41: Lunes

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—John— dice Louis por la noche sacudiendo al chico. —John— susurra intentando despertarlo hasta que lo consigue. —Sé que es muy tarde y mañana tienes clase, pero hoy se ven muy bien las estrellas— asegura Louis.

La verdad es que no ha sido un plan espontáneo. Lleva mirando el cielo desde que le dijo a John.  Hoy hace una maravillosa noche y ya ha preparado todo lo necesario.

—Hm...— dice sentándose y frotándose los ojos por el sueño. —¿Podemos verlas?— Dice el rubio.

—Sí, pero debemos alejarnos de la ciudad— asegura Louis con una sonrisa. —¿Te apetece? ¿Prefieres que durmamos?

—Dormir no, vamos a verlas— dice buscando su camiseta. Al menos puede ponerse el pijama para ir, ¿no? Louis va arreglado del todo, pobrecito, aún no se había ido a dormir, estaba trabajando.

—Ponte unos zapatos cómodos. Vamos a unas sierras que hay al norte de la ciudad. Se puede ir con el coche y se ve muy bien— asegura dándole la chaqueta también y Louis se prepara las llaves y esas cosas básicas.

—Aquí se está calentito— dice John al entrar al coche, desde luego el outfit es terrible, pero como es guapo nunca va horrible.

Conducen un rato en silencio y John se acuerda de ese poema de Neruda que había en un libro de su padre que hablaba de ese silencio. ¡Qué bonito pensamiento! ¿Y lo guapo que se ve Louis conduciendo? Ya se dio cuenta el otro día, pero ahora están solos y es diferente...

—Es aquí— dice parando en mitad de la nada y ambos salen del coche.

Louis lo tiene todo pensado, incluso tienen una pequeña tela donde sentarse para ver la noche. —La luna se puede decir que casi no se ve. ¿Ves que suerte? Así brillan más las estrellas.

—Desde aquí el cielo se ve muy bonito— asegura. No entiende mucho de estrellas, pero más o menos sabe que hay de distintos colores.

—Por desgracia ya no es el mejor momento para ver el triángulo de verano...— asegura señalando a un lado. —Se ve ahí un poco. Cuesta de ver. Es interesante verla en septiembre.

—¿Y esa estrella que brilla tanto?— pregunta con curiosidad.

—No es una estrella. Es Júpiter— informa Louis con una sonrisa. —Lo que hay a la derecha si es una estrella. Fíjate bien, es azul.

—¡Anda! Es verdad— dice. —¿Eso significa que es joven?

—Bueno, en parte. Podemos saber sus elementos y que está muy caliente. Treinta mil grados Kelvin. Arriba tienes la constelación del Lagarto y si te das cuenta El cisne y Andrómeda la están enmarcando muy bien.

John despacito se acerca al mayor, tal vez el pijama y la chaqueta no son suficientes para mantenerlo calentito. Louis abraza al más joven y le cubre un poco con su abrigo. —¿Y eso?

—La cola de serpiente.

John empieza a reír. —Me he acordado de tu pitón, perdón— dice el rubio. Bueno, ese comentario tampoco suena muy bien fuera de contexto. Claramente se refiere a Petit-De Couton.

—Pobrecita. No sabes lo que sufrió...— dice sintiendo que las manos de John no están tam calentitas Como de costumbre. —Espera, he traído una manta— asegura Louis acercándose al maletero del coche y la luz al abrirlo se siente cegadora.

—Piensas en todo— asegura sintiendo como el mayor le cubre bien para que no pase frío. —Me siento enrollado como un bocadillo para llevar en la mochila— asegura apoyando la cabeza en las piernas de Louis conforme se sienta.

—¿Y eso que brilla tanto? ¿También es una estrella?

—Eso sí es una estrella. Se llama Sirio. Es la que más brilla todas las noches. Después está Canopus, Arturo y ahí Alfa Centauri.

—Esa si me suena. Es la más cercana. ¿A qué sí?

—De las más cercanas. Solo a 4'3 años luz y realmente todo eso es su sistema solar. La luz refleja en la superficie, como le pasa a la luna— explica buscando otra en el cielo. —Esa es Rígel. Es de las más fáciles porque está en la constelación de Orión y si sigues la constelación ahí tienes Alnilam, que es una super gigante azul.

—Eso suena muy gigante— asegura John.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora