136: Miércoles

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Menos mal que ha huido de la universidad. Se iba a volver loco. Espera que cuando regrese de Ginebra el ambiente esté más relajado. Está esperando en el aeropuerto a su padre que va a recogerle a pesar de no entender muy bien la visita de su hijo.

Al principio, durante el trayecto hay mucho silencio. No tiene muchas ganas de hablar pues ahora mismo hay muchos cosas que le abruman. Cuando llega a casa su madre se alegra y dice que se ve más rellenito, que así está mucho mejor. -¡Qué guapo mi hijo!- Dice dándole un beso en la frente. -Qué bueno que hayas venido. Ya te echaba de menos- afirma tomándolo de las mejillas.

Cuando por fin su madre lo suelta y termina de saludar a toda su familia, sale para dar un paseo por la ciudad. No es que haya cambiado mucho el sitio, pero él lo percibe diferente. Quiere ir a visitar a Víctor, tal vez más tarde, después de su paseo y de paso, antes de todo eso ir a comprar pan, que se lo ha pedido su madre y no puede decirle que no.

-¡Buenos días, Louis!- Dice el panadero con alegría. -Qué bueno verte de vuelta por aquí. ¿Qué te trae aquí?

-Una visita rápida para arreglar unos asuntos- afirma Louis mientras el hombre toma el pedido que ayer en la tarde hizo la Louisa.

-Oh, qué lástima que le visita sea rápida. Seguro los niños quieren verte- dice refiriéndose a sus hijos. Louis ha sido una especie de profesor para esos niños hace años.

-Seguro están muy mayores- afirma pagando y el hombre asiente.

-Han crecido como los árboles. Por cierto, François estará encantado de verte. Ha venido hace unos diez minutos como mucho- afirma el panadero.

-Oh... Sí, eso- dice tomando su bolsa.

-¿Qué pasa? ¿No os va bien?- Pregunta el hombre que no se ha puesto muy al día del chisme. Lo último que sabe es que François habló con él sobre que no estaban juntos pero iba a conseguir restaurar la relación.

-No mucho. No hablamos y... tengo nuevo novio. Él va a casarse, ¿no?- Pregunta haciendo como que tampoco está muy puesto en el tema.

-Eso dicen. ¿Se puede saber quién es tu nuevo novio?- Dice con curiosidad esperando conocerlo y que sea un chico de la ciudad.

-Un americano que he conocido en Londres.

-Oh, vaya, será que no lo conozco. Espero que lo traigas pronto por aquí y ne lo presentes- Afirma el hombre con una sonrisa.

-Claro que sí- dice antes de despedirse del hombre y salir pensando en sus cosas rumbo a casa.

No ha dado ni dos pasos en la calle cuando se choca contra alguien que le sujeta del hombro y le abraza. -¡Victor!- Dice emocionado dándole un abrazo y el mayor le devuelve un beso en la mejilla.

-No me habías dicho que has llegado- dice revolviendo el cabello del menor.

-Iba a ir a verte. Bueno, primero a casa a dejar el pan- asegura y el mayor decide acompañarlo todo el camino.

-¡Víctor!- Dice Louisa cuando ve al hombre llegar con su hijo. -Veo que ya has encontrado a mi hijo. ¿Y Thomas? ¿Por qué no venís esta noche a cenar?- Hace años que no se hablaba tanto con ese chico, hubo un tiempo donde se distanció de la familia.

-Claro. Thomas está en casa. ¿Vamos a decírselo, Louis?- Dice el mayor y de nuevo ambos van rumbo a la otra casa. -Oye, estás muy hermoso. John te tiene bien- afirma acariciando su hombro. -Me alegra verte mejor. Lo siento por haber sido un poco grosero a veces.

-Ya te he dicho que no pasa nada. Yo también he sido un poco... Caótico, supongo— dice riéndose pues es lo mejor que puede hacer.

—Me gustaría presentarte a Thomas formalmente— afirma el hombre pues Louis y él no han tenido muchas oportunidades de coincidir.

—La verdad es que no lo conozco mucho, estaría bien— afirma pensando en el hombre que ha visto de pasada en algún momento. —¿De dónde ha salido?

—Vino a Ginebra en busca de inspiración para sus poemas— afirma el mayor. —Y nos encontramos— afirma con una sonrisa. Ese hombre es maravilloso.

—Qué bien— dice contento pues comparte la felicidad del otro. Se merece ser feliz. —Entonces supongo que es poeta.

—Sí, por eso se quedó aquí a vivir. No tenía nada que perder en Inglaterra— afirma Victor y cuando se dan cuenta ya han llegado a la casa.

—¡Thomas!— Grita el hombre buscando a su novio.

—Es muy curioso que los dos seáis escritores— dice Louis mientras se adentra en esa casa. Hace años no pisaba aquel lugar y sigue intacto.

—Soy un físico frustrado— afirma Charles viendo cómo el menor se despista viendo el lugar.

—Buenos días— dice Thomas saliendo de una habitación. —Veo que tenemos invitado— dice contento. —Hola, Louis.

—Hola— saluda de vuelta viendo detalladamente al hombre. Se ve algo mayor, pero parece agradable. No es ningún problema para Louis, suele llevarse mejor con la gente mayor.

—Eres igualito a las fotos que he visto— dice el hombre acercándose y tomándole de la cara. ¡Qué manía tienen con hacerle eso!

—¿Has visto fotos?— Pregunta Louis mientras el hombre observa sus rasgos.

—Algunas de las que tengo guardadas— explica Victor.

—Qué ojos más bonitos— dice Thomas soltando la cara de Louis.

—No debes haber visto los de mi novio— contesta Louis y el mayor sonríe. Por supuesto que los ha visto. Son de un intenso azul, pero no por ello son más hermosos que los ojos marrones que los tres tienen.

—Perfectamente podrías ser mi hijo— asegura Thomas que a todos ve como sus posibles hijos.

—¡Thomas!— dice Victor. —¿Qué hemos dicho?

—Qué no puedo quedarme a los niños— dice el hombre cruzando los brazos. —Pero es tan tierno.

—No soy un niño— dice Végobre un poco molesto. —Tengo veinte años.

—Ayyyy, veinte añitos— dice Thomas. —¿Cómo quieres que no me encariñe a esta cosita? A estas edades, uno ya se arrepiente de no haber tenido hijos— afirma el hombre. No puede evitarlo, Víctor le ha hablado mucho de Louis. Ya tenía ganas de conocerlo más de cerca.

—Veníamos a decirte que mi madre quiere que vengáis a cenar esta noche— Afirma Louis y Gray sonríe.

—Encantado— afirma contento. —Por cierto, Víctor me ha dicho que haces pasteles buenísimos, debes pasarme la receta. Ah sí, y tienes un novio de las Américas muy agradable.

—¿Te lo ha dicho Víctor?

—No, tuve el placer de conocerlo aquí, la otra vez que vinisteis. Muy agradable y tierno muchacho.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora