161: Martes

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Hoy ha trabajado mucho rato en el ordenador. Tal vez es porque John está haciendo un examen y no ha tenido ninguna distracción en toda la mañana. Charlotte también está ocupada y ha dicho que se pasaba luego.

—¿Todo bien?— Pregunta Henry y el chico asiente.

—Solo tengo un poco de dolor de cabeza— anoche también se quedó hasta tarde corrigiendo el TFG de uno de los chicos. —No es nada— dice mientras se acuesta en el sofá.

Henry se marcha mañana a mediodía. No puede dejar al resto de los niños solos y ya ha comprobado que a ellos les va bastante bien juntos. Cuando se casen, espera ser el primer invitado.

—Vale, si necesitas algo, avísame— afirma Henry y vuelve a lo suyo durante un rato más.

Louis tiene bastante tos y después de un rato y una mejor postura en el sofá se va calmando. Menos mal, porque ya le dolía todo al toser. Se ha tomado un Paracetamol para el dolor de cabeza y se ha quedado durmiendo.

—Ey, muchacho, ¿aún no te has despertado?— Pregunta Henry acercándose al chico que abre los ojos con cuidado. —John está a nada de llegar— afirma Henry. Su hijo le había dicho que ya viene de camino.

—¿Qué hora es?— Pregunta tomando aire con fuerza y Henry mira su reloj.

—Las ocho y media pasadas— afirma el hombre, debe haber perdido la noción del tiempo después de esa siesta.

Louis se intenta reincorporar, no le gustaría quedar como un vago delante de ese hombre. Sin embargo no lo consigue. Siente que su visión se torna borrosa y empieza a toser de nuevo.

—Oh, no, no, no te levantes tan rápido— dice Henry y Louis se vuelve a sentar. Tal vez levantarse no ha sido una muy buena idea.

Efectivamente, Louis sabe lo que es. Solo que no puede expresarlo entre tanta tos y Henry ha tardado un buen rato en deducir que tal vez debería traerle el inhalador.

—¿Dónde está?— Pregunta el hombre y Louis señala la habitación.

—Cajón— dice mientras intenta beber de un vaso de agua que Henry le ha traído.

—Oh, vale. El cajón de la mesita— dice el hombre entrando a la habitación y encendiendo la luz. Ahora solo le queda saber que mesita es la de cada uno.

Al final ha tardado más de lo esperado en regresar y por fin ha encontrado las cosas, aunque son más de la que esperaba y no sabe cuál es. Si tuviese un solo inhalador sería una cosa, pero ya parece hasta una colección.

La tos se detiene por un rato, después de haberle destruido la garganta, así que espera un poco deseando que todo se le pase. Henry, como todo hombre responsable, le escribe a John para que se dé prisa en venir. Seguro él sabe si Louis necesita algo más.

—¿Mejor?— Pregunta el hombre y el chico asiente.

Sabe que no debería acostarse, pero está bastante mareado y no se mantiene sentado. Siente que le va a dar un síncope ahí mismo. Henry le ha ayudado a recostarse despacio y cuando lo ha hecho ha notado lo frío que está, así que le ha acercado una manta por si acaso en lo que llega John.

—Ya estoy aquí— dice John cerrando la puerta. Ha subido corriendo las escaleras y ya está allí. —¿Está bien?

—Sí, eso creo. Ya no tiene tos— dice el hombre.

—Ey, cielito— dice John acercándose al sofá. —¿Estás bien?

—Hmm... Sí— afirma mirando a John que parece preocupado y se acerca a escucharle la respiración.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora