17: Martes

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—Ayer el día fue intenso— asegura Louis a su hermana que le mira apoyada en el escritorio.

—Fue terrible. Anne está muy enfadada... No me atreví a acercarme por allí—  explica Charlotte. —Siento que un día de estos me partirá la cara. Mejor me quedo contigo— asegura la joven, aunque ha quedado con John y Martha.

—Bueno, si quieres quedarte por aquí...— dice con una pequeña sonrisa y rebusca algo entre la habitación.

—¿Buscas esto?— Pregunta su hermana dándole el inhalador. —Lo habías dejado en la mesa hace literalmente dos minutos.

—Uf, tengo la cabeza en la luna últimamente.

—Ay, el amor— dice Charlotte con una voz insoportable y el otro se empieza a reír. —El amor te pone tontiiito.

—Párate, que no puedo si me río— dice tosiendo aún más por la risa.

—Nada, pues te dejaré tranquilo con tus cosas. Voy un rato con Martha y tu futuro amor— dice la chica tomando sus cosas. —Llámame ante cualquier cosa— avisa antes de salir la joven y baja al lugar donde siempre se suelen encontrar. —¿Ya os estáis morreando?— Dice la joven interrumpiendo la escena y los dos miran a la chica avergonzados.

—Pensábamos que ibas a tardar más— asegura la joven. —Por cierto, tenemos examen de biología mañana así que iremos a estudiar en un rato.

—Oh, si, claro está bien.

Disfrutaron como siempre su tarde. Incluso Charlotte se sintió como la niña consentida de esos dos. Le han comprado helado, así que llega especialmente contenta a la biblioteca para hablar con su hermano.

—John me ha comprado un helado y Martha me ha comprado un crêpe... Esto es maravilloso— asegura la joven viendo a su hermano con todos aquellos libros. —Cucú, sal de ahí— dice intentando sacarlo de su mundo.

—Me alegro un montón por ti— dice viéndola un segundo a los ojos. —Oye, necesito hablar contigo pronto, ya sabes, entre hermanos.

—¿Qué sucede?

—¿Estás estresado? ¿Tienes mucho trabajo?— Pregunta la jovencita.

—No. Estoy bien, ¿por qué lo preguntas?— Dice algo extraño ante la actitud de su hermana.

—No sé. Te veo algo solitario— murmura la joven.

—Salgamos— no es muy apropiado hablar en la biblioteca. Ambos se apoyan en la fachada y Louis inspira.

—¿No vas a fumar?

—No. Sé que me regañarás una y otra vez durante días— asegura jugando con las llaves.

—O tal vez no— dice Charlotte. —No soy quien para decirte que hacer...

—¿Y ese cambio de opinión tan repentino?

—Puede que Fran habló conmigo antes de marcharse. No sabía que te afectaba tanto— asegura la chica.

Louis la mira con detenimiento. —No te preocupes por eso, es solo una tontería.

—Solo son cosas que también son aparte de ti aunque sean positivas o negativas. No puedo hacer nada para que cambie y tampoco creo querer ahora. Está bien lo que decidas de tu vida— intenta explicar.

—No es para tanto. Entiendo que está mal y el porque tú y papá sois tan exigentes con eso. Tenéis razón.

—No, pero de verdad, creo que te suelo recalcar poco cosas positivas sobre ti y tienes muchas. Tú siempre me dices que estás orgulloso de mí, que soy excelente...

—Charlotte, no necesito que me digáis esas cosas. Sé lo qué pensáis de mí, lo bueno y lo malo. Entiendo que cada uno habla un lenguaje del amor de esos— asegura el chico.

—A mi me gusta darte abrazos— asegura la joven mirando a su hermano que le extiende los brazos y Charlotte va.

—Es suficiente, no tiene por qué decirme nada con palabras. Así también está bien.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora