133: Viernes

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John ha estado superando lo de su madre. Lo está aceptando con ayuda de la señora Washington y con mucha meditación. No quiere volver a caer.

Ayer su padre le ofreció que regrese un tiempo a hacer deporte. Al menos durante su estancia en Estados Unidos. Eso solía despejarle.

Así lo ha hecho, ha empezado a entrenar después de tanto tiempo. Ojalá tener la mitad de fuerza que tenía antes o recordar hacer todo lo que hacía antes. Aunque la mente nunca olvida.

Louis sonríe al veraje su novio ha conseguido volver a encontrar algo con lo que despejarse. Aún es muy pronto para superar el luto, pero de momento lo está haciendo bien.

-Antes de marcharte a Ginebra deberíamos hablar- Dice la señora Washington asustando al europeo.

-Sí, claro, por supuesto- afirma el suizo que esperaba la llegada de la mujer. -Vamos- dice dejando a John entrenar en paz.

-Te veo bien- dice la mujer pues, comparando, ahora ha conseguido muchas cosas y avances. -Quería hablarte sobre cuando vayas a Ginebra- afirma la mujer sentándose en el sillón del salón y una jovencita sale a servir dos tazas de té. -No puedes echarte para atrás.

-Lo sé, pero no pensaba ir solo y ahora John no está para marcharse- afirma el mayor tomando la taza de té.

-Sé que no quieres pasar por esto solo, pero cuanto más tardes vas a estar más indeciso y ahora lo tienes claro. Me has dicho que tienes un amigo en Ginebra y a tu familia. Seguro sale bien, no dudes ni un momento. Ni aunque vaya a verte.

El europeo suspira y la mujer toma de su té. -¿Y si no me siento capaz de hacerlo?

-No, eres valiente. Eso no va a pasar. No puedes echarte atrás- repite la señora Washington y Henry, que pasaba casualmente por allí, pregunta con curiosidad que traen entre manos.

-Nada importante- afirma Louis.

-¿No le has contado nada?

-Es mi suegro, no puedo hablar de esto- murmura pues es un tema que lleva bastante secreto.

-Louis, te preocupas por uno de los míos. Eres de la familia.

El europeo nota algo rozar por su pierna y cuando se percata es un felino. No cualquier felino, es el gato de John que está muy dispuesto a ser mimado.

—Ey, aparta— dice empujando al gato con cuidado. Le parecen seres del infierno. —Fuera.

—Oh, pobre gatito— dice Henry agachándose para tomar al felino. —¿Qué pasa? ¿No está Jack?— Le pregunta al animalito y se sienta en el sillón junto al gato.  —Mishi.

Menos mal que ha aparecido el gatito para desviar la conversación. Todos miran al precioso gato, menos Louis que no quiere ni ver a esos horribles seres que sueltan pelo y le dan alergia.

***

—Jack, ¿has visto lo que te he mandado?— Pregunta Henry y su hijo niega.

—Tengo el teléfono apagado. Me están saturando por Instagram y por Twitter y por todos sitios— afirma John. —¿Es algo muy importante?

—Bueno, no. He hablado con el señor Chais, como fotógrafo de la familia le gustaría hacerte algunas fotos.

—¿Qué? Ni de broma— murmura John.

—¿Por qué? Recuerda que tiene un contrato, ¿sí?

—Me da igual su estúpido contrato— dice tomando a su gato en los brazos. —No quiero hacerme fotos con él. Yo ya tengo un fotógrafo nuevo.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora