56: Jueves

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Joder, con la resaca que tiene debe levantarse a abrir la puerta. Alguien llama y parece ser insistente. El gato tampoco quiere lavantarse. —Miso, ves tú — pide John viendo al gatito y finalmente se levanta para ver a Charlotte ahí delante, también en pijama y con una resaca hasta el cielo.

—Joder...— murmura John. —Follar más fuerte tu y Martha si se puede— se queja el rubio. —Para que no pueda dormir ni borracho imagínate.

—Regáñame después— dice Charlotte. —¿Te ha llegado algo de mi hermano en estos días?

—No, lo último que sé es lo del lunes— asegura dejando a la chica entrar.

—Han llamado sus amigos para decirme que está algo enfermo— asegura Charlotte. —No me había dicho nada estos días, no sé. Estoy preocupada.

—Me dijo que habían estado mucho en la nieve y que se sentía cansado, pero no lo sabía— asegura John.

Charlotte se sienta. —Ha pillado gripe— asegura Charlotte. —Espero que no tenga una crisis muy grave, ¿no? Los resfriados le sientan fatal.

—Lo sé. Espero que todo esté bien y se comunique con nostros pronto. Ya sabemos cómo es, no querrá preocuparnos— dice John.

***

Hoy no deja de darle vueltas a la cabeza con lo de Louis, con la noche de ayer y con demás cosas. Se ha distraído un rato sacando al gato al parque y ha estado pensando en hacerse algun pequeño cambio de imagen.

—No duele tanto— asegura Martha. —Ya verás. A mí me tuvieron que volver a abrir los agujeros cuando tenía doce años— dice tocándose los pendientes.  —Y los tatuajes supongo que tampoco.

Lo ha consultado de las suficientes maneras para tomar esa decisión: con su madre, Martha y su almohada.

—Solo lleva cuidado que no se infecte— dice Martha abriendo la puerta del estudio de su primo. —Verás que guay. Yo voy a hacerme un pendiente también, venga— dice convencida. —Ayúdame a elegir, eh.

***

Ha perdido bastantes horas de su vida, pero está chulo. —¿Te gusta, Miso?— Pregunta mirando al gato que solo le ignora mientras se lava las patas. —¿Crees que Louis nos llamará? ¿O vendrá una cartita? ¿Algo para nosotros?

—Soy estúpido hablando con un gato— asegura echándose en la cama. Desde que es padre gatuno no ha pisado la biblioteca y no suele salir tanto. —Eres bonito, eh. Ojalá a Louis le gustasen los gatos. Serías nuestro hijo. Pero no, al niño le tenían que gustar las serpientes. ¿A qué no tiene sentido?

John le cambia el agua al pequeño gato y después se sienta a leer. —Tengo que ir a ducharme. Te voy a ser sincero, me dan mazo asco las duchas que todos usan. ¿Sabes lo asqueroso que sería que yo me lavase las manos con la lengua cómo haces tú? Mi cuarto podría tener un baño como el de Louis, eh. ¿Le pido la llave a Charlotte? No, no, voy a sobrevivir. Tampoco voy a molestar por una tontería.

—Por cierto, Louis te tiene alergia y miedo. No te acerques, eh— asegura John.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora