35: Viernes

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—¡John!— Llama Charlotte tomando al chico de la manga del abrigo con fuerza. —Necesito rápido que me seas sincero ¿sí?— Dice con brusquedad. —¿Te gusta mi hermano?

—¿Q-qué?

—He dicho rápido y sincero— dice Charlotte casi amenazante y el rubio se queda avergonzado. Sus mejillas están rojas, arden y no sabe cómo se librará de esa pregunta.

—S-sí— murmura para sus adentros.

—Entonces necesito que des tú el maldito paso hacia delante y que se lo digas en la cara— asegura Charlotte. —Louis nunca te pedirá nada, tienes que saber cuándo necesita que estés ahí y lo necesita. Se carcome ma cabeza él solo y lleva desde ayer llorando.

—¿Por qué?— dice preocupado.

—Te soy sincera, está enamorado y es sensible. Entonces se preocupa por lo que tú opinas de él y ahora le ha dado por comerse la bola con que está haciendo algo mal.

—Me habló de ello el miércoles, pero no sabía que le afectaba tanto... Ayer me saludó y me dijo que esperaba que los viésemos en el fin de semana.

—Porque no quiere que tú sepas que se mata penando en ti. Está en un plan de que le da vergüenza absolutamente todo. No es tu culpa, solo que ya sabes que ha pelado con François y ahora no deja de pensar que lo hace todo fatal.

—Sé que lo de François le está afectando. Creo que hablaré con él esta noche.

—¿Se lo digo? ¿Le digo que quieres verlo? Tiene el teléfono apagado otra vez...

—No, yo sé dónde lo podré encontrar y cuando.

—Si es al biblioteca te aseguro que...

—No es la biblioteca. Es nuestro sitio— asegura John. —Sé que irá.

—Muchas gracias por hacer esto.

—No es nada, no estaba seguro de tener esta conversación con él tan pronto pero sabía que este día iba a llegar.

—Si realmente te gusta no vas a perder nada, él te tiene una gran estima— asegura Charlotte.

***

John baja por las escaleras de siempre. Hoy camina en silencio hasta llegar al lugar.

En un principio se asusta puesto no se da cuenta de donde está el chico pero luego ve que está acurrucado en la esquina escondiendo su cara en sus rodillas. También está fumando, como todas las noches hace.

John se acerca y Louis escucha unos pasos pero ni tan solo levanta la mirada. El rubio se pone de cuclillas frente a él y roza los brazos del mayor para separarlos y poder darle un abrazo.

—Buenas noches, Jack— dice intentando tener su sonrisa, siempre presente.

—Hola— dice acomodándose entre sus brazos sin ningún miedo. Un poco nervioso, pero nada más. —Dijiste que nos veríamos este fin de semana— asegura John. —¿Para qué esperar?— dice dándole un beso en la mejilla.

Louis si que se encuentra realmente nervioso. No se esperaba que John apareciese esta noche.

—¿Te sucede algo hoy?— Pregunta John haciéndose el tonto. —¿Es Francois?

—Estoy bien. Olvida a François— dice estrechando a John entre sus brazos aunque se le hace extraño.

—Pero si yo me olvido de él tú también— dice pasando los mechones del cabello de Louis hacia detrás. —¿Para qué vamos a pensar en ellos si nos tenemos ahora?

—John, ¿has bebido?— Pregunta Louis riendo.

—No, pero si quieres vamos a por unos tragos— dice el rubio siguiéndole la broma. —O también nos podemos quedar aquí— asegura acomodando las piernas bien y apoyándose en el hombro del mayor, dejando que note su respiración.

—Si quieres licor tengo en mi habitación— dice Louis y John le mira para reír un poco. —¿Qué? Vuestro café está muy soso— asegura el mayor.

—¿Sabes que anoche soñé contigo?— Eso no es mentira, eh.

—¿Sí? ¿Qué soñaste?

—No te lo puedo decir— afirma con una sonrisa que Louis no puede ver. —¿Tengo que esperar a que sea mi cumple para que me des otro beso en la mejilla?— dice percatando el olor a perfume del mayor. Huele tan bien...

Louis no evita soltar una pequeña carcajada y gira la cabeza para dejarle algunos besos en la mejilla. Los labios de John están demasiado cerca pero aún está asimilando el tener a John entre sus brazos. Acaricia su espalda y aprovecha la lejanía de las caras para darle una calada al cigarrillo. No es partidario de fumarle a la gente en la cara. Recibe un beso en la mejilla por parte de John. ¿Hoy el rubio está cariñoso o ya es Louis maximizando sus sentimientos?

John hunde su cara en el cuello del mayor y le deja un beso rápido por la mandíbula. Quiere escuchar mejor la respiración del mayor y darle más besos, pero quiere ir despacio. Despacio, John despacio. Sus rostros terminan cara a cara y sus respiraciones casi que se mezclan... Acaricia la mejilla del rubio y no se llegan a besar, pero están así un rato y se miran a los ojos. Aún les pone rojos...

—Louis, hoy he venido particularmente a decirte lo que siento por ti— asegura y siente que se traba un poco. No pude ser ha estado ensayando toda la tarde por muy ridículo que suene. —Te quiero— dice mirándole a esos bonitos ojos. —Me gusta como eres y todas tus peculiaridades. Todo es parte de ti y está en su proporción adecuada. ¿Tú qué sientes por mí? ¿Soy un amigo? ¿Soy...?

—Eres algo muy especial, creo que lo tengo palabras en este idioma para explicarte mis sentimientos— asegura algo avergonzado.

—No me importa el idioma en el que me lo digas, solo quiero saberlo— dice mirándolo fijamente.

—John, je t'aime tellement que je suis confus. Je t'aime et je suis content de savoir que tu m'aimes. Je m'inquiète de ce que tu pourrais penser de moi parce que je tiens trop à toi.

—Todo lo que puedo pensar de ti es bueno— asegura. —Y ojalá poder saber hasta el mínimo detalle sobre ti, seguro que también es especial.

—Vous m'avez fait sentir comme une personne très spéciale et chanceuse. Tu es un garçon passionné que j'aime et ça m'a fait peur de penser que je ne te suffirai pas ou que je n'allais pas avoir assez de capacité sociale pour te traiter comme tu le mérites. Je fais de mon mieux pour être le meilleur pour toi— asegura el mayor.

—Si estabas intentando enamorarme lo has conseguido— dice apoyando su barbilla en el pecho de Louis.

—Pensaba que me iba a tardar más— bromea acariciando el rostro del más joven.

—¿Cómo quieres tardar con esa carita que tienes?— Dice John.

—Bueno, he tardado 31 días laborables. El curso solo tiene 175, tampoco debía tardar mucho más si queremos disfrutar de algo— asegura Louis. Ya está haciendo números, como siempre.

—Que sepas cuántos días tiene un curso y lo uses como medida de tiempo es muy cursi— asegura John. —Me encanta. ¿Entonces nos quedan 144 días de curso?

—No, menos 140. Llegué cuatro días tarde— asegura. —¿Qué pasará cuando termine el curso? ¿Seguirás estudiando en Carolina del Sur?

—No quiero. Estoy haciendo una vida muy bonita aquí, mi familia suele venir a Europa. ¿Tú qué vas a hacer?

—Si consigo trabajo en Suiza sería ideal.

—¿Me recomiendas hacer segundo de carrera allí?— pregunta con una sonrisa.

—Es un lugar hermoso y la educación es inmejorable— asegura. —Si tengo oportunidad te llevaré pronto.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora