44: Jueves

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—Bonjour, beauté. Il est l'heure de se réveiller— dice Louis intentando despertar a John desde lejos. Para suerte del mayor, hoy no debe dar ninguna clase. El único grupo que tiene, está de examen y van a acaparar su hora.

—Buenos días— dice abriendo los ojos despacio. Ojalá tener ese buen despertar. —¿Sigues estudiando?— Pregunta cansado. Sabe que Louis anoche se quedó hasta tarde y hoy se ha levantado temprano a terminar una entrega del doctorado.

—Sí... Este proyecto ya lo tengo— dice esperando a que se suba un maldito PDF.

—¿De qué es?

—Fotónica no lineal. Ya no entiendo ni lo que estoy haciendo— dice recostándose sobre la mesa. —Lo próximo es empezar con mi tesis... No sé si la voy a poder terminar.

—Ya te queda muy poco— murmura John y alguien llama a la puerta.

Louis se acomoda la ropa y se levanta a abrir.

—¿Tadeusz?— Pregunta algo extrañado.

—Vengo a darte esto. Lo han dejado en la oficina, dicen que es importante— afirma antes de marcharse.

—Oh, vale, gracias.

La visita de Kościuszko ha sido extremadamente breve.  Es un sobre de correos, como mando te llega algo pequeño que has pedido. No parece haber nada dentro, solo se siente el papel de protección enrollando nada.

—¿Qué es?— Pregunta John

—No tengo idea— dice mirando las etiquetas buscando una pista. —Viene desde Suiza— asegura imaginando lo que es y lo empieza a abrir con cuidado para encontrar una carta.

—¿Una carta? ¿Quién envía eso ahora?— Pregunta John curioso y Louis solo guarda silencio mientras abre el sobre. —Tiene muchos sellos, ¿no?— Pregunta quedándose con el sobre mientras Louis lee la carta. —¿Quién la envía?— Pregunta viendo un nombre larguísimo.

—El cuartel. Solo me confirman la fecha del servicio— asegura sin hacerle mucho caso a la carta. Al menos le han dejado hacerlo en las fechas que quería para no perder demasiado tiempo en el trabajo. —Lo he pedido para inicios de enero.

—¿Qué?— Pregunta John mirando sin entender. —¿Cómo que servicio?

—Sí, es obligatorio en algunos países para los hombres, ya sabes— dice Louis. —Pero no es nada malo.

—¿Os obligan? ¿Y tú quieres?— Pregunta extrañado y se levanta para empezar a arreglarse y llegar a tiempo al desayuno.

—Por supuesto que quiero ir. Es mi país— dice volviendo a retomar su trabajo.

—¿Y no hacen una excepción por tu asma? ¿O algo de eso?

—Claro, pero no la he aceptado. Puedes elegir si hacer servicio militar o servicios sociales. El servicio militar es más corto y me permite estudiar y hacer vida fuera— explica cómo si fuese lo más obvio.

—¿Cuánto vas a estar fuera?— Pregunta preocupado, no sabe si ahora es capaz de soportar estar sin ver un día a Louis.

—Solo tres semanas— afirma Louis. —No es mucho.

—¿Y como estaré tres semanas sin ti?— Pregunta acercándose a Louis y tomando sus manos.

—Oh, no es para tanto. Verás que se te pasa rápido. Solo son tres semanas al año.

—¿Durante cuantos años?— Pregunta.

—Hasta los 30. Luego iré a algún recordatorio hasta los 40 y ya— afirma acariciando las manos del menor.

—Eso es mucho tiempo. Faltan cómo 11 años.

—Bueno, en total es un año, pero dividido en años. No te lo tomes como algo malo. Lo hacemos porque queremos, nosotros votamos eso.

—Pero seguro es muy duro, por algún motivo no me da buena espina— asegura siguiendo con su tarea de cambiarse y prepararse.

—Mi coronel es muy bueno conmigo, mis compañeros también. Todos son maravillosos y saben que no he de someterme a grandes esfuerzos— afirma Louis con una sonrisa. —Aprendemos cosas bastante buenas.

—¿Qué hacéis allí?

—Bueno, puedes aprender a manejar armas, granadas, carros de combate, los más especializados aviación y solemos planificar maneras de ayudar en la cruz roja para guerras en otros países. Creo que eso es lo que más me gusta— afirma. —Se siente bien saber que si algún día pasa algo podemos ayudar a los demás sin usar la fuerza loca— asegura Louis. —Mira en las guerras mundiales, la cruz roja fue imprescindible.

—Vale, sí, supongo que no es tan terrible que te marches a hacer eso...— murmura. —Pero eso es casi un mes sin ti.

—Solo tres semanas— afirma levantándose de la silla. —En estados unidos no hay servicio, ¿verdad?

—No. Sería un caos.

—Venga, vamos a desayunar — dice con una sonrisa y tomando a John del brazo. —¿Qué crees que habrá hoy?

—No lo sé, me apetece zumo de naranja, pero llevo unos días con dolor de barriga...— asegura John mientras camina casi siendo arrastrado por Louis hasta el comedor. ¿Hoy no se va a echar su cigarrillo matutino? Pues parece que no. Eso es sorprendente en la mente de John. Es verdad que Louis había vuelto a fumar con menos frecuencia, pero no sé imaginaba abandonar el vicio en una semana, o eso parece. Tal vez solo se le ha olvidado y lo hace después.

Pero no, en la mente de Louis ocurre otra cosa. Tal vez si para ahora John le puede regalar un beso por su cumpleaños. Teóricamente en cuatro días ya no debería oler o tener sabor a tabaco. Al menos eso dicen.

—Debe haberte sentado algo mal, seguro no es nada— dice Louis ante la queja del dolor del rubio.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora