CAPÍTULO 64

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••Cenizas••

Venus

¿Me voy a dejar vencer por las secuelas?, Eso jamás. Tengo metas y objetivos. Primero los cumplo y después muero si así lo quiere el destino. Pero por ahora, debo vivir y empezar a mover mis fichas.

Ya han pasado 24 horas en la cabaña que Julián consiguió. Le debo mucho. Viajó hasta Transilvania para ayudarme y, trajo medicamento que ha tardado en hacerme bien, pero va funcionando, ya la sangre dejó de ser regurgitada por mi boca, la fiebre cesó y puedo estar de pie sin que el cuerpo me falle.

Conseguir sangre no fue fácil, me dejó aquí y tuvo que salir a resolver eso. La consiguió y en menos de nada me hizo transfusiones.

Siento como si el alma me volvió al cuerpo. Lo único que no se van son los flashbacks que tienen mis recuerdos. Pese a estar tomando el tratamiento, no funciona para apresar todo eso que surgió. Eso solo significa una cosa: no se irán a menos que me someta a una rehabilitación mental. Y eso si que no lo haré. Ya no pienso volver a La Fortaleza.

Me remuevo en las suaves sabanas. Es como estar en el cielo. Apacigua un poco el malestar que me dejó el tratamiento al tomarlo esta mañana. En fin, volví a acostarme y recién despierto.

Debería comer algo, pero la garganta si me duele demasiado, es molesto hasta hablar.

Arrastro las piernas fuera de la cama. Necesito ducharme y refrescarme un poco.

Con sumo cuidado, quito de mi antebrazo la vía intravenosa. Ya se pasó toda la sangre, lo último que me faltaba. Por fin.

Todo lo arrojo en el bote de basura y antes de ir al baño me saco la ropa.

Abro la regadera y suelto una risilla al ser empapada por la tibia agua. Haciendo contacto por toda mi piel. Hace días que no disfrutaba de una ducha sin tener que quejarme del frío o dolores en los huesos.

Diré algo que no pensé manifestar desde hace mucho. En este momento amo el tratamiento. No sé cómo hizo Julián para saber cuál traer. Claro, sin duda alguna, el señor Cosmin le explicaría lo que me pasaba y Adams armó cabos sueltos. Me alegra tenerlo de mi lado. El hecho de haber recobrado muchas emociones, me hace sentir extraña, pero menos retraída. Es como si pudiera respirar mejor.

Estoy consciente de que pese a recordar, no podré ser la misma que antes. Ahora solo queda una Venus fría, odiosa y que se siente mejor estando alejada de las personas. Es todo lo que me queda.

Quizás el tratamiento no es lo correcto después de recaer con tal severidad, pero es lo que hay por ahora y necesito que me mantenga durante pocos días. Debo hacer algo y por ello, tendré que enfrentarme al innombrable. No he parado de pensar en él. ¿Qué estará haciendo? Debería pedirle información a Julián, tal vez él sepa algo.

—Ya suficiente pasividad. Es momento de empezar a mover mis fichas. Tú puedes, Venus —me repito.

Recordármelo es necesario para no llegar si quiera a pensar en cambiar el orden del plan.

Me unto el cabello con champú, también acondicionador, por último, me seco con la toalla y procedo a peinarme con sumo cuidado para que la cabeza no me duela.

De un pequeño bolso saco las pocas prendas que me compró Julián. Evito impresionarme al comprobar que me queda a la perfección el conjunto de brasier y encaje, solo que... es una talla menos a la que uso ya que, así como las secuelas me destruyen, me hacen bajar un poco de peso.

—Todo estará bien —me muerdo el interior de la mejilla— Solo son unos kilitos menos. Luego volverás a estar mejor.

Muy en el fondo de mi cabeza algo me dice que no me mienta. Me veo afectada, bien sea por las ojeras, el cabello reseco, la piel y los labios. Mi color de tez es más pálido que de costumbre.

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