CAPÍTULO 13

154 12 4
                                    

Faith.

-Que sí, mamá, que estoy bien - contesto, terminándome el desayuno que mi madre ha preparado, antes de irme al restaurante.
     -¿Seguro?- insiste -. ¿Can te está molestando y estás peor?
     Suspiro. Señor, ayúdame. Mi madre lleva días vigilándome como una loca (más que antes) desde que dije que Can está de vuelta. Vigila si duermo por mis ojeras o mi humor, sabe si he comido o no llamando a las chicas y mirándome con lupa cuando estoy en casa y se encarga de saber cómo me encuentro preguntándome a todas horas cómo estoy hasta que, o bien la mando a callar, o bien la ignoro y termina desistiendo. Y la entiendo, de verdad. Sé que está preocupada porque mi exnovio, el hombre por el que he pasado unos meses de mierda, tres de ellos en un psiquiátrico, ha vuelto a la ciudad, y teme que vuelva a recaer. Pero ya empieza a ser una tortura.
     -Mamá, déjalo ya, por favor - le pido, bebiendo más té y dándole a Sam un trozo de pan tostado.
     -¿Ha intentado hablar contigo? - interviene mi padre. Lo que me faltaba.
     -Tú, no, papá. Por favor - suplico -. Ya os he dicho que estoy bien.
     -No me has respondido, Faith - insiste mi padre.
     -Tienes ojeras, hija. ¿Las pastillas no te van bien? ¿No duermes porque Can está aquí? - sigue mi madre.
     Los dos empiezan a hacerme preguntas a la vez y creo que hasta Sam está poniéndose de los nervios porque se tiende y emite un enorme suspiro, hastiado.
     -¡Parad, ya, joder! - doy un golpe en la mesa -. ¡Esto parece un puto interrogatorio del FBI en vez de un desayuno! - grito.
     -Sólo queremos que estés bien, cariño - se excusa mi madre, afectada.
     -Preguntándome a cada hora si estoy bien no me ayudáis, mamá - le explico -. Entiendo que estéis preocupados, de verdad. Pero haciendo esto sólo conseguís que me sienta peor.
     -La niña tiene razón, Miriam - habla mi padre, pasándome la mano por el pelo corto y castaño, salpicado con algunas canas.
     Mi madre suspira y se pasa las manos por la cara antes de mirarme.
     -No quiero que vuelva a hacerte sufrir, Faith - dice en un tono afligido y con la voz un poco entrecortada.
     -No lo hará. Me encargaré de que no vuelva a hacerme daño - les prometo. Y lo digo totalmente enserio. No pienso dejar que Can vuelva a joderme la vida.
     Me termino el desayuno bajo la atenta mirada de mis padres, que dejan de preguntarme cosas (por suerte) y subo a coger una chaqueta de cuero roja para ponerme antes de salir a la calle. Ya estamos en octubre y el frío cada día está más presente.
     Le pongo el collar a Sam y aviso a mis padres de que iré a darle su paseo antes de irme al restaurante. Me pongo las botas de media caña color camel y cojo la correa de Sam para enganchársela al collar y salir de casa.
     El aire frío me corta la cara un poco cuando salgo y me subo la cremallera hasta arriba sin soltar la correa de Sam. Lo paseo por el puerto y por un parque que está cerca de casa para que haga sus necesidades, mientras pienso en lo que hablé ayer con la doctora Aylin:
     -¿Cuántas veces has visto a Can esta semana, Faith? - me preguntó, recolocándose las gafas.
     -Unas cuantas - contesté, retorciéndome los dedos -. Y no por gusto.
     -¿Cómo fueron? - siguió preguntando.
     Me encogí de hombros.
     -Incómodas. No me gusta estar cerca de él - respondí, recordando todos los momentos que había estado a su lado.
     Me lo había encontrado en un par de paseos con Sam, en el mercado de las especias cuando fui a comprar un par de cosas e insistió hasta que acepté que me llevara a casa, otra vez en el gimnasio después de zumba y otra en la casa de Ömer y Azra cuando fuimos todos a cenar allí. Y en todas las ocasiones intentó acercarse a mí e intentar hablar conmigo. Y yo terminaba saliendo corriendo para estar cerca de él lo menos posible.
     -¿No te gusta o no te sientes capaz de estar cerca por tus emociones? - siguió preguntándome.
     Reflexioné durante unos segundos.
     -No me siento capaz - reconocí -. No me fío de mí misma cuando le tengo cerca.
     -Ha pasado un mes desde que volvió, Faith. ¿Sigues queriéndole?
     Los ojos se me llenaron de lágrimas y asentí, incapaz de hablar.
     Salgo de mis pensamientos cuando la señora Asuman, una vecina del barrio, pasa por mi lado y me saluda. Yo le dedico una sonrisa y sigo paseando de vuelta a casa. Una vez llego, le quito el collar a Sam y le dejo a sus anchas. Me paso por la tienda de mi madre para decirle que me voy al restaurante y cojo un taxi para ir hasta allí. Siempre voy en taxi o en autobús, excepto los días que mi padre no trabaja y cojo el coche.
     Cuando llego al restaurante le pago al taxista y me bajo, mirando a derecha e izquierda antes de cruzar al otro lado de la calle y entrar al restaurante. Ya hay clientes desayunando y dentro de un par de horas llegarán Kemal, Seyma, Estefanía y Jordi para meterse en la cocina. Hoy es sábado, así que pasaré aquí todo el día. Y la verdad es que lo prefiero, porque encontrarme a Can casi todo el tiempo me tiene descompuesta. Aquí al menos me mantengo ocupada y no le veo.
     <<No quieres verle porque tienes miedo de comerle la boca en un impulso>>, me suelta mi cerebro en un tono burlesco. Llevas unos meses calladito y ya estás empezando a joder desde que Can volvió. ¡Deja de amargarme, puto subconsciente!
     -Buenos días, jefa - me saluda Ozan con una sonrisa, desde la barra.
     -Buenos días - medio sonrío.
     -¿Estás mejor? Llevas unos días un poco seria - me planta delante una taza de té humeante.
     -Sí, estoy bien. No te preocupes - contesto -. Voy a ir preparando algunas cosas en la cocina.
     Cojo el vaso de té y me lo llevo a la cocina y lo dejo encima de una de las encimeras. Me quito la chaqueta de cuero y le doy un sorbo al té antes de dejar mis cosas en la trastienda. Luego me termino el vaso de té y me pongo a preparar algunos ingredientes y utensilios para que todo esté preparado, mientras pienso en Can.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora