Faith.
-¿Has vuelto a tener alucinaciones, Faith? - me pregunta la doctora Aylin, preocupada.
He llegado hace quince minutos hecha un manojo de nervios llorando y diciéndole que Can ha vuelto, que está aquí de nuevo, y que no sé qué hacer.
-¡Que no, joder! - lloro -. ¡No fue una alucinación, fue real! ¡Está aquí! - grito.
-Cuéntame desde el principio qué pasó - me pide, ajustándose las gafas sobre el puente.
Yo hago el mismo gesto y sorbo antes de empezar a contarle:
-Estaba en casa de mis amigos para cenar. Yo estaba en la cocina y al salir para preguntarles una cosa le vi. Estaba allí, delante de mí después de nueve meses - le cuento -. Al principio pensé que era otra alucinación, que estaba empeorando, pero no lo era. Lo sentí.
Le cuento las miradas asustadas de los chicos, las palabras de Azra y Damla hablando con Ömer sobre que él estaba en su casa. Le cuento la sensación que me recorrió el cuerpo en cuanto le vi, en cuanto mis ojos se encontraron con los suyos.
Vuelvo a llorar cuando termino de contárselo todo y Aylin se levanta para darme un clínex y me pide que me tranquilice.
-Faith, no pasa nada. Es normal tener esa reacción al verle después de tanto tiempo. No significa que estés retrocediendo. Has trabajado mucho estos tres meses.
-¡Pero ¿Por qué coño ha vuelto?! - me quito las gafas y me limpio las lágrimas con el clínex, sollozando, rota.
-No tienes por qué buscarle una respuesta a su regreso, Faith. Eres fuerte y puedes con esto. Pero no puedes desistir, ¿de acuerdo? - asiento -. Sé que le querías y que aún le quieres mucho, pero si tu objetivo es superarle y seguir adelante sin él, aunque ahora esté aquí, tienes que ser fuerte. Y yo estoy aquí para lo que necesites.
Asiento, un poco más calmada y ella vuelve a sentarse en su sillón. Durante el resto de la sesión me pide que le dé los cuadernos en los que escribo cada día y lee lo que he escrito desde la última vez que los traje, incluidos los tres días que han pasado desde que vi a Can de nuevo. Lee las palabras de dolor que puse, las de rencor, las de pesar... lo lee todo.
Me dice que tengo que ser fuerte, que probablemente pase días malos al verle, que me deprimiré y me sentiré muy mal, pero que eso no significa que esté empeorando, si no que ahora tengo que hacerme a la idea de que está de vuelta y que no volveremos a estar juntos. Y para eso primero tengo que dejar de estar enamorada de él.
<<Nunca dejaré de amarle>>, pienso, en mi interior. ¡No, no, no, no, no! Tengo que hacerlo. Tengo que dejar de amarle o volverá a destrozarme la vida. Y lo que menos necesito es pasarme el resto de mi existencia sufriendo por un capullo que nunca me ha querido.
Cuando salgo de la consulta de la doctora Aylin estoy un poco más tranquila. Me paso un rato por el restaurante para ver cómo va todo y ayudo un poco a los cocineros para quitarles algo de trabajo. Luego le pido a Ozan, como siempre, que cierre cuando todos se vayan y yo me encamino a casa. Mi madre ha insistido en esperarme para cenar.
Como hoy he ido a la consulta y al restaurante andando, vuelvo del mismo modo. Hace un poco de frío, pero es soportable. Meto las manos en los bolsillos de mi sudadera verde oscura y camino por la calle en dirección al muelle. Por allí llegaré antes a casa, además me gusta ver el mar y oler la brisa marina de camino a casa.
Lo que no me espero es encontrarme a Can sentado en las rocas, mirándome fijamente. Va vestido con una camiseta de manga corta negra, unas bermudas deportivas negras y unos deportes. Y su pelo está recogido es uno de esos moños tan perfectos.
Esto no puede ser. No puede ser que me lo encuentre de nuevo. Mis pies frenan en seco sobre la calle y le miro, mientras el corazón se me empieza a acelerar con fuerza, las manos me empiezan a sudar dentro de los bolsillos de la sudadera y el cuerpo me empieza a temblar como si de gelatina se tratara.
<<Tengo que salir de aquí>>, me digo.
Lo único que atino a hacer es girarme y caminar en la dirección opuesta. Los pies casi ni me responden, pero intento caminar lo más rápido que puedo.
-¡Faith, espera! - le oigo gritar a mis espaldas. Escuchar su profunda y grave voz de nuevo me eriza la piel.
Pero yo no me detengo, sigo caminando lo más rápido que puedo, huyendo de él. Escucho sus pasos detrás de mí y rezo porque desista y se vaya. Sin embargo, ese pensamiento se va a la mierda cuando me agarra del brazo y me gira para que me detenga y lo mire. Sentir su tacto después de tanto tiempo se me antoja irreal, al mismo tiempo que me quema la piel por encima de la manga de la sudadera. Una corriente me recorre el cuerpo de punta a punta y aprieto la mano en un puño. Su olor a tierra mojada, a hombre, a él, me da de lleno y siento ganas de llorar. Antes adoraba su olor, perderme en él. Y ahora siento que me muero por dentro.
El pecho empieza apretarme y la ansiedad empieza a abrirse paso. No quiero que me toque, no quiero tenerle cerca. Me siento pequeña ante su imponente figura. No puedo reaccionar, sólo miro su mano sobre mi brazo.
-Faith, espera - me pide con la respiración agitada.
Y entonces reacciono.
-¡Suéltame! - me zafo con fuerza de su agarre y me alejo, dándome la vuelta de nuevo para seguir caminando.
-¡Espera un segundo, por favor! - corre y se planta delante de mí para detenerme.
<<Esto se parece al día que vino a verme aquí para decirme que estaba enamorado de mí... ¡No, ese día fue una completa farsa, igual que todos sus sentimientos!>>, pienso.
Le dedico una mirada llena de enfado cuando lo miro.
-Déjame en paz, Can - mi voz sale en forma de un gruñido rabioso. Intento esquivarlo, pero Can vuelve a colocarse delante de mí -. ¡Déjame pasar de una vez! - chillo esta vez, a punto de perder los nervios.
La rabia bulle en mi interior y lo miro con los ojos repletos de ira. Siento que las lágrimas de enfado y dolor se empiezan a formar en mis lagrimales. ¿Qué coño quiere? Ya me ha destrozado la vida por completo. ¿Qué más quiere de mí? Sólo quiero que me deje ir y perderle de vista.
-¿Qué coño quieres de mí, Can? ¿Por qué estás aquí? ¿Te has hartado de darle la vuelta al mundo y quieres joderme más la vida? - le suelto en un tono lleno de enfado y rencor, que hasta a mí me sorprende.
Él niega con la cabeza y da un paso hacia mí, a lo que yo respondo alejándome. No quiero estar cerca de él.
-He vuelto por ti, porque te quiero - dice en un tono intenso, que hasta parece sincero y lleno de amor.
Pero no pienso creérmelo. No voy a volver a caer en sus redes y creer que de verdad me ha querido alguna vez. No se habría marchado de ser así.
Niego con la cabeza, me recoloco las gafas y me paso las manos por el pelo, tirándome de las raíces, a punto de perder los estribos. Que tenga los huevos de plantarse delante de mí y soltarme que ha vuelto por mí es de ser más que un capullo. Ya roza el extremo de ser un hijo de puta importante.
-Has tenido nueve meses para volver y decirme que me querías. Pero no lo hiciste, porque decidiste largarte y abandonarme como si no fuera nada - le gruño dolida, resentida, cabreada -. Y no lo hiciste porque no me querías y nunca lo hiciste. Porque eres un puto egoísta que sólo piensa en sí mismo y porque te comportaste como un cobarde al ni siquiera tener el valor de decirme a la cara que no querías estar conmigo, que te largabas. ¡Y encima tuviste la poca vergüenza de dejarle una nota a tu hermano para que me dijera que me querías! ¡Y para colmo vuelves y me sueltas como si nada que vuelves porque me quieres! - le grito, expresando cada gramo de dolor que siento en mi cuerpo.
Una lágrima cae de mi ojo y resbala por mi pómulo hasta mi mejilla. Can intenta tocarme para limpiármela, pero yo me aparto de él y me seco la cara con rabia.
-Es la verdad, aunque tú creas que soy un cabrón - insiste, mirándome fijamente a los ojos, abrumándome por la intensidad de su mirada.
-La verdad es que me enamoré de un capullo que cuando se cansó de mí se largó - le espeto en un tono ponzoñoso -. Y no quiero volver a saber nada de ese capullo. Quédate o lárgate, haz lo que quieras. Pero actúa como si yo no existiera, porque yo haré lo mismo - recalco cada palabra, dejándole muy claro que no quiero estar cerca de él, que no quiero saber nada de su persona, que no quiero volver a cruzarme con él.
Le dedico una mirada resentida y vuelvo a andar. Paso por su lado, esquivándole y aligero el paso para salir de aquí cuanto antes y meterme en mi habitación a llorar. Camino y camino, pero su voz llega de nuevo a mis oídos:
-No puedo hacerlo, lo siento - dice. Yo me detengo en seco y me giro muy despacio, entrecerrando los ojos. ¿Cómo que no puede? -. Sé que ahora mismo no crees que te quiera, pero lo hago, te quiero. Y voy a luchar por ti hasta el final. Y voy a demostrarte que nunca he dejado de amarte y que siempre lo haré, Faith. Y que nunca más volveré a dejarte.
Niego con la cabeza y me limpio las lágrimas que han vuelto a caer de mis ojos casi sin darme cuenta. ¡Tendrá valor de decir eso después de lo que he pasado por su culpa!
-Aléjate de mí, Can - es lo único que digo.
Y me giro y salgo de allí. Cruzo el resto del paseo a toda prisa y corro por las calles mientras lloro y lloro por lo que acaba de pasar. Le he tenido a escasos centímetros después de nueve largos meses. Me ha tocado. He escuchado su voz ronca y aterciopelada que adoraba a cada segundo antes de que todo se fuera al cuerno. Le he olido de nuevo. Le he mirado a los ojos, esos oscuros ojos que me volvían loca.
<<He vuelto por ti, porque te quiero>>, recuerdo sus palabras y tiemblo de nuevo.
<<No, no ha vuelto por mí. Yo no le importo. Nunca le he importado>>, pienso, retirando las lágrimas que se deslizan por mi piel.
Entro en casa a toda prisa, sin tomarme unos segundos para calmarme o limpiarme las lágrimas. Cierro la puerta tras de mí y me dejo caer en ella mientras los sollozos me derrumban el pecho. Me dejo caer en el suelo y siento cómo Sam corre hacia mí y empieza a lamerme la cara, llevándose las lágrimas consigo. Sin embargo, estas son sustituidas por otras que no tardan en caer de nuevo.
Duele. Volver a verle duele mucho. No puedo creer que de verdad esté aquí, que de verdad haya vuelto. No le quiero aquí, no quiero que esté cerca de mí, no quiero que vuelva a hacerme daño.
<<Pero si vuelve a irse te destrozará aún más>>, me dice mi cerebro. Y lleva toda la razón. Si se larga de nuevo entonces es que le importo menos de lo que creía.
-Faith, ¿qué ha sido ese ruido? - mi madre sale hablando español de la cocina distraída y al ver mi estado le cambia el gesto. Sus ojos se vuelven ansiosos y preocupados -. ¿¡Qué te pasa, Faith?! ¡Jesús, ven!
Mi madre corre hacia mí con la cara desencajada y mi padre aparece segundos después con el mismo semblante. Mi madre se arrodilla a mi lado y agarra mi cara, empapada en lágrimas, entre sus manos, al mismo tiempo que mi padre se sienta a mi lado en el suelo.
-¿¡Qué te pasa, hija?! - me pregunta de nuevo, desesperada por obtener una respuesta por mi parte.
Pero yo no puedo contestar. Sólo lloro, dejando que cada sollozo que sale de mi pecho me rompa por dentro un poco más. Ahora mismo no sabría decir si me siento igual que cuando toda esta mierda empezó o incluso peor.
Saco las fuerzas de donde puedo y pronuncio, en un tono muy frágil y entrecortado:
-Está aquí, mamá - sorbo y suelto otro sollozo.
-¿¡Quién está aquí, Faith?! - insiste, gritando.
-¡Can! - chillo, rompiendo en un llanto más intenso.
Las caras de mis padres cambian totalmente, pasando de preocupación a perplejidad y una enorme rabia. Me tapo la cara con las manos y dejo que el llanto me posea por completo, mientras pienso en por qué coño está aquí, en por qué me dice que me quiere cuando está claro que no lo hace... Mis padres, al verme tan mal, optan por sentarse a mi lado en el suelo y abrazarme muy fuerte en vez de formar un cirio por todo esto, mientras Sam se tumba entre mis piernas y apoya la cabeza en mi muslo derecho para darme consuelo.-¿¡Me estás diciendo que ese cabrón de mierda ha vuelto a Estambul?! - grita Ismael, desencajado, a través de la pantalla del portátil -. ¡Te juro que voy a coger el primer vuelo que encuentre y voy a cargármelo!
Ha pasado un día desde mi encuentro con Can en el paseo marítimo y digamos que no lo tengo muy asimilado aún. Llamé a las chicas en cuanto me calmé y les conté con pelos y señales lo que ocurrió y se pasaron la noche consolándome, mientras me decían que todo iría bien, que no iban a dejar que Can vuelva a hacerme daño, hasta que tuvieron que irse a sus clases. Y hoy he decidido que era conveniente que mis amigos de España lo supieran. Han estado al pie del cañón todo el tiempo, incluso han venido de visita para asegurarse de que estaba bien, aunque en el fondo siga hecha una mierda, emocionalmente hablando. Les he llamado hace un rato por Skype y no han parado de flipar desde que he abierto la boca.
-¿¡Cómo se le ocurre volver?! - chilla Melisa, tirándose del pelo -. ¡Has pasado un puto infierno por su culpa, y ahora vuelve como si nada y te dice que te quiere! ¡Será hijo de puta!
Yo sólo les escucho despotricar de Can, mientras tengo la cabeza agachada y las lágrimas empiezan a escocerme en los ojos. Duele. Duele recordar cómo me miraba, la forma en la que me agarró del brazo para que no me alejara de él, cómo me dijo que no podía alejarse porque me sigue queriendo... Todo mentiras y más mentiras. Porque cuando amas de verdad a alguien no la abandonas como si no valiera nada, no te vas nueve meses como si nada y ni siquiera llamas una sola vez para saber cómo está. Y mucho menos tienes la poca vergüenza de decirle que la quieres sabiendo el infierno que ha pasado por tu culpa.
-¡Y encima el muy gilipollas te dice que te quiere! ¡Pues yo no recuerdo que te llamara una sola vez para saber cómo estabas! - grita Raquel, igual de cabreada que todos.
-Sobre todo sabiendo lo mal que has estado por él. Es de muy mal gusto - pronuncia Bea en un tono lleno de pesar y la voz un poco entrecortada -. No soporto verte así, Faith - dice cuando ve a través de su pantalla cómo me limpio una lágrima.
-Yo voto por ir a darle de hostias a Can - interviene Pedro, intentando bromear para calmar el ambiente.
Yo niego con la cabeza y me limpio el resto de las lágrimas por debajo de las gafas.
-Ya tengo suficiente drama en mi vida como para tener que ir a veros al hospital porque Can os rompa los huesos - carraspeo un poco para calmar el escozor de mi garganta por el llanto -. Se me pasará, no os preocupéis - intento quitar hierro al asunto, aunque en realidad no lo pienso -. Sólo tengo que asimilar que ahora está aquí. Su hermano y su padre viven en la ciudad, así que... - me muerdo el labio y me lo humedezco con la lengua.
Bea, Pedro, Raquel, Melisa e Ismael me miran a través de la pantalla con expresión preocupada y apenada al mismo tiempo. Odio que me miren así. Odio que todos me miren así, con compasión.
-Quitad esas caras, por favor. Llevo nueve putos meses viéndola en las caras de todos. No quiero verla en las vuestras también, chicos - medio gruño.
Todos cambian su mirada en cuanto digo eso y Melisa es la primera en hablar, cambiando de tema para calmar la tensión que se ha creado entre todos y así distraerme un poco. Durante al menos cuarenta minutos me preguntan por cómo va el restaurante, me cuentan qué tal están ellos, cómo les va en sus relaciones, qué planes tienen... Cuelgo la video-llamada cuando empieza a entrarme sueño y los chicos tienen que irse.
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VOLVER A TI (YSETE 2)
RomanceDespués de que el amor de su vida se fuera sin más, Faith queda sumida en un oscuro pozo al que no encuentra ninguna salida. Cuando sale del centro psiquiátrico en el que deben ingresarla por una fuerte depresión, se propone a sí misma recuperarse y...