CAPÍTULO 60

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Can.

Ömer y yo colocamos las dos enormes pizzas familiares en la mesa del comedor y nos sentamos en nuestros respectivos sitios, yo entre Faith y mi hermano, quienes ya han hablado del tema ‘pillada en la ducha’, cosa que ha tranquilizado mucho a Faith y le ha quitado la intranquilidad que traía. Desgraciadamente, eso no ha conseguido que cambie de opinión respecto a dormir juntos. Dice que no quiere arriesgarse a que nos pillen de nuevo y en una postura mucho más comprometida. Así que no me va a quedar otra que pasar el fin de semana durmiendo sin ella.
     Murat se ofrece a cortar las pizzas en porciones y, una vez lo hace, todos empezamos a coger trozos. Puesto que no ha habido unanimidad absoluta a la hora de hacer las pizzas, Faith ha propuesto hacer mitad y mitad en cada una de ellas. Así que una pizza es mitad cuatro quesos y mitad margarita, y la otra pepperoni y carbonara.
     -¡Madre mía, esta es la mejor pizza que he probado en mi vida! – exclama Ahmet, masticando su trozo de pizza cuatro quesos.
     -¡Qué manos tienes, Faith! – la halaga Murat, comiendo su trozo de pizza margarita.
     -Ya te digo – digo yo, en un tono con doble sentido, soltando una risa.
     -¡Can! – Faith pilla mi broma y me da un tortazo cariñoso en el brazo, con las mejillas enrojecidas.
     El resto ríe ante su sonrojo y sigue comiendo pizza, intercalándola con la ensalada, la tortilla de patatas, los canapés y el resto de cosas que hay encima de la mesa y que Faith ha preparado en un abrir y cerrar de ojos. Tiene una habilidad maravillosa para improvisar platos a diestro y siniestro.
     No dejamos ni una porción de pizza en los platos y casi nos terminamos al completo el resto de cosas, pero ya que Faith ha preparado tarta de queso para el postre, preferimos dejar sitio en nuestros estómagos. Una vez también nos zampamos la deliciosa tarta que mi maravillosa novia ha preparado, recogemos los platos sucios y nos sentamos en el salón a tomar unas copas y a jugar a los juegos de mesa que Murat tiene en la casa. Pasamos un par de horas descojonándonos de la risa a causa de las peleas de Mesut y Cihan, que no se conforman con nada, y de los comentarios sin filtro de Faith, que no duda ni un segundo en soltar lo primero que se le pasa por la cabeza cuando algo le hace gracia o no le parece justo.
     -No sé vosotros, pero yo me voy a ir a la cama – dice mi chica, bostezando -. De todas formas ya hemos ganado – se refiere a ella y a Azra, que han jugado en pareja.
     -¡Y una mierda! – se queja Murat.
     Faith le enseña el ‘quesito’ del Trivial, con todos los huecos ocupados por las pequeñas cuñas de colores.
     -Está completo, hemos ganado. Te chinchas – sonríe, somnolienta y presumida, pero adorable -. Buenas noches a todos.
     -Sí, yo también me voy a dormir – la sigue Azra.
     -Y nosotras – Damla y Gamze se levantan también.
     Al final, todos coincidimos en que estamos un pocos cansados del día y recogemos los juegos y los guardamos para subir a la planta superior y meternos en nuestros cuartos, no sin antes turnarnos para lavarnos los dientes.
     -Te voy a echar de menos hoy – le digo a Faith, abrazándola.
     -Sólo van a ser dos noches, Can – me besa el cuello -. Así nos cogemos con más ganas cuando estemos solos – me susurra al oído, erizándome el vello y haciendo que mi pene despierte -. Buenas noches.
     Se separa de mí y me sonríe con los ojos brillantes.
     -Buenas noches, mi amor – me inclino para darle un beso en los labios.
     Faith me corresponde sin dudar un segundo y me da un par de besos en las mejillas antes de meterse en la habitación, seguida de Damla, Gamze y Arza, quienes también se despiden de sus novios con besos y abrazos. Damla cierra la puerta del dormitorio, dejándonos fuera y nos miramos entre nosotros.
     -Bueno, pues a dormir se ha dicho – dice Ömer.
     -Este dormirá mejor seguro. Tiene una habitación para él solo – se queja mi hermano en un tono lleno de burla.
     -Es mejor así. Madruga demasiado – dice Murat.
     Suelto una risa nasal y me giro. Levanto la mano y me despido de ellos, caminando hacia mi habitación al final del pasillo.
     -Buenas noches, que descanséis.
     Cierro la puerta de la habitación cuando estoy dentro y me meto bajo las sábanas y la colcha, sin Faith. Bueno, sólo es un fin de semana. Cuando volvamos no pienso dejarla salir de la cama en cuarenta y ocho horas. Alargo el brazo y apago la lámpara de la mesita de noche, quedándome a oscuras. Me acomodo en el colchón y cierro los ojos, intentando dormir.
     Una hora y media después estoy mirando el techo, aburrido de dar vueltas y sin pegar ojo. Echo de menos a Faith. Sé que tan sólo está a unos metros, pero saberlo y no tenerla durmiendo conmigo no me gusta.
     Suspiro por sexta vez y coloco los brazos bajo mi cabeza. ¿Estará durmiendo o seguirá despierta igual que yo? Giro la cabeza y miro mi móvil, el cual descansa sobre la mesita de noche.
     << ¿Y si le mando un mensaje y la intento convencer de que se venga a dormir conmigo?>>, me pregunto. Puede que se resista, pero no pierdo nada por intentarlo.
     Me apoyo en el codo y alcanzo mi teléfono de la mesita para desbloquearlo y buscar su chat en WhatsApp. Abro el teclado y le escribo: “¿Estás despierta?
     Un segundo después su estado pasa a ‘en línea’ y a continuación a ‘escribiendo…’.
     “Sí, no puedo dormir. ¿Tú tampoco?”, contesta.
     “No, te echo de menos, mi amor”, envío.
     “Yo también te echo mucho de menos, Can”, leo unos segundos después.
     Sonrío y me muerdo el labio, escribiendo el siguiente mensaje para intentar persuadirla.
     “Vente a dormir conmigo…”, añado el emoticono de una carita triste y envío el mensaje.
     Dos segundos después, responde:
     “Ya lo hemos hablado. Si nos vuelven a pillar haciéndolo, perderé las pocas neuronas vivas que me quedan”.
     Vuelvo a escribir:
     “No te meteré mano aunque me muera de ganas, te lo prometo. Sólo dormir. Anda, vente”.
     Envío el mensaje y espero a que me conteste, pero no escribe nada. Muevo los pies bajo las sábanas, inquieto, esperando una respuesta, pero Faith sigue sin contestar, hasta que envía:
     “Estoy aquí”.
     Unos suaves golpes en la puerta llaman mi atención y enciendo la luz de la lámpara. Sonrío cuando la puerta se abre y Faith aparece tras ella con su móvil en la mano.
     -¿Se puede? – me pregunta con una media sonrisa preciosa.
     -Ven aquí – abro las sábanas y palmeo el colchón.
     Ella entra, cierra la puerta y corre hacia la cama, adorablemente vestida con un pijama de invierno celeste y rosa, y se sube en el colchón. Suelta su móvil en la mesita de noche y se mete en las sábanas, tumbándose a mi lado.
     -Hola – saluda, sonriendo, y tapándose con la sábana y el edredón blancos.
Yo suelto mi móvil junto al suyo y rodeo su cuerpo con mis brazos, para atraerla hacia mí.
     -Por fin – digo, mirándola a los ojos -. Odio dormir sin ti.
     -Yo también – me acaricia la mejilla y reposa sus dedos en mi barba durante unos segundos -. Siempre duermo mejor cuando me abrazas.
     Sonrío y pego mis labios a la comisura de su boca para darle suaves y mimosos besos. Siento a Faith sonreír y su mano me rodea el cuello. Sus finos dedos acarician mi piel y un escalofrío me sube por la espalda, erizándome la piel y haciendo que mi pene despierte una vez más.
     <<Le has prometido que nada de sexo. Cálmate>>, me recuerda mi cabeza.
     Separo mi boca de su piel y apoyo la cabeza en la almohada, quedando cara a cara con ella. Le acaricio los rizos y aparto un mechón que le cae sobre los ojos. Es tan hermosa, tan suave.
     -¿Sabes? A veces me pregunto cómo he sido capaz de estar tantos años sin ti antes de conocerte – le digo, introduciendo la mano bajo su camiseta, sintiendo cómo su piel se eriza. Sonrío al ver el brillo que sus ojos adquieren -. Siempre era muy borde, serio e iba a mi rollo, me daba igual el mundo, sólo estábamos yo, mi cámara y mis viajes. Ni siquiera me esforzaba por pasar tiempo con Pembe cuando estábamos juntos – se remueve un poco al escuchar el nombre de mi ex-novia -. Y luego apareciste tú y me cambiaste la vida. Mi vida cobró sentido el día que te vi por primera vez.
     Faith sonríe y sus ojos se ponen más brillantes a causa de las lágrimas que se forman en ellos.
     -Creo que me pasó lo mismo – habla ella en un tono lleno de amor -. Nunca me había gustado ningún chico tanto como para tener una relación seria y nunca había estado enamorada. Y luego llegaste tú con tu pelo largo, tu barba y tu cámara y me conquistaste.
     Sonrío y acaricio su nariz con la mía, para luego bajar la cabeza y besar sus dulces labios. Nuestras bocas se mueven en sincronía, nuestras lenguas se acarician y siento cómo nuestros corazones laten al unísono, juntos, porque se aman desesperadamente. Porque nos amamos tanto que ni siquiera somos capaces de estar separados una noche, aun sabiendo que tan sólo estamos a unos metros de distancia.
     -Te quiero muchísimo, Can Doğan – me susurra Faith sobre los labios, acariciándome la barba, sin dejar de mirarme a los ojos con un amor y una adoración inigualables.
     -Y yo a ti, cariño – le respondo del mismo modo -. Me parece que será mejor que nos durmamos ya, antes de que incumpla mi promesa de no meterte mano y nos escuchen los chicos o nos vuelvan a pillar.
     Faith suelta una risa y acepta mi petición de dormir, acompañándola de un adorable bostezo que provoca que le pellizque las mejillas y la haga reír de nuevo. Le quito las gafas y las dejo en la mesilla y apago la luz para quedarnos a oscuras.
     Abrazo su cuerpo y ella me da un beso en el pectoral izquierdo, justo encima de mi tatuaje y apoya la cabeza en mi pecho. Yo le doy un beso en el pelo, aspirando el aroma a frutos silvestres de sus rizos y se los acaricio hasta que ambos nos quedamos dormidos.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora