CAPÍTULO 44

97 13 4
                                    

Can.

Salgo de la ducha y me envuelvo la cintura con una toalla para coger otra más pequeña y secarme el pelo. He dejado la cena haciéndose en el horno y he venido a darme una ducha. Faith llegará en menos de una hora y todo tiene que estar listo. Mi hermano y mi padre aún no se han ido, así que les he pedido que vigilen el horno hasta que yo termine y así puedan irse a sus respectivas cenas. Mi hermano Engin cenará con Gamze y sus padres, y mi padre ha quedado en la casa de uno de sus amigos de la universidad para cenar en grupo, porque hace mucho que no se ven.
     Me seco el pelo y el cuerpo y, cuando me paso la toalla por los dos tatuajes que tengo en el pectoral y el costado izquierdos, me pregunto cuándo volveré a sentir sus dedos delineando las líneas y pienso en cuántas ganas tengo de que suceda cuanto antes. Saco un bóxer para colocármelo y luego ir hasta el armario, de donde saco una camiseta blanca, un pantalón gris y una chaqueta del mismo color, todo combinado con unos deportes blancos. Me recojo el pelo en un moño, me echo un poco de perfume y me pongo algunos complementos para terminar.
     Salgo de mi habitación cuando estoy listo y voy a la cocina, donde mi padre y mi hermano me esperan, ya vestidos para irse.
     -¡Mira qué guapo se nos ha puesto, papá! – bromea mi hermano en un tono tierno y al mismo tiempo burlesco.
     Le lanzo el paño de cocina a Engin y mi padre se ríe.
     -Habló el que parece que va a casarse hoy – contraataco yo, al ver su camisa blanca, su corbata y su pantalón de vestir.
     -No es mi culpa ser más elegante que tú, Can – se defiende él.
     -Yo más bien diría pijo – sigo pinchándole -. ¿Seguro que no eres adoptado, Engin?
     -¡Vete a la mierda, Can! – me lanza el paño y yo lo cojo entre risas.
     -¡Haya paz! – interviene mi padre, riéndose también -. Los dos estáis estupendos, chicos.
     -Anda, largaos ya, que Faith no debe tardar mucho – les digo.
     Ambos se levantan de los taburetes de la isla y se despiden de mí con un abrazo antes de salir de la cocina y caminar hasta la puerta de casa. Escucho el sonido de la puerta cerrarse cuando estoy revisando que el pescado que está en el horno no se queme, y me dispongo a poner la mesa. Coloco platos, copas, cubiertos, servilletas de tela, velas… todo lo necesario para una cena romántica como Dios manda. El postre de chocolate y fresas que he preparado con la ayuda de los chicos esta tarde se está enfriando en el frigorífico, y coloco los entrantes que he preparado antes de meterme en la ducha en el centro de la mesa. Bueno, pues todo listo.
     En ese instante, el timbre suena y los nervios se instalan en mi estómago. Faith está aquí, ya ha llegado. Va a entrar aquí por primera vez después de un año entero sin pisar esta casa.
     Camino a paso decidido, aunque algo vacilante, hasta la puerta y respiro hondo, intentando calmar el latido de mi corazón.
     <<Vamos, ábrele ya>>, me dice mi cerebro.
     Agarro el pomo de la puerta y trago saliva una vez más, antes de abrir.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora