91: Jueves

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-Es súper guay- dice Nathan mientras camina al lado de Louis. Ni siquiera entiende como ha terminado hablando con el chico tanto, pero se ve emocionado. -Cuando llegué aquí pensé que todo sería mucho peor- afirma agarrando bien los planos que lleva. En fin, cosas de ingenieros.

-¿Sí? ¿Qué pensabas?

-No lo sé. Al principio se metían un poco conmigo, pero después Benjamin me acompañó a todos los sitios y desde que tengo un amigo como él aquí todo está mejor.

-Me alegra saber que la situation está mejor.

-Sí, aunque cuando usted me dijo que debo salir más creo que tiene razón. Soy demasiado pequeño aún para estar aquí- afirma mientras intenta agarrar un plano que se le cae y Louis lo toma para ayudarle a llevarlo. -Necesito deshacerme de este ambiente tan adulto. Benjamin me suele llevar al parque a pasear y ahora que va a sacarse el carné de coche estoy seguro que iremos a muchos más sitios.

-Eso suena bien. Me hubiese gustado tener un amigo así cuando empecé la universidad.

-Yo solo he tenido suerte de que Benjamin se esté hospedando en mi casa con el plan de estudios. Ha sido mucha suerte- afirma el más pequeño. -Pero usted también tiene un amigo muy especial, ¿no?

-Yo no lo llamo amigo- dice mirando hacia delante.

-¿Y como le llama?

-Es mi novio, Nathan- contesta Louis con una sonrisa.

-¿Novio? ¿Y le gusta decirlo?

-Sí, suena bien, ¿verdad?- Dice contento. -Es una de las personas más increíbles que conozco.

-¿De verdad?- pregunta interesado. -Creo que no podría llamarle a él novio.

-¿Por qué? ¿Qué te lo impide?

-Creo que me da un poco de miedo. Suena algo muy comprometedor y Benjamin es muy explosivo.

-¿A qué te refieres?

-Si mis padres se enterasen que vamos en serio estoy seguro de que volverían a pelear con Ben- dice Nathan. -No quiero que lo manden de vuelta a casa, me gusta que esté conmigo. Aunque desde que usted habló con mis padres ellos han peleado menos con nosotros. No sé que debe haber dicho usted.

-Que no te hagan olvidar que eres un jovencito y que estaré para lo que necesites.

-Muchas gracias- asegura contento. -Desde que oficialmente tengo altas capacidades han olvidado que aún debería estar en la escuela jugando con mis amigos a los videojuegos. Todo el mundo me hace preguntas tontas y me tratan como...

-¿Cómo un bicho raro?

-Sí, ¿cómo lo sabe?

-También he estado ahí- dice recordando un poco sus momentos. -¿Donde debes llevar esto?

-A casa. Si usted tiene algo que hacer, puedo llevarlo yo.

-Puedo acompañarte- sabe que John está en manos de las chicas y él ha estado toda la mañana haciéndole compañía.

-A veces mis padres me saturan con lo de la carrera. Estoy un poco cansado con eso— dice el joven. —Me gusta pero no quiero que deje de gustarme por culpa suya. ¿No le pasaba?

—Por suerte o desgracia, mis padres eran los que quisieron dejarme elegir todo y nunca me cuestionaron demasiado. Yo solito me metí en el charco de la universidad cuando tenía un año menos que tú.

—¿Y no se saturaba?

—Sí, ahora también, pero con los años se gestiona un poco mejor. ¿No hay algo que te encante tanto que olvidas lo demás? ¿O algún lugar?

—Sí, mire, se lo enseño. Está aquí cerca— dice el joven entusiasmado. —Suelo venir con Ben. Si algún día necesita un lugar tranquilo ya sabe dónde venir.

Justo cuando salen de la universidad, a mano derecha hay una verja que parece cerrada, pero se puede abrir con facilidad. —Nunca nadie entra— cuando entran al sitio caminan por un pequeño sendero que se desvía hacia un lado y entre los árboles hay un pequeño lugar seguro oculto.

—No sabía de este lugar— dice Louis.

—Lo encontré jugando fútbol hace unos años. Se me coló una pelota. Creo que no es de nadie. Estaba muy descuidado cuando llegué. He decidido no tocar demasiadas cosas por si aparece el dueño.

—Es un lugar muy bonito, Nathan.

—Solo usted y Ben saben de este lugar.

—¿Y por qué me lo has enseñado a mí?— Pregunta Louis.

—Porque usted es como un hermano mayor. Siempre me escucha cuando lo necesito y me entiende. Se preocupa mucho por sus alumnos y siempre nos está animando.

—Solo hago mi trabajo— afirma Louis observando bien el lugar. Está más cerca de la universidad de lo que había imaginado.

—Usted de verdad es un profesor. Su novio debe estar muy orgulloso de usted. ¿Es el chico rubio del otro día? Va a clase con Ben.

—Sí, ese es John. Es un chico excelente— dice con una sonrisa mientras ambos se marchan del lugar.

—Noto que usted le tiene cariño.

—No imaginas cuánto. Es lo mejor que he tenido en mi vida. Para mí es una gran motivación.

—¿Sus padres están de acuerdo?

—Todo es genial entre nosotros y las familias, un golpe de suerte.

—Pero usted dice que en la física no existe la suerte.

—¿Quedaría mejor un golpe de probabilidad? Suena extraño.

—Un poco, pero es más correcto— dice el chico entretenido con la conversación. Se entienden demasiado bien, piensan parecido y sus vivencias son similares. Es increíble. Eso sí es un golpe de probabilidad. —¿Puedo preguntarle la edad? Sé que que nunca quiere decirlo.

—Haré una excepción contigo, tengo veinte.

—¿Y cómo puede estar alejado de su casa y su familia? Está solo en un país desconocido.

—Tengo a mi hermana aquí y ahora a John. Al principio fue difícil porque no entendía muy bien todo el inglés, pero me he acostumbrado.

—¿No quiere volver a casa?

—Deseo volver a casa, pero no quiero abandonaros con el curso a medias.

—Si usted se marcha, todos le echarían de menos.

—¿Tú crees?

—Usted es la referencia de muchos alumnos, también la mía. En unos años quiero ser como usted— dice buscando en su bolsillo las llaves y abre la puerta. —Creo que también quiero ser profesor— deja las cosas encima de una mesa en el recibidor y también las sye carga Louis. —Adios, señor Végobre— dice dándole un abrazo.

175 Días | Nueva edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora