CAPÍTULO 57

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Faith.

Los primeros días de enero van pasando y la boda de Gamze y Engin se acerca cada vez más, y todos están híper nerviosos y emocionados. Mi amiga se prueba su vestido de novia un par de veces más para asegurarse de que todo está en perfecto orden y cambian el lugar de celebración para que todos los invitados estén cómodos y calentitos gracias a la calefacción (el antiguo salón era más pequeño y tenía jardín). Melisa, Raquel y Bea mandan miles de fotos de vestidos para que les digamos cuál nos gusta más para la boda, porque vendrán desde España para la ceremonia, y yo casi no doy abasto entre el restaurante y los preparativos de la boda, entre ellos, el menú. 
     Hoy no he ido al restaurante, porque, a pesar de saber el menú que habrá en la boda, que ya está más que elegido, Gamze y Engin han insistido en probarlo una vez más, cosa que no mola en absoluto, porque me paso media mañana metida en la cocina de la casa de Can preparándolo. Quedan pocos días para la boda y quieren que todo sea perfecto.
      Can ha ido a comprarse un traje para la boda en compañía de su padre y el resto de los chicos, quienes no han parado de insistirle hasta que han conseguido que aceptara comprarse uno. Digamos que Can no es muy dado a vestir de etiqueta. Pero es la boda de su hermano, y no le queda otra que hacerlo.
     Coloco el pastel de marisco sobre la isla, junto al resto de platos y miro a los chicos.
     -Ala, ya está todo – digo.
     Suspiro, agotada, y me paso las manos por el pelo.
     -Huele igual de bien que la última vez que lo preparaste – me halaga Engin.
     -Claro, es que he usado los mismos ingredientes que la otra vez – respondo con una sonrisa sarcástica -. ¡No entiendo por qué necesitáis probar de nuevo el menú si ya lo teníais decidido! – exclamo.
     -Porque es mi boda y quiero que todo sea perfecto. Cuando te cases tú, te pasará igual – contesta Gamze, pinchando un trozo de atún con salsa de quesos -. ¡Dios, qué bueno está esto! – gimotea, cerrando los ojos -. Oye, ¿de qué harás la tarta?
     -¿Algún sabor en especial? – pregunto -. Yo me adapto a lo que queráis – bebo de mi tercer vaso de té.
     Y voy a necesitar cinco más para mantenerme en pie durante este día. Entre el frío y las horas que llevo aquí preparando esto, no me siento los dedos de las manos.
     -Por mí puedes hacerla de lo que quieras. Confío en ti, amiga – responde Gamze.
     -Lo mismo digo – añade Engin, masticando un trozo de pastel de marisco -. Por cierto, los cocineros ya están contratados, sólo tienes que pasarles las recetas y ellos se encargarán de todo. Tú no tienes que hacer nada.
     -Eso. Es mi boda y quiero a mi mejor amiga siempre cerca – mi amiga me acaricia la mano con cariño.
     Sonrío.
     -De todas formas, tendré que supervisar un poco para asegurarme de que salga todo bien – cojo un poco de Kisir y me lo meto en la boca -. Pues sí que está bueno.
     Nos medio terminamos los platos que he preparado, y digo medio, porque Damla y Azra llegan diez minutos después para terminar de zampárselos. Han estado toda la mañana de aquí para allá, ultimando un par de detalles de la boda que Gamze les ha pedido. Y, tal y como esperaba, llegan hambrientas y sedientas, así que preparo una nueva tetera y dejo que se zampen casi todo lo que queda en los platos.
     El sonido de la puerta nos sorprende y unas voces se acercan a la cocina. Segundos después, Can, el señor Azad, Murat, Ahmet, Cihan y Mesut entran en la cocina. Can se quita las gafas de sol y veo que en la mano lleva una funda de ropa, en la que supongo que irá su traje para la boda.
     -¿Has comprado el traje? – le pregunta Engin a su hermano nada más verlo.
     -Que síííí, cansino – responde mi novio, bufando.
     -No veáis la guerra que ha dado el señorito. Que si esto me agobia, que si el color no me gusta, que si pajarita no, que si estos zapatos son un rollo… - Murat se apoya en la isla y suspira -. No vuelvo a ir de compras contigo, Can.
     -Odio vestir de etiqueta. Los trajes me agobian y tener una corbata aprisionándome la garganta no es mi sueño – repite él. Deja la funda en el respaldo de una de las sillas y me abraza por dentras -. Hola, mi amor – me besa la mejilla.
     -Hola – giro la cabeza y le beso la barba -. No les hagas caso, vas a estar guapísimo.
     -Si eso hace que me arranques el traje del cuerpo y lo tires por ahí, me lo pondré las veces que haga falta – bromea, besándome la nuca.
     La piel se me eriza y trago saliva, sintiendo cómo mi cuerpo se vuelve loco por él. Sólo con rozarme consigue que mi pulso se vuelva frenético y mi cuerpo arda. Siento el latido de su corazón en mi espalda, por encima de la sudadera que llevo y su aroma a tierra mojada me rodea por todos lados. Adoro el olor de Can. Me siento tan completa cuando estoy con él. 
     -Es la boda de tu hermano, Can – interviene su padre, sirviéndose un vaso de té y sacándome de mis intensos pensamientos -. El día que tú te cases, también querrás que él vaya elegante.
     -El día que yo me case, prohibiré expresamente ir de etiqueta. La única que irá deslumbrante será Faith con su vestido blanco. Punto – responde Can.
     Se apoya en la encimera y me coloca entre sus piernas, apoya la cabeza en mi hombro y entrelaza nuestros dedos para acariciarme la piel.
     -El día que te cases, harás lo que quiera Faith porque eres incapaz de negarle nada – dice su hermano.
     -Touché – ríe él.
     -¿Tanto poder tengo sobre ti? – le miro.
     -Tienes más, mucho más – me besa la comisura de la boca con mimo -. Te quiero más que a nada en el mundo, cariño – susurra en mi boca.
     -Y yo a ti – respondo, sintiendo que mi corazón no puede amarle más de lo que ya lo hace -. No sabes cuánto.
     Can sonríe y me da otro beso.
     -¡Qué bonito es volver a verles así, ¿verdad?! – pregunta Damla, mirándonos enternecida.
     -Sí – responde Ömer, abrazándola y sonriéndonos -. Hace unas semanas creíamos que nunca os volveríamos a ver así y ahora habéis vuelto y estáis más felices que nunca.
     Sonrío y siento que Can también lo hace.
     -Yo también pensaba eso hace un tiempo – reconozco.
     -Pues yo creo que deberíamos celebrar todo esto pasando el fin de semana que viene en mi casa de campo – propone Murat -. La boda de Gamze y Engin es dentro de poco y no quieren despedidas de soltero, así que podemos hacer una doble y pasar el fin de semana todos juntos.
     La verdad es que es una gran idea. Gamze no quiere despedida de soltera y Engin tampoco, así que pasar su último fin de semana como solteros todos juntos en la casa de campo de Murat es un plan genial. Si estuviéramos en España estaríamos rodeados de boys y stripers, cosa a la que yo nunca le he visto demasiado el sentido. ¿Para qué quieres ver a gente despelotándose?
     <<Si yo tengo que ver a alguien desnudándose, que sea a Can>>, pienso, imaginándome la situación, la cual hace que me entre bastante calor. Incluso tengo que abanicarme un poco con la mano. ¡No es mi culpa que me encante verle desnudo!
     -A mí me parece genial – dice Gamze, sacándome de mi fantasía.
     -Y a mí – añade Engin -. Es la mejor idea. Podemos hacer barbacoas, ver películas, cantar, beber…
     -Podemos hacer una fiesta de compromiso entre nosotros – sonríe Azra.
     Durante los próximos minutos cada uno se asigna una tarea para que el fin de semana en la casa de campo sea perfecto. Murat y Ahmet se encargarán de limpiar la casa en los próximos días para que esté lista cuando vayamos y de las bebidas, Ömer se encargará de la carne para la barbacoa, Mesut y Cihan de los altavoces y el portátil para la música, las chicas de comprar golosinas y chucherías para las películas, y Can y yo del resto de la comida.
     Una vez todo está hablado, recogemos la cocina y los chicos deciden irse a sus casas, puesto que ya es tarde. Yo, por mi parte, decido que es una buena idea darme una ducha antes de irme, aunque sé que acabaré quedándome cuando Can me ponga ojitos y me suplique que pase la noche con él mientras me da besos por todas partes.
     Me meto en el baño del dormitorio de Can, dejándole a él con su padre y su hermano charlando en el salón, y coloco mi playlist de Billie Eilish. Canturreo sus canciones mientras enciendo el grifo, y me desnudo esperando a que el agua se caliente. Una vez compruebo que está a la temperatura perfecta, me meto bajo el chorro y dejo que el agua me empape por completo.
     -That I'd fallen for a lie
You were never on my side
Fool me once, fool me twice
Are you death or paradise?
Now you'll never see me cry
There's just no time to die – cierro los ojos, cantando el estribillo de la canción No time to die, de la nueva película de James Bond.
     El agua recorre mi cuerpo y, justo cuando voy a alcanzar el champú de la balda de la ducha, unos fuertes brazos me rodean la cintura, un fuerte y cálido pecho presiona mi espalda, unos suaves labios se posan en mi hombro desnudo y húmedo por el agua, y una barba me hace cosquillas en la piel. Mi pulso se acelera, mi piel se eriza, mis piernas se vuelven gelatina y mi cuerpo y mi corazón saben que es Can quien me abraza. Su olor, su forma de abrazarme, la calidez y la presión de su pecho en mi espalda… Es inconfundible.
     -Me estaba preguntando cuánto tardarías en venir – hablo, sonriendo.
     -Ya sabes que no puedo resistirme a una ducha contigo, amor – murmura en un tono sensual y me retira el pelo del cuello y me besa la parte trasera de la oreja.
     Un escalofrío me recorre de la nuca a los pies y aprieto los muslos, excitándome, cuando Can baja sus labios por mi cuello y sus dedos se clavan en mi carne.
     -Te he echado de menos hoy – habla sobre mi cuello -. Habría sido mucho más agradable probarme trajes sabiendo que tú estabas allí, Faith – vuelve a morderme la piel.
     Jadeo.
     -A mí también me habría encantado. Verte en traje es una de mis fantasías – le confieso, derritiéndome entre sus brazos.
     El latido de mi corazón sigue aumentando en ritmo y fuerza, la temperatura de mi cuerpo sigue subiendo, la presión de mi entrepierna se hace más intensa y el deseo que siento me recorre las venas con furia.
     Can suelta una risa ronca sobre mi piel y sigue besándome la mandíbula mientras me acaricia las caderas. Yo me muerdo el labio inferior y cuando giro la cabeza nuestras bocas se devoran la una a la otra sin perder un segundo.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora