153: Viernes

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—Estoy segura de que te van a llamar otra vez— afirma Charlotte viendo a su hermano acurrucado en el sofá.

—Sí, o te vas a conseguir un trabajo mejor— contesta Anne. —Algo que te guste más.

—Claro, no vas a tener dificultad en encontrar otra cosa— dice Martha. —No te preocupes.

Louis suspira. Es muy estresante esta situación, pero es cierto que podría buscar otro trabajo. Solo, se ha acostumbrado a ser profesor de los chicos e ir a la universidad constantemente. Va a echar de menos la biblioteca y encontrar a John por los pasillos. Teme que un trabajo le quite demasiadas horas o que le aísle aún más de sus amigos.

Después de estar un rato con las chicas vuelven a estar solos en la casa y han ido a preparar la comida. —Lo siento, si no fuese por mí aún tendrías el trabajo— murmura el rubio.

—Te prefiero antes que al trabajo— dice el mayor y John se acerca a darle un abrazo. —Es por ti que me gusta. El lunes empezaré a buscar otra cosa— contesta devolviéndole el abrazo a John. —Por cierto, creo que deberíamos reorganizar los estantes y poner arriba lo que menos usemos. No llego.

—Oh, sí, perdón— dice pues para él más o menos todo está asequible.

Al final, John está aprendiendo a cocinar y es algo que le gusta más de lo que pensaba. —¿Cómo es que cocinas tan bien?— Pregunta John emocionado, pues él no es que aún tenga mucha maña.

—Práctica. Han sido muchos años cocinando para mis hermanos— afirma recordando algunos dulces momentos con sus dos hermanos. Sus padres siempre han sido personas muy ocupadas.

—Por cierto, mi padre dice que le gustaría visitarnos y ver como vamos— dice John y Louis asiente. Ojalá tener un padre tan preocupado.

—Claro. Será un placer— afirma el mayor y John sonríe.

—Entonces le avisaré— dice con una sonrisa.

***

El viernes y fin de semana implica que hay que poner la casa a punto y hacer la colada. Louis revisa uno de sus bolsillos cuando encuentra el papel que Nathan le dió. Tal vez debería escribirle.

—¿Está ya todo?— Pregunta John.

—Sí, eso creo— dice ocultando el papel.

Mientras esperan, Louis se pone con el ordenador como quien no quiere la cosa y le escribe un correo a Nathan. ¿Cómo debería empezar? ¿Y qué debería contarle? Bueno, mejor va al grano. Solo le ha escrito que de momento, no va a seguir siendo profesor, pero que le manda el correo para mantener el contacto y por si algún día quiere algo.

Después, ha hablado un rato con su madre. Había prometido que la llamaría y aún no lo ha hecho. Prefiere hacerlo cunado sabe que no hay posibilidades de que la presencia de su padre esté por allí. Los viernes por las tardes suele salir a "negociar" con Voltaire y los muchachos.

—Oh, cariño, lo siento eso es terrible— dice Louisa. —Te veías contento con el trabajo.

—Sí, pero no puedo hacer nada...— murmura mirando por la ventana.

—¿Vas a buscar otra cosa o vas a volver?— Pregunta con preocupación.

—No voy a volver por el momento. No me apetece estar allí con papá y... Ya sabes. Volveré de visita.

—Sí, en casa la situación está un poco tensa. Entiendo que no tengas ganas de volver— dice la mujer algo triste por saber que su hijo mayor se está negando a regresar a casa. A su casa.

—Además, ahora vivo con John y estoy bien aquí. Solo debo conseguir un trabajo temporal o algo.

—Seguro vas a encontrar algo— dice intentando ser positiva en la abrumadora situación que su hijo está viviendo. —¿Y John? ¿Cómo está?

—Está aquí tumbado— dice girándose a ver al americano en la cama.

—¡Hola!— Saluda John desde allí sacándole una sonrisa al mayor.

—Últimamente hemos estado pensando— asegura Louis mientras se sienta en la cama —que deberíamos casarnos en Carolina del Sur y, de paso, conseguir papeles para el otro— afirma Louis. Es cierto que lo ven un poco como interés, pero eso es lo único que tienen las bodas: intereses. La celebración ya es otra cosa, ellos pueden celebrar su amor cuando quieran.

—Oh... Eso no lo veía venir— dice su madre. —Pero está bien si es lo que tú quieres.

—Lo es, mamá— dice tomando la mano de John. —Nos hemos acostumbrado a estar juntos.

—Por cierto, ha llegado una carta a casa para ti— dice la mujer. —¿Quieres que te la envíe?

—No hace falta me pasaré por allí a finales de julio— afirma Louis.

—Oh, para eso aún queda mucho— dice la mujer algo triste por no ver a su hijo hasta entonces.

—No queda tanto, mamá.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora