CAPÍTULO 52

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Can.

Cuando dice esas palabras algo en mí se congela. ¿Qué significa que no quiere más citas?
     El temor empieza a abrirse paso en mi cuerpo y soy más consciente de la baja temperatura que hace aquí fuera en el jardín. Ahora mismo casi no oigo la música, sólo oigo el latido errático de mi corazón en las orejas.
     << ¿Y si quiere dejarlo? ¿Y si ha decidido que no quiere volver conmigo?>>, pienso, asustado, porque no dice nada más.
     En ese momento, su pequeña, suave y fría mano agarra la mía y salgo de mis pensamientos. Miro sus ojos marrones cubiertos por sus gafas y la sombra de ojos rosa y veo en ellos ese brillo que habían perdido cuando llegué en septiembre.
     -No quiero más citas porque no necesito nada más para saber que estoy enamorada de ti, Can – sigue hablando.
     Entonces… ¿eso significa…?
     Su mano me agarra de la solapa de la americana y tira de mí hasta ella para unir nuestros labios en un maravilloso beso. ¡Me está besando! ¡Faith me está besando!
     El pecho me estalla de la emoción y la felicidad bulle en mi interior. No la he vuelto a besar desde el día en que lo hice en el pub y ha sido una tortura. Adoro su boca, su dulce sabor, su suavidad.
      Faith separa nuestros labios y sube la mano hasta mi mejilla para acariciármela con delicadeza, mientras nos miramos a los ojos.
      -¿Esto significa que volvemos a ser pareja? – le pregunto, agitado y entrecortado.
     <<Dime que sí, por favor>>.
     Faith sonríe y asiente.
     -Sí, Can. Quiero estar contigo durante el resto de mis días – me dice sin dejar de acariciarme la cara y mirarme a los ojos.
     Esta vez soy yo quien le rodea la nuca con la mano y la atrae para volver a besarla, con más intensidad. Movemos los labios al compás de los del otro y cuando abre la boca aprovecho para introducir mi lengua y saborear la suya. ¡Cómo he echado de menos besarla! Nos besamos durante unos minutos en los que sólo somos labios, lenguas y suspiros entrecortados, hasta que nos falta el aire y tenemos que separarnos.
     -Te quiero, mi amor – le digo, feliz y emocionado -. Te quiero mucho.
     Ahora mismo podría subirme a la torre más alta de esta ciudad y gritar a los cuatro vientos lo jodidamente feliz que soy ahora mismo. ¡Hemos vuelto! ¡Por fin hemos vuelto a ser pareja!
     -Yo también te quiero, Can – responde.
     Es la primera vez en todo este tiempo que me dice que me quiere, y es lo más maravilloso del mundo. Volver a escuchar esas palabras de su boca lo es todo.
     -Prométeme que si tenemos un problema lo hablaremos y lo solucionaremos, Can. Nada de huir. No más – me pide.
     -No más, amor. Nada va a volvernos a separar, te lo prometo, Faith – le juro.
     -¡Chicos, que ya se acaba el año, venid! – nos grita Murat desde la puerta.
     Es la tercera vez que nos interrumpen. Como vuelvan a hacerlo, hago una escabechina.
     -Venga, vamos. Que aquí hace un frío de que pela – Faith se levanta del sillón y me tiende la mano -. ¿Vienes?
     Miro su mano y sonrío.
     -Contigo, voy al fin del mundo, mi amor – agarro su mano y me levanto -. Entremos.
     Faith y yo caminamos por el jardín cogidos de la mano y entramos en el salón, donde todos están esperando con las copas de champán en las manos para dar la bienvenido al año en menos de veinte segundos. Nos sirvo unas copas a Faith y a mí y nos colocamos con el resto, que miran los relojes. Cuando quedan diez segundos para las doce, empezamos la cuenta atrás:
     -Diez… nueve… ocho… siete… seis… cinco… cuatro… tres… dos… uno… ¡FELIZ AÑO NUEVO! – decimos todos a la vez.
     Los fuegos artificiales que se lanzan en esta fecha se escuchan y las luces resplandecientes que emiten se ven desde el salón.
     Todos empezamos a aplaudir y a abrazarnos unos a otros, deseándonos un buen año nuevo. Cuando Faith y yo nos encontramos de nuevo, sonreímos y nos besamos una vez más, esta vez ante las miradas del resto. Le sujeto las mejillas con las manos y ella me rodea el cuello para besarnos con todo el amor que podemos.
     -Feliz año, Can – susurra sobre mi boca.
     -Feliz año, mi amor – contesto del mismo modo.
     -¡Venga ya! – grita la voz de Murat.
     Faith y yo giramos la cabeza, aún abrazados, y vemos que todos nos observan con los ojos como platos y la boca abierta en una enorme ‘o’.
     -¿Ya es oficial? ¿Habéis vuelto? – pregunta Damla, en un tono chillón y emocionado que indica que está a punto de gritar.
     Faith y yo nos miramos y sonreímos de nuevo antes de mirar a los chicos y asentir. Entonces todos empiezan a vitorear, eufóricos, y se nos echan encima para abrazarnos a ambos con fuerza, hasta casi aplastarnos. Como estén mucho así, van a partir las copas de champán y vamos a salir de aquí ensangrentados a lo Carrie. Faith y yo nos reímos, contentos de verlos tan felices por nosotros.
     -Venga, un brindis por los tortolitos – propone Ömer cuando nos liberan de su abrazo.
     -¡Por Can y Faith!
     -¡Que no vuelvan a romper nunca más!
     Todos chocamos las copas suavemente, brindando, y le damos un sorbo al champán. Empezar el año de esta forma es increíble.
     Faith suelta su copa de champán en la mesa y se abraza a mí, apoyando su cabeza en mi pecho. Yo me termino la copa y rodeo su cuerpo con mis brazos, posando los labios en su pelo, aspirando su olor y besando sus preciosos rizos oscuros.
     -Oye, ¿por qué no nos vamos un rato al pub de Faruq a tomar algo? Que la parejita querrá estar a solas – les propone mi hermano a los chicos.
     <<Sí, así podré darle su segundo regalo>>, pienso, deseando ver su cara cuando lo vea. Espero que le guste tanto como la ropa de Billie Eilish.
     A todos les parece una idea muy buena salir un rato de fiesta y nos ayudan a recogerlo todo un poco antes de coger sus abrigos y salir de casa.
     -Te he dejado condones nuevos en la mesita de noche, hermano – me murmura Engin, colocándose el abrigo.
     -¡Largo ya! – le suelto.
     Él suelta una carcajada y sale tras Gamze y los demás, cerrando la puerta y dejándonos a Faith y a mí solos. Me giro y me la encuentro apoyada en el marco de la pared, mirándome con los ojos brillantes y una bonita sonrisa en su boca. Está preciosa con el mono rosa y naranja que sus padres le han regalado y los botines negros.
     -¿Te apetece otro té? – me pregunta, separándose de la pared y avanzando hacia mí.
     Niego con la cabeza.
     -Luego. Primero quiero enseñarte tu otro regalo – digo.
     -¿Otro regalo? – pregunta, confusa, mientras yo la agarro de la mano y la guío por el pasillo.
     -Te debo el del año pasado, ¿recuerdas? – pronuncio.
     La siento sonreír a mi espalda y caminamos por la casa hasta llegar a la puerta cerrada de mi dormitorio.
     -Cierra los ojos – le pido. Ella lo hace -. No los abras hasta que te lo diga, ¿de acuerdo?
     -Sí, señor – responde.
     Sonrío. Abro la puerta y agarro las manos de Faith entre las mías para tirar de ella dentro de la habitación. Cierro la puerta una vez estamos dentro y caminamos unos metros más hasta quedar frente a la cama. Me coloco a su lado.
     -Abre los ojos – le pido.
     Faith hace lo que le digo y al ver lo que he preparado, se lleva las manos a la boca y sus ojos se llenan de lágrimas. Hay velas, rosas y globos de helio por media habitación con serpentinas de las que cuelgan fotos nuestras en las que he escrito cosas por detrás, además de una botella de vino, bombones y una caja de terciopelo en la que se encuentra el collar de cuarzo rosa que le regalé.
     -Es precioso, Can – murmura con la voz un poco entrecortada por la emoción.
     Sonríe y me acaricia la mejilla antes de besarme los labios cortamente.
     -Detrás de las fotos hay cosas escritas – le informo.
     Ella las mira y luego me mira a mí, sonríe nuevamente y se aleja para verlas.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora