CAPÍTULO 68

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••Evolución••

Venus

Dos días después

Un televisor sin control remoto que va pasando las imágenes tan rápido como fuera posible. Así está mi mente desde que herí a Herodes y no me lo perdono.

Por más que me dijo que no fue mi culpa, lo hice sin intenciones. Yo me sigo crucificando sola.

Debo mejorar. Muy en el fondo de mi ser, eso deseo, hay alguien que grita y me anima a hacerlo.

Basta de cobardía. Si fui capaz de ir a Italia y hacer lo que hice, debo salir de esta situación y mejorarme. Lo merezco. Ya viví mucho tiempo jodida.

Muevo las manos, soltando exhalaciones. Los músculos se me tensan, las piernas no dejan de temblarme.

—Pareces una rama chueca —Renzo sigue mirándome desde su colcha, supervisando que siga practicando posturas que, según él, me van a ayudar a manejar mi chakra cuando llegue el momento indicado— Estás tensa.

—Mi sistema nervioso no me ayuda —excuso.

Los temblores son incalculables. Duele hasta el rincón más interno de mí.

—Ya vas mejorando. Ayer no podías levantarte, hoy si —mueve las manos sobre los inciensos— Continúa.

Dobló las piernas y levanto las manos, me descoloco, cayendo de rodillas y agotada.

—Necesito tomar algo —pido jadeante.

—Los líquidos están prohibidos hoy. Deben tratarte y no puedes haber ingerido nada, solo tener el cuerpo relajado y mente tranquila.

—Ya llevo dos días sin comer bien.

—Después podrás degustar un banquete. Por ahora, vas a seguir las indicaciones y mejorar —regaña.

Siento que muero de hambre. No poseo mi peso adecuado, eso me llena de inseguridad, pero debo esperar los tratamientos que son para el estado físico, esos se aplican luego.

Hago como que la colcha grande es una cama. Me acuesto y veo el techo de madera. Desde que estoy aquí, no rondan muchos aprendices por la casa, todos están en el templo, siendo entrenados por Katashi. Vino a verme una vez y se fue.

Todos me agradan. Revivo la última vez que estuve aquí. Esos fueron días maravillosos. Espero que estos también.

Recibo mucha atención, también consejos. Además de Herodes, Yuriko y Renzo quieren que me mejore pronto. Dicen que debo entrenar mi alma y mente, trabajar con las dos.

Me está costando mucho. Es como si tuviera miles de caballos indomables en mis pensamientos. Debo ir lidiando con uno por uno.

—La pereza resta mejoría —alega Renzo con voz lenta y calmada— Te veo muy feliz en ese piso. Mientras más tardes en mejoraste, más tendrás que ser tratada.

Me cruzo de piernas, optando por hacer yoga unos minutos, calmando la mente. Cada que cierro los ojos, pienso y recuerdo más.

—Estás en etapa de negación —deduce— Si no aceptas tu perdida, te va a atormentar toda la vida y no le darás el descanso que necesita.

—¿Cómo te de aceptar algo que nunca quise, pero llegué a amar cuando ya no había vuelta atrás? —cuestiono con un nudo en la garganta.

—¿Piensas sentirte desgraciada toda la vida?

—Es algo que mi ser no quiere abandonar.

—Si no lo quisiera, estuvieras en la habitación y no aquí intentando manejarte.

ARMAGEDÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora