150: Martes

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—No había pensado en eso...— murmura Louis. —Tengo que conseguirte un permiso o algo— afirma pensativo. No había pensado en cosas tan básicas como: ¿cómo llevar a John a Suiza largos períodos de tiempo si no trabaja allí, no tiene nacionalidad etc?

—Bueno, si trabajas en estados unidos lo tienes solucionado por mi parte— afirma John. —Pero estaría bien conseguir la nacionalidad. Puedo pedirla.

—Sin ofender, no te la van a dar en la vida— afirma Louis. —Tendrías que vivir ocho años ahí con permiso de trabajo o residencia.

No habían pensado en que hacer cuando acabe el curso y tienen un buen problema. —Tendremos que casarnos— bromea John. Sabe que su novio no es muy partidario de la idea de casarse o mejor dicho, no lo era. No es partidario de casarse por la iglesia, aunque es gay, tampoco puede hacerlo.

—Pronto es el referéndum en suiza. Tal vez se aprueba este año. Si se aprueba, me casaría contigo— afirma el mayor. Es algo improbable, pero cada año están más cerca de conseguir el matrimonio igualitario.

—¿Y si no? ¿No nos casaríamos?— Pregunta John de manera soñadora. Él siempre se ha sentido emocionado por la idea de una boda.

—Desde luego, en mi país no, pero en el tuyo si quieres sí— afirma con una sonrisa.

—¿Qué te ha hecho cambiar tanto de opinión? Hace unos meses odiabas la idea— afirma John. Era el único punto que no compartían respecto a la relación.

—Tu hermosa carita— dice dándole un beso y tengo al baño, tiene que afeitarse a petición de John y su insistencia nocturna. —No, más bien... La idea de vivir contigo. Me gusta.

John está feliz de escuchar eso. No imaginaba escucharlo, pero se nota que el mayor ha reflexionado bastante. —Me encantaría compartir contigo mi vida— afirma el rubio. —¿Ves lo guapo que estás sin barba?— Dice John asomándose al baño. ¿Qué es lo mejor de ese baño? La bañera. Es la bañera.

—Me veo como un bebé— afirma echándose un poco más de espuma. Tampoco es que tenga demasiada barba, la lleva siempre recortadita. Es en lo poco que invierte tiempo.

—Un bebé hermoso— afirma John viendo a su novio —¿Cuándo es el referéndum?

—La semana antes del orgullo— afirma el mayor. —El año pasado estuvimos cerca de conseguirlo y aunque ya sabes que yo no era muy partidario de la idea, me gusta que existan opciones igualitarias— dice Louis. —Supongo que me he hecho más mayor y me empiezan a gustar esas ideas.

—¿Casarte? Tendríamos una boda preciosa.

La idea contenta bastante a ambos. Han llegado al punto medio. Boda sí, pero que no tenga nada que ver con actos religiosos. Así que no tardarán mucho en mandar una petición para una boda civil en Carolina del Sur. Al menos para arreglar los papeles. —Tengo que llevarte al orgullo de Ginebra. Nos lo montamos bastante bien— dice el mayor. —Hay festivales y eventos chulos. Hace años que no voy pero supongo que será igual— dice secándose la cara y poniéndose algo de crema.

—Podríamos ir. Hablaré con mi padre sobre esto, a lo mejor le parece una buena idea— afirma John bastante contento y suena el timbre. La visita ha llegado ya.

—Yo abro— afirma el suizo yendo a la puerta y saludando a Victor con los típicos tres besitos y a Thomas también. Están acostumbrados. John también va y Victor le da tres besos y Thomas... Thomas le extiende la mano. Son anglosajones, ellos se entienden. Así mejor.

—Qué sosos— dice Victor. —Ay, Louis, que chicos más sosos nos hemos elegido— bromea el joven y Thomas rueda los ojos divertido. —Oye, que pisito más mono— dice sorprendido. —Me gusta este sitio. Os va bastante bien.

Tras un rato, se han sentando a hablar y más tarde prepararán algo para cenar. Están teniendo una tarde mucho más divertida que la aburrida mañana llena de clases. —Sí, yo he encontrado un sitio para entrenar sin horarios fijos.

—Ya decía yo, porque qué músculos— dice Thomas. —¿Cuántas veces vas a ir a entrenar?

—No lo sé, mi idea es tres o cuatro a la semana. Tomaré los fines de semana, la mayoría y algún hueco que tenga libre— afirma John. Es verdad que en su breve estancia en América ha cambiado bastante. Ha tomado lo de entrenar con ganas y, como los músculos no olvidan, no se le ha hecho difícil volver a empezar. Lo único es, que ahora su brazo es como dos de su novio, pero John está muy lindo.

Después Thomas y John han empezado a hablar sobre cuidados para el cabello. Madre mía, tienen mil cosas en común. —Estás bonito sin barba— asegura Victor sacando conversación con Louis mientras los otros hablan ilusionados.

—Gracias— contesta Louis y Victor sonríe.

—Estás muy parecido, solo... algo más alto— afirma Victor.

—Oye, ¿deberíamos ir preparando la cena?— Pregunta Louis y el otro chico asiente levantándose. —Jack, vamos a ir empezando a preparar la cena— avisa a su novio levantándose y los dos angloparlantes asienten. Confían en ellos para la cocina.

—¿Todo va bien?— Pregunta Víctor cuando entran a la cocina.

—Con mi padre aún la cosa va tensa— afirma Louis sacando un par de instrumentos de cocina.

—Lo siento mucho— murmura el hombre. Con su padre la cosa es similar, por eso se marchó a Ginebra para estudiar y no ha regresado a casa.

—No pasa nada... Creo que nunca había estado así con mi padre. Yo pensaba que era un poco más tolerante— afirma el más pequeño y el otro posa mano en el hombro de este.

—Ya sabes lo que pienso, que les jodan— afirma el mayor mirando a Louis. —Da igual quienes sean, que se jodan y se aguanten. Eres una estrellita— afirma devolviéndole el cabello.

—Yo estoy orgulloso de mí— afirma mirando a Victor. —Estaba hablando con John sobre eso... ¿Vas a ir este año al orgullo?

—Por supuesto— afirma el hombre. —Ya se lo he dicho a Thomas, este año, escúchame, este año vamos a celebrar muchas cosas— afirma el mayor. —Todo el mundo aprobó esto hace nueve años, ya nos toca a nosotros.

—Ya, pero la gente mayor es... Ya sabes— recuerda Louis. —Sé que mi padre votará que no. Todos los años lo hace. ¿Cuál es el sentido que vote eso sí es gay también?

—Hay gente que es así— afirma Victor. —Lo importante es lo que nosotros vamos a votar— afirma el mayor y Louis empieza a sacar algunos ingredientes. —¿Qué vas a preparar? Seguro me sorprendes.

—Algo que puedas comer— afirma mirando donde ha dejado John el arroz. Maldito hombre de dos metros. —Quería hacer risotto— dice yéndose a por una silla para alcanzar el último estante. No va a volver a dejar a John poner la compra. Menos mal que Louis no es especialmente bajo...

Victor se pone de puntillas y alcanza el estante de mala manera. —Toma— dice bajando el arroz. —Tendrás que decirle a tu novio de dos metros que ponga las cosas a tu altura. —Estoy seguro que John ha crecido desde que nos conocimos.

—Hasta los veintiún años puede estar creciendo— dice el hombre.

—¡Aún tengo oportunidad!— Asegura Louis.

—Tú estás muy bien. ¿Qué mides? ¿Algo más de metro ochenta?

—Sí... Pero vosotros sois todos de más de metro noventa, esto no vale— afirma el joven y el otro ríe.

—La altura no es importante— afirma Victor poniendo agua en la hoya para llevar a hervir. —Yo veo que estás muchísimo mejor que estas navidades y estoy seguro que no eres más alto.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora