2: Martes

55 9 35
                                    

El desayuno ha ido de maravilla y la primera clase también. Cabe admitir que ha dado cientos de vueltas para encontrar las salas, pero no está mal el lugar. Ha sido extraño compartir profesor con otros setenta alumnos.

—El señor Pictet está de baja. No hay profesor de física aún— asegura uno de los profesores y los alumnos celebran poder irse a descansar una hora antes. John no tiene más que ir a su habitación a leer.

—Hola. ¿Eres nuevo?— Pregunta un joven también rubio y con un acento fuerte.

—Sí— dice John algo extrañado por el acercamiento.

—Perfecto. Lleva cuidado que la primera semana es densa— asegura de forma tranquila y le da dos palmadas en la espalda antes de marcharse.

—¿Y?— Pregunra sin entender nada. —Perfecto lo que me faltaba— susurra caminando hacia su habitación y encuentra a un chico castaño de ojos azules, algo más bajo que él, saliendo de una habitación cercana.

—Buenas— dice el hombre saludando a Laurens por cortesía.

John entra y se sienta. En verdad no le apetece leer, se siente algo solo. Pasa el resto de mañana mirando a la ventana y a la hora de la comida se le acerca una joven.

—Oye, esta noche hay fiesta de primero detrás del campus, por donde la facultad de derecho— dice con una sonrisa y se marcha por donde había venido.

John supone que se refiere a esas fiestas de las películas. Parecen aburridas, así que no considera demasiado ir.

Mas tarde, llama a sus padres. Ayer solo compartió un par de mensajes con ellos.

—¿Todo bien? Recuerda llamar a tu psicóloga al menos dos veces por semana, eh— dice su madre y John asiente. Lo tiene claro hace unas veces. —¿Y tus compañeros?

—Extraños, mamá. No son elegantes. Es extraño. ¿De verdad van cómodos con esa ropa?— Pregunta y su madre ríe al otro lado del teléfono.

—Bueno, mamá, papá, os dejo. Aquí es tarde y no quiero molestar a mis compañeros— dice antes de despedirse y colgar el teléfono.

Se sienta un rato en intenta relajarse. Está satisfecho con la cena y tiene bastante sueño. Al acostarse, mira su teléfono y sus chats fijados.

—Ay, Frank. Si al menos tuviese tu compañía— dice viendo una de las fotos. Está hasta la leche de pensar, debería salir a dar un paseo o terminará llorando a moco tendido. ¿Quién quiere llorar un martes por la noche? Mejor vamos a dejarlo para el fin de semana.

Laurens se pone algo de su ropa favorita y su abrigo. Cuidar su aspecto siempre le sube los ánimos, al igual que hacerse recogidos en el pelo o tan solo peinarlo. Su madre le solía decir cuando era pequeño que su cabello era de los más hermosos.

En la noche hace tanto frío como en la mañana y el olor a pino no ayuda demasiado. Quiere acercarse a la fiesta, aunque sea a ojear un poco. Tal vez hace hasta un amigo.

—¡Ey, hola!— Dice la chica que le había invitado.

—Hola.

—Veo que te has animado— dice con una sonrisa. —Me llamo Anne. Aquella de allá es mi amiga Ludwika. Verás que en un rato desaparece—   bromea girando los ojos. —Somos de cuarto. Se supone que estamos para dar la bienvenida. ¿Quieres apuntarte a las novatadas?

—No, gracias. No suena realmente maravilloso.

—Oh, venga. Ya será más divertido cuando estés en cuarto año y las hagas tú— bromea la joven. —Te traeré algo de beber— dice la mujer yéndose. ¿Como le dice a esta señora que no tiene edad para beber? Ella está siendo agradable, tampoco debería ser borde.

—Buenas— vuelve a saludar el hombre que había visto antes en el pasillo.

—Oh, buenas noches— dice Laurens y el otro le sonríe. Es realmente guapo. Él si tiene estilo— piensa John mientras ve al hombre alejarse y acercarse a la chica, amiga de Anne, y empezar a bailar con ella.

—Hey, aquí tienes el vaso. ¿Qué miras?— Pregunta Anne dándole el vaso y sigue la mirada del rubio. John da un sorbo de lo que sea que le haya traído.

¡Tremendo asco! Sabe horriblemente fuerte, aunque lleva un poco de refresco y eso es salvable. ¿Cómo debe explicar que lo máximo que ha bebido ha sido vino y licores que sus padres le dejaban probar cuando cenaban en una ocasión especial?

—Oh, los ves bailar— dice juguetona, mientras el punto de mira empiezan a besarse. —Te he dicho que Ludwika iba a desaparecer pronto.

—¿De qué curso es el hombre?— Pregunta John con curiosidad.

—Curso, dice. Es el profesor— dice Anne y John se atraganta con lo que estaba bebiendo. —Es licenciado en ingeniería de no sé qué. Soy de letras. Cómo habrás visto se le conoce por ser un tipazo. No es tan viejo, tiene veintisiete.

—Oh, bueno, gracias por la información, supongo— dice John sentándose en un lado mientras la música retumba en sus oídos. Al menos se siente más despejado.

La verdad es que está siendo más social que nunca, y por algún motivo no le da vergüenza. Ya se ha acostumbrado a ir bebiendo y, menos mal que ha cenado una buena cantidad de comida. Alguna chica se ha acercado a hablar con él con interés y para desgracia de John solo un par de hombres. Qué ya es bastante, ¿pero a caso el debe saber cuánto es lo normal?

—Te invito a un trago— dice un chico convencido. —¿No quieres bailar?— Pregunta tomándole de la mano y acercándose a unas bolsas llenas de botellas. Coge dos vasos limpios y con un poco de hielo añade algo de alcohol y refresco. Uno para ti y otro para mí— dice con una sonrisa guiñando el ojo.

Finalmente, John baila un poco con el hombre. Ambos están un poco afectados, pero no lo están pasando mal y John consigue distraerse, que es lo que realmente quería. —¿Eres de primero?— Pregunta encendiendo un cigarro y John asiente. —¿Fumas?— Pregunta ofreciéndole.

—No— rechaza la oferta. Ya tiene suficiente con el olor a humo que se le ha pegado a la ropa.

—Te presentaré a mis colegas— dice dándole un golpecito en el hombro y Anne se acerca.

—Me voy ya. ¿Te vienes? Ludwika se ha desaparecido hace media hora.

—No, me quedaré un rato— le contesta viendo al hombre. —Gracias, Anne, hasta luego.

—Adiós, pásatelo bien— dice la joven despidiéndose y el hombre con el que John bailaba le sonríe.

Ambos chicos se acercan al grupo de hombres y se saludan. —Tíos, os presento a John. Pasará la noche con nosotros— dice el hombre con una sonrisa. —Es de primero.

—Fantástico— contesta uno rellenando los vasos de todos y John sigue bailando con el hombre.

—Voy a rellenar los vasos— dice quitándole a John el de su mano.

—Yo ya he bebido suficiente— dice John encontrándose algo mareado. Tanto la primera vez no debe ser bueno.

—Venga, hombre, mañana ni empiezan las clases de forma formal— bromea acercándose a uno de los amigo que le susurra algo y ambos rien. John mira la hora, aún no son ni las doce.

Cuando el hombre regresa le devuelve el vaso y le sonríe de nuevo volviendo a bailar cerca del grupo de amigos. John se apoya un poco en el hombre que lo acerca a su cuerpo y acaricia su cintura mientras bailan. Se dirige muy directo a besar los labios de John que se aleja bastante rápido.

—Oh, no, no. No confundamos cosas— dice John viendo que se ha derramado algo de bebida en su Jersey.

—¿Por qué? Será divertido— dice con una sonrisa. —Ven— le dice  y John se acerca. Siente todas las miradas del grupo en él. —No te marches aún— dice acariciando su espalda.

—Está bien. Solo necesito sentarme un momento— asegura tomando asiento y el hombre que bailaba con él sonríe. —Me encuentro algo aturdido— le susurra al hombre que se ha vuelto a acercar.

—Es normal. Seguro esta noche descansas bien— asegura acariciándole el pelo.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora