CAPÍTULO 5

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Faith.

Dejo que las pizzas caseras que acabo de preparar se cuezan en el horno de la cocina de la casa de Ömer y Azra y preparo una bonita bandeja con algunos aperitivos para comer algo mientras las pizzas se hacen. Además, Ömer está haciendo unos recados y aún no ha llegado, así que también nos sirve para hacer tiempo hasta que él llegue.
     Respiro hondo y me apoyo en la encimera, al mismo tiempo que resoplo. Llevo desde que he llegado con un nudo en el estómago, como si algo fuera a pasar, con la sensación de que está a punto de suceder algo que no me va a gustar.
     <<Son paranoias tuyas, Faith. Todo sigue igual. Tranquila>>, habla mi subconsciente, intentando calmarme. Sí, seguro que es sólo eso. No pasa nada.
     Cojo la bandeja de los aperitivos y me dispongo a salir al patio para preguntarles a los chicos si saben cuánto tardará Ömer, aproximadamente. Estamos a mediados de septiembre, pero hoy hace una temperatura agradable y hemos decidido cenar al aire libre. Salgo al jardín con la bandeja entre las manos.
     -Oye, chicos, ¿cuánto…?
     Levanto la mirada y entonces lo veo, justo delante de mí, a unos metros. Él. Y entonces sé que la sensación que he tenido desde que he llegado no era imaginación mía, era real, porque esto iba a pasar.
     La bandeja cae de mis manos y se hace añicos a mis pies, mientras yo empiezo a sentir que me falta el aire. Está aquí, no es una alucinación como otras tantas veces. Esta vez es real. Y lo sé porque lo siento en cada poro de mi piel. Lo sé porque al mirar a los chicos veo que sus caras están petrificadas, descompuestas, demostrándome que no es mi imaginación, que no estoy alucinando de nuevo, que es totalmente real. 
     <<Can>>, pienso, sintiendo cómo empiezo a temblar.
     Sigue siendo guapo a rabiar. Está un poco más moreno y tiene más músculo, pero el resto sigue siendo igual. Su pelo está recogido en su inseparable moño, su barba sigue ahí, perfecta como siempre. Sus ojos oscuros me observan con muchísima intensidad, tanta que hasta me abruma. Va vestido con unos vaqueros grises, una camiseta de manga corta blanca y unas botas negras. Y sigue llevando sus inseparables complementos, incluidos la pulsera y el collar que yo le regalé. Engin se encuentra a su lado, sujetándole el brazo y me mira asustado, temiendo mi reacción, como todos los demás.
     Un enorme nudo se me instala en la garganta al mirarle, el corazón me late tan fuerte y con tanta velocidad que temo que me explote, las manos me sudan, el pecho me duele y todo mi cuerpo tiembla como si fuera gelatina. Los ojos me escuecen y siento cómo las lágrimas se forman en mis lagrimales con fuerza.
     <<No, esto no puede estar pasando>>.
     -Faith – le escucho susurrar mi nombre. Usa un tono muy bajo, pero llego a escucharlo muy claro.
     La barbilla me empieza a temblar y niego con la cabeza una y otra vez, mientras retrocedo a pasos pequeños y una primera lágrima resbala por mi mejilla. Esto no puede estar pasando.
     <<¡No, no, no, no, no!>>, grito en mi interior.
     Y entonces un sollozo sale de entre mis labios y me giro y salgo corriendo del jardín. Cruzo la cocina de la casa de mi amiga y sigo por el salón hasta la puerta principal. Ni siquiera cojo mi mochila. Sólo abro la puerta y corro fuera, corro lejos, lejos de él, mientras más sollozos y más lágrimas salen de mi cuerpo. Duele, duele mucho.
     Lloro y lloro mientras corro, sin poder creer que esté aquí, que le he tenido a unos metros de mí después de nueve meses llorando por él, muriéndome de pena porque se había ido, porque me había abandonado. ¿Por qué está aquí ahora? ¿Qué hace aquí?
     Ömer aparece en mi campo de visión, caminando tranquilo con las manos dentro de su chaqueta vaquera oscura. Al ver mi estado su cuerpo se tensa y corre hacia mí, preocupado.
     -¡Faith, ¿qué te pasa?! – me pregunta alarmado, agarrándome de los brazos.
Pero yo no puedo hablar, sólo lloro. Las lágrimas me empañan las gafas, me empapan la cara y se pierden bajo mi barbilla. Los sollozos me perforan el pecho con fuerza y me queman los pulmones por la carrera que llevo -. ¡Faith, dime qué te pasa, por favor! – me pide, desesperado, sin soltarme.
     Sus ojos marrones me miran con terror, urgencia y mucha preocupación. Yo me apoyo en él y me dejo caer, sin dejar de llorar.
     -Está aquí, Ömer – sollozo, sin poder detener las lágrimas -. Él está aquí.
     -¿¡Qué?! – grita, sin dar crédito a lo que le digo -. ¿¡Estás segura?! ¿¡Dónde?! – me exige saber.
     -En tu casa – lloro -. No, no, no, no, no.
     -¡Faith! – Damla aparece detrás de mí acompañada de Azra.
     Ambas han venido corriendo, siguiéndome. Se detienen a nuestro lado con la respiración agitada y la cara descompuesta por lo que acaba de pasar. Can está aquí.
     -¿Está aquí? – gruñe Ömer. Su tono se ha vuelto furioso, rabioso, lleno de enfado. Incluso asusta.
     -Sí, hermano – contesta Azra -. Engin ha intentado llevárselo, pero Faith lo ha visto. Si no se ha ido con Engin, tiene que seguir en casa – le comenta.
     Yo sólo lloro tirándome de las raíces del pelo mientras ellos hablan. Esto tiene que ser una pesadilla. Él no puede estar aquí. No puede volver así como así, como si no hubiera pasado nada, como si no me hubiera destrozado la existencia por completo.
     -Quedaos con ella, ¿de acuerdo? Yo voy a casa – dice Ömer.
     -De acuerdo, amor – contesta Damla.
     -No, id con él – hablo con voz gangosa y entrecortada por el llanto -. Necesito estar sola.
     -¿Estás segura? ¿No quieres que te acompañemos a casa? – Azra me acaricia el brazo, preocupada -. No estás para quedarte sola, Faith.
     -Por favor – tartamudeo -. Quiero estar sola. Y no quiero que mis padres me vean así.
     -De acuerdo, cielo – accede Damla -. Toma – me tiende mi mochila -, llámanos si necesitas algo, ¿vale? – asiento -. Azra, acompáñame un momento a casa. Tú ve adelantándote, cariño – les dice a Azra y a su novio.
     Las dos me dan un abrazo y un beso antes de seguir calle abajo, mientras que Ömer me da un beso en la frente y vuelve en dirección a su casa con paso firme, decidido y muy enfadado. Y yo sólo camino sin rumbo hasta que llego al puerto. Una vez allí me siento en una de las rocas y vuelvo a llorar de nuevo. Lloro con ganas, con dolor, sintiendo que se me parte el alma, si es que puede romperse aún más de lo que ya lo está, mientras proceso todo esto.
     Ha vuelto. Can ha vuelto.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora