102: Viernes

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—Pronto vendrán los chicos— dice Louis sentado sobre la mesa y John asiente. —Nathan me animó a hablar contigo.

—¿Cuántos años tiene?—Pregunta John. Louis lo menciona bastante pero no recuerda ese detalle.

—Dieciseis. Me da lástima que esté tan solo y pequeño aquí.

—Tiene sentido— murmura John dándole un beso. Después de lo de ayer el día fue bastante tranquilo y relajado. De hecho, John se sentó en el fondo de las clases de Louis. Solo quería escucharle un rato más. Le parece relajante y no puede evitar hacerle sonrisas tontas al mayor cada que lo mira.

—¿Verdad? No sabía que iba a encontrar a alguien como yo— asegura Louis devolviéndole el beso. —Te sorprenderá el chico. Es como yo pero más pequeño y con más energía. Mucha más.

—¡Buenos días, señor!— Dice Nathan acercándose a darle un gran abrazo a Louis y luego mira a John.

—Buenos días— saluda Benjamin entrando detrás. —Hola, John.

—Bueno, Jack— dice Louis. —Ya os conocéis un poco pero... Benjamin y Nathan— introduce a los dos jóvenes y Nathan mira a John de pies a cabeza.

—Qué alto— dice Nathan. Él aún es un poco más bajo que Louis, que de bajo tiene poco. —Tiene una suerte de tener al señor Végobre enorme— afirma el joven contento.

—John, y ono sabía que estabais juntos— dice Benjamin de modo que casi que el único en escucharle es el rubio.

—No lo decimos mucho— asegura el rubio.

—¿Cuánto lleváis?— Pregunta con curiosidad. Siempre ha tenido un trato cortés con John. No hay problema.

—Cinco meses más o menos. No tenemos fecha— dice John mirando a Louis.

—Cinco meses, como nosotros, ¿has visto?— dice Benjamin abrazando a Nathan que sonríe con las mejillas un poco rojas.

Después de esa breve introducción, han terminado yendo a por unos cafés y un chocolate porque Nathan no toma café. Mejor que no lo haga,  es demasiado nervioso.

—Nathan te quiere un montón— dice John sonriendo después de la despedida con los chicos. —Eres un buen profesor. Él está contento de verte.

—Suele estar entusiasmado— contesta Louis.  —¿Me acompañas a la biblioteca? Tengo que imprimir unas cosas.

—Sí— dice John feliz de haber pasado una buena mañana. Seguro que hablará de vez en cuando con Benjamin y Nathan.  Le han intentado explicar a Nathan como puede relajarse. Está seguro que lo va a intentar.

Lo que era imprimir unas cosas se ha convertido en quedarse toda la tarde en la biblioteca y salir ya en la noche. —Yo no quiero irme a dormir aún— dice John y Louis le mira. —¿Vamos a cenar a algún sitio?

—Claro. Invito yo— dice Louis con una sonrisa.

—No hace falta— asegura dándole la mano para empezar a andar hacia algún lugar.

—Es en compensación por el regalo que me has hecho— dice mientras busca el tabaco y el mechero en su bolsillo.

—¿Sí? Pero si te hice el regalo porque me regalaste flores.

—Pero tu regalo era más bonito— asegura Louis. —Tengo que compensar. ¿Quieres ir mañana al teatro?

—¿Qué hay?

—Una ópera, un concierto, una obra de teatro o un ballet. Cogí un folleto el otro día cuando fui a comprar con mi hermana. Lo tengo en el cuarto, pero creo que le he hecho una foto— dice Louis intentando gestionar sus pertenencias. Lleva las manos muy llevas, así que como puede le pasa el teléfono a John mientras se enciende el cigarrillo. —¿Lo encuentras?

—Sí— dice leyendo y se agarra con fuerza al brazo de Louis. No está mirando la calle y se puede hacer daño. —Qué chulo todo esto— dice bastante contento. —Me pondré bien guapo si vamos.

—¿Eso es posible?— Pregunta el mayor y John asiente.

—No me has visto tu en traje— asegura John orgulloso.

—Creo que tu teléfono está sonando— dice Louis y John busca por su pantalón el teléfono.

—Es mi madre— dice contestando al teléfono. —Buenos días para ti, mamá— dice viendo el cielo evidentemente oscuro de Londres.

—Hola, Jack. Quería preguntaros si me puedes decir ya la hora a la que vais a aterrizar para ir a recogeros, ¿sí? ¿Cuando tomáis el vuelo?

—¿El vuelo?— Pregunta Louis y John levanta los hombros.

—¿Mamá?— Pregunta John algo confuso.

—Pensaba que ya me dirías algo esta semana, pero bueno, se te ha pasado no pasa nada. ¿Louis viene a la comunión?— Pregunta la mujer y escucha silencio. —¿Jack?

—Cariño, me he olvidado de la comunión de mi hermano— susurra John y Louis no evita empezar a reírse. La cara de John ha sido simplemente espectacular.

—¿John?— Pregunta Eleanor por el teléfono. —No te habías olvidado, ¿verdad?

—¿Yo? Nunca, mamá. Ya tenemos el vuelo y todo. Ahora estoy saliendo a cenar con Louis luego te mando foto de cuando llegamos, ¿sí?

—Oh, por supuesto. ¿Tienes a Louis por ahí?

—Sí, sí, lo tengo aquí. Te escucha— afirma John.

—¡Hola, cariño!— Dice la mujer entusiasmada. —Nos vemos pronto— dice contenta y poco después se despiden y cuelgan.

—John, ¿cómo vamos a llegar hasta allí?— Pregunta Louis. —Eso está como a doce horas.

—No te preocupes, tengo una idea— dice John volviendo a caminar. —Vale, no, Louis preocúpate que no sé cómo lo voy a hacer— asegura y Louis sigue riéndose. —No te rías y ayúdame a pensar.

—No te preocupes, buscamos el próximo vuelo ahora en terminar de cenar y ya.

—¿Tienes traje?

—Buena pregunta. No, no tengo traje. Lo tengo en Ginebra. No llega ni de broma.

—No nos pasamos por Ginebra ni de broma— murmura John. —Si encontramos un vuelo con escala tal vez... Qué sí se puede. Podemos hacer un apaño.

—¿Y si le decimos a tu madre?

—¡No! ¡Podemos arreglarlo! Ginebra solo está a dos horas de aquí. De Ginebra a Carolina del Sur son unas catorce horas. En dieciséis horas estamos allí.

—Al menos dos horas entre vuelo y vuelo, necesitamos veinte horas, Jack.

—Yo tengo algún traje extra. Más o menos somos parecidos. Estás un poco más delgado pero funcionará— dice John. —Solo que están en mi casa.

Poco después se sientan a cenar y empiezan a organizar el plan. —No, íbamos a ir mañana al teatro— dice John.

—Vamos la semana que viene y ya— dice Louis. No hay problema.

—Vale. Aquí pone que hay un vuelo que sale en cinco horas y llegamos a las doce de mañana, sábado— dice John. —El otro nos va más ajustado, pero sale mañana por la mañana.

—¿Vamos a tener que cenar y hacer la maleta?— Pregunta Louis y John sonríe.

—Sí... Soy un poco despiste. De navidad hasta aquí pues me he olvidado.

—Mi hermana va a flipar... Esto es una locura, Jack.

—Bueno, habrá que hacer locuras de vez en cuando.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora