con una de las peores marcas la cual he visto sin parar en todos lados: “La desleal que se acostó con el novio de su hermana, también primo de su prometido y padre de su hijo”.

El rostro de mi hermosa madre, se sigue repitiendo en mi cabeza con las imágenes de la última vez que la ví, abracé o me miró con esos lindos ojos que tenía y se apagaron cuando la mataron básicamente en frente de mis narices, para darme uno de los tantos escarmientos que el hombre que amo, querrá darme por jugarle tan sucio y verle la cara de tan manera.

La sangre, el ácido, los gritos y el llanto; todo lo sigo imaginando y oyendo cuando trato de dormir, pero no lo consigo ni porque mis ojos se cierren, no puedo conciliar el sueño; el sentimiento de culpa ligado con arrepentimiento, no me deja en paz.

Tampoco sirve de ayuda, el hecho de que la persona que veo cada maldita hora, no hace más que burlarse de mi sufrimiento, demostrando que es una bestia sin sentimientos y portadora de un frío corazón.

«Ese que cada Blackwood tiene» he idéntico al que posee mi amante, hombre al que tendré que verle la cara por un muy largo tiempo durante mi exilio.

No debí pecar, no debí dejar que el despecho y las ganas me arrojaran al vacío de donde siento que no saldré y que apenas comienza mi martirio.

Hundo el rostro en la almohada, dejando escapar un gran grito lleno de sufrimiento y frustración, sintiendo como mis cuerdas vocales, se desgarran y mi ser escapa completamente dejándome con dolor de cabeza y las lágrimas saliendo sin control al pensar todo lo que vendrá.

El rostro de Herodes y sus palabras cuando me quitó a mi hijo, es algo que no puedo dejar de pensar porque... No quiero que le ocurra nada, pero está cerca de la mujer a la que le hice la vida imposible, no lo recuerda, pero si lo llega a suceder.. Apagará la luz de mi vida y no podré vivir con ello.

Herodes no dejará que nada le suceda. Repite mi cabeza para calmarme, pero no logra nada. Vuelvo a gritar, sollozando sin parar y queriendo que las sábanas me traguen.

—¿Sigues llorando? Basta, Megan, no es el fin del mundo —arroja sobre la cama una bolsa— Vístete, conocerás el lugar. No viniste a estar solo encerrada aquí.

Se va y me quedo en la misma posición fetal, mirando la bolsa y después el plato de comida que está sobre la mesita al lado de la cama. No he probado nada, solo agua.

No quiero levantarme y no lo hago, causando que dos sujetos entren y a las malas, abran las cortinas, saquen la ropa de la bolsa, adviertiendo que lo harán ellos sino me digno a hacerlo yo misma.

Con dolor en el pecho, les pido que se vayan y no me queda más remedio que levantarme, ducharme y vestirme con el vaquero y la camisa mangas cortas que me trajeron.

Me recojo todo el cabello y salgo de la habitación, evitando detallar nada, solo sigo avanzando hasta salir por la puerta que recuerdo haber entrado. El sujeto que me vigila, camina detrás de mí cuando me encamino hacia la mesa que ocupa Jayden y la persona que posa sus ojos sobre mí.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora