Faith.
-Que sí, mamá, que estoy bien - contesto, terminándome el desayuno que mi madre ha preparado, antes de irme al restaurante.
-¿Seguro?- insiste -. ¿Can te está molestando y estás peor?
Suspiro. Señor, ayúdame. Mi madre lleva días vigilándome como una loca (más que antes) desde que dije que Can está de vuelta. Vigila si duermo por mis ojeras o mi humor, sabe si he comido o no llamando a las chicas y mirándome con lupa cuando estoy en casa y se encarga de saber cómo me encuentro preguntándome a todas horas cómo estoy hasta que, o bien la mando a callar, o bien la ignoro y termina desistiendo. Y la entiendo, de verdad. Sé que está preocupada porque mi exnovio, el hombre por el que he pasado unos meses de mierda, tres de ellos en un psiquiátrico, ha vuelto a la ciudad, y teme que vuelva a recaer. Pero ya empieza a ser una tortura.
-Mamá, déjalo ya, por favor - le pido, bebiendo más té y dándole a Sam un trozo de pan tostado.
-¿Ha intentado hablar contigo? - interviene mi padre. Lo que me faltaba.
-Tú, no, papá. Por favor - suplico -. Ya os he dicho que estoy bien.
-No me has respondido, Faith - insiste mi padre.
-Tienes ojeras, hija. ¿Las pastillas no te van bien? ¿No duermes porque Can está aquí? - sigue mi madre.
Los dos empiezan a hacerme preguntas a la vez y creo que hasta Sam está poniéndose de los nervios porque se tiende y emite un enorme suspiro, hastiado.
-¡Parad, ya, joder! - doy un golpe en la mesa -. ¡Esto parece un puto interrogatorio del FBI en vez de un desayuno! - grito.
-Sólo queremos que estés bien, cariño - se excusa mi madre, afectada.
-Preguntándome a cada hora si estoy bien no me ayudáis, mamá - le explico -. Entiendo que estéis preocupados, de verdad. Pero haciendo esto sólo conseguís que me sienta peor.
-La niña tiene razón, Miriam - habla mi padre, pasándome la mano por el pelo corto y castaño, salpicado con algunas canas.
Mi madre suspira y se pasa las manos por la cara antes de mirarme.
-No quiero que vuelva a hacerte sufrir, Faith - dice en un tono afligido y con la voz un poco entrecortada.
-No lo hará. Me encargaré de que no vuelva a hacerme daño - les prometo. Y lo digo totalmente enserio. No pienso dejar que Can vuelva a joderme la vida.
Me termino el desayuno bajo la atenta mirada de mis padres, que dejan de preguntarme cosas (por suerte) y subo a coger una chaqueta de cuero roja para ponerme antes de salir a la calle. Ya estamos en octubre y el frío cada día está más presente.
Le pongo el collar a Sam y aviso a mis padres de que iré a darle su paseo antes de irme al restaurante. Me pongo las botas de media caña color camel y cojo la correa de Sam para enganchársela al collar y salir de casa.
El aire frío me corta la cara un poco cuando salgo y me subo la cremallera hasta arriba sin soltar la correa de Sam. Lo paseo por el puerto y por un parque que está cerca de casa para que haga sus necesidades, mientras pienso en lo que hablé ayer con la doctora Aylin:
-¿Cuántas veces has visto a Can esta semana, Faith? - me preguntó, recolocándose las gafas.
-Unas cuantas - contesté, retorciéndome los dedos -. Y no por gusto.
-¿Cómo fueron? - siguió preguntando.
Me encogí de hombros.
-Incómodas. No me gusta estar cerca de él - respondí, recordando todos los momentos que había estado a su lado.
Me lo había encontrado en un par de paseos con Sam, en el mercado de las especias cuando fui a comprar un par de cosas e insistió hasta que acepté que me llevara a casa, otra vez en el gimnasio después de zumba y otra en la casa de Ömer y Azra cuando fuimos todos a cenar allí. Y en todas las ocasiones intentó acercarse a mí e intentar hablar conmigo. Y yo terminaba saliendo corriendo para estar cerca de él lo menos posible.
-¿No te gusta o no te sientes capaz de estar cerca por tus emociones? - siguió preguntándome.
Reflexioné durante unos segundos.
-No me siento capaz - reconocí -. No me fío de mí misma cuando le tengo cerca.
-Ha pasado un mes desde que volvió, Faith. ¿Sigues queriéndole?
Los ojos se me llenaron de lágrimas y asentí, incapaz de hablar.
Salgo de mis pensamientos cuando la señora Asuman, una vecina del barrio, pasa por mi lado y me saluda. Yo le dedico una sonrisa y sigo paseando de vuelta a casa. Una vez llego, le quito el collar a Sam y le dejo a sus anchas. Me paso por la tienda de mi madre para decirle que me voy al restaurante y cojo un taxi para ir hasta allí. Siempre voy en taxi o en autobús, excepto los días que mi padre no trabaja y cojo el coche.
Cuando llego al restaurante le pago al taxista y me bajo, mirando a derecha e izquierda antes de cruzar al otro lado de la calle y entrar al restaurante. Ya hay clientes desayunando y dentro de un par de horas llegarán Kemal, Seyma, Estefanía y Jordi para meterse en la cocina. Hoy es sábado, así que pasaré aquí todo el día. Y la verdad es que lo prefiero, porque encontrarme a Can casi todo el tiempo me tiene descompuesta. Aquí al menos me mantengo ocupada y no le veo.
<<No quieres verle porque tienes miedo de comerle la boca en un impulso>>, me suelta mi cerebro en un tono burlesco. Llevas unos meses calladito y ya estás empezando a joder desde que Can volvió. ¡Deja de amargarme, puto subconsciente!
-Buenos días, jefa - me saluda Ozan con una sonrisa, desde la barra.
-Buenos días - medio sonrío.
-¿Estás mejor? Llevas unos días un poco seria - me planta delante una taza de té humeante.
-Sí, estoy bien. No te preocupes - contesto -. Voy a ir preparando algunas cosas en la cocina.
Cojo el vaso de té y me lo llevo a la cocina y lo dejo encima de una de las encimeras. Me quito la chaqueta de cuero y le doy un sorbo al té antes de dejar mis cosas en la trastienda. Luego me termino el vaso de té y me pongo a preparar algunos ingredientes y utensilios para que todo esté preparado, mientras pienso en Can.
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VOLVER A TI (YSETE 2)
RomanceDespués de que el amor de su vida se fuera sin más, Faith queda sumida en un oscuro pozo al que no encuentra ninguna salida. Cuando sale del centro psiquiátrico en el que deben ingresarla por una fuerte depresión, se propone a sí misma recuperarse y...