CAPÍTULO 89

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Faith.

Can me acaricia la espalda con suavidad mientras me besa la boca y succiona mi labio inferior con mimo antes de separar nuestras bocas y mirarme con ojos salvajes.ç

—Túmbate boca abajo —me pide.

     Me separo de él y hago lo que dice. Me tumbo boca abajo a unos centímetros por debajo de la almohada y espero a que él dé el siguiente paso. Milésimas de segundo después, le siento colocarse a horcajadas sobre la parte trasera de mis muslos y sus manos se apoyan en mis nalgas. Me acaricia los glúteos en círculos con las manos y sus labios se apoyan en mi piel. Un escalofrío me recorre la espina dorsal mientras me besa cada centímetro de la espalda y cierro los ojos para disfrutar de su tacto. Me muerde la nuca con cariño y entonces me da un suave tortazo en la nalga, que me hace soltar un jadeo y agarrar las sábanas.

     —Me encanta tu culo, amor —me dice Can en un gruñido muy sexi, besando mis nalgas.

      Me muerde la piel y me da otro suave tortazo que me produce un escozor muy placentero, aparte de una punzada muy deliciosa en la entrepierna que me excita más y más.

     —Deja mi culo en paz y hazme el amor de una vez, futuro esposo —hablo, excitada a más no poder.

     Can suelta una risa grave y responde:

     —Será un placer, futura esposa.

     Se separa de mí y se acerca a la mesita de noche para coger un preservativo y volver hasta mí. Le oigo rasgar el envoltorio con los dientes y deduzco que se lo coloca. Can me acaricia las nalgas de nuevo y en esta ocasión siento su pene rozar mi piel. Separo las piernas para que tenga un mejor acceso a mí y, después de rozar su erección contra mi entrada un par de veces, empuja con suavidad y me penetra. Hago puños en las sábanas y me muerdo el labio con fuerza para no gemir demasiado fuerte. Can me agarra de la cintura para sujetarse y empieza a moverse dentro de mí.

     —¡Madre mía, Faith! —jadea Can—. Podría pasarme la vida entera así y jamás me saciaría de ti.

     —¡Ay, Can! —gimo, con la cabeza escondida entre las sábanas para amortiguar mis jadeos.

     Sus caderas siguen embistiéndome y con el paso de los segundos sus movimientos se empiezan a acelerar y a coger más y más fuerza. Me apoyo en los codos y giro la cabeza para verle, y cuando me mira y ve que estoy observándole con expresión casi orgásmica, se inclina hacia delante y me besa la comisura de la boca y me acaricia el pelo sin dejar de moverse. Si sigue así, no voy a durar demasiado.

     Acaricia mis costados y llega hasta mis pechos, los cuales acaricia. Me retuerce los pezones duros y sensibles con los dedos y eso hace que mi placer aumente aún más. Encojo los dedos de los pies cuando siento de nuevo esa rigidez en los músculos y flexiono una rodilla, moviendo la pierna sobre el colchón y separando aún más mis piernas.

     —Can... —lo aviso con voz urgente.

     —Lo sé, cariño, lo sé. Yo también —responde, jadeando.

     El agarre de sus manos en mi cintura se hace más intenso y sus movimientos se vuelven salvajes y profundos. Roza un par de veces el punto exacto para que me retuerza del gusto y me agarro tan fuerte a las sábanas que me acaban doliendo las manos.

     Can separa una de las manos de mi cintura y la siento en mi clítoris un segundo después. Empieza a hacer círculos con los dedos sobre mi centro y creo que me voy a desmayar por tantas sensaciones. Gimo, jadeo, lloriqueo e incluso me aguanto un grito. Es tan intenso el placer que estoy sintiendo que termino llegando al clímax por segunda vez entre sollozos y espasmos. Un minuto después, Can se vacía en el látex del preservativo, dentro de mí.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora