115: Viernes

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-¡John!- saluda un chico por la espalda al rubio. -¿Dónde vas tan rápido?- Pregunta con una sonrisa y Laurens no se gira al no reconocer la voz. Está particularmente nervioso desde que regresó. -No te vayas- dice tomándole del hombro y John se da la vuelta. -¿A caso vas a ver al profe?- Ríe el hombre tan alto como John. -Te lo has llevado a América- bromea en voz alta junto a otros muchachos más. -¿Te acuerdas de mí?

-No, no sé quién eres- dice John algo extrañado y saca su teléfono para volver a irse caminando rápido hacia el edificio-residencia.

-Oye, estamos hablando- dice el joven sacándole el móvil a la fuerza. -Mi hermano me ha dicho que tienes lío con el profesor. ¿Es eso justo?

-¿Quién eres?- Pregunta Laurens intentando recuperar su móvil a la fuerza, pero los muchachos se lo pasan entre ellos. -¿Quién es tu hermano?

-¿Para que quieres saberlo? ¿Para decírselo al profe y que nos expulse? ¿Cómo los otros amiguitos?- Pregunta el hombre que se ve más mayor que John.

-Oye, devolverme el teléfono- dice con enfado. Estaba teniendo un día súper tranquilo como para que alguien así de tonto le arruinase el día.

-Pero mira con quién estaba hablando...- dice otro de los jóvenes intentando que John no le quite el teléfono. -Serás maricón.

-¿El niño de papá tiene que comérsela a los profesores para sacarse el grado?

-¿A cuantos profesores les haces favores de esos tuyos?

-Seguro que su "novio" está muy contento de saberlo.

-Contento está de tener un criollo, no lo cogió a principio de curso porque eso es cárcel, pero mira que muchachito.

-Claro, si se ha pillado un niño.

-No soy un niño- afirma John.

-Ay, que tiene dieciocho añitos... Qué mayor eres. Seguro que eres muy maduro para tu edad, eso te dicen los profes, ¿no?

-Oye, tengo que comprar un par de cosas, ¿llevas cartera?- murmura el primer chico tomando a John por detrás.

—¡Oye!— Grita John intentando soltarse del hombre que toma su cartera y la echa al suelo para que otro de los jóvenes la tome.

—Ochenta libras, no lleva mucho, eh— dice revisando bien. —¿Qué es esto?— dice viendo la foto. —Qué estúpido— dice partiendo casi por completo la foto.

—Tío, dale en resto de la cartera porque pa' que vamos a querer los documentos— dice el hombre y el otro la echa al suelo.

Cuando por fin sueltan a John, toma su cartera. En verdad, ochenta libras no le importan, y la foto es algo con valor sentimental.

—¿Quién es?— Pregunta de manera burlona.

-No os importa- murmura John empujando al que sostiene su móvil y sale corriendo tan rápido como le llevan las piernas.

-¡Eres un gilipollas, John!- dice el chico levantándose pero el chico ya se ha marchado. No es la primera vez que le dicen algo en esta semana. Cada vez es una persona o grupo distinto y reglamente. Parece ser que alguien ha ido hablando más de lo que debería.

Se mete a la habitación y decide esperar hasta que venga Louis. No quiere contarle porque sabe que entonces se meterá en el asunto y realmente no es tan grave.

Se ha sentado en el escritorio para intentar reparar la foto, pues no quiere tirarla o perderla. Para él, es preciosa y ha perdido un par de horas centrado en que quede lo mejor posible.

Espera que toda esta situación pase pronto y no se convierta en un martirio que lógicamente no merece. ¿Será porque la gente piensa que no tienen algo serio? Tal vez es porque se ocultan demasiado. ¡Sí! ¡Es por eso! ¡No tiene nada que ver la envidia de la gente, obviamente!

—Ya estoy aquí— dice Louis con dos cafés. —Te he traído uno— dice dejándole un beso en la mejilla. —¿Está bien si hablamos ahora?

—¿Hablar?— Pregunta John. —¿De qué?

—Sí, sobre lo de ayer— dice el mayor sentándose en la cama.

—¿Qué pasó ayer?— contesta haciéndose el tonto.

—Jack, dime, venga.

—No te preocupes, me he olvidado. Era una tontería. Estoy algo cansado, ¿por qué no... vamos a hablar un rato con las chicas? Creo que tú hermana quería jugar a un juego de cartas muy interesante.

—No te gustan mucho esos juegos, ¿no?— Pregunta Louis pues alguna vez ha intentado enseñar a John y termina siempre desesperado porque es incapaz de recordar las normas. —Dime que sucede, por favor—  pide acariciando el rostro de John.

—Solo creo que... quiero regresar a América— miente de forma bastante descarada, pero es mejor decir eso que otra cosa.

—¿Sí? Oh, claro está bien— dice algo confuso. Estaba seguro que hace poco John estaba dispuesto a ir por todo el mundo y que no eran las cosas así, pero no puede herir los sentimientos de su novio. —Si es algo que has decidido yo no puedo hacer nada... ¿Acabarás el curso?

—Sí, no te preocupes por eso. Es una tontería, solo tengo ganas de estar en casa y esas cosas.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora