CAPÍTULO 42

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Can.

Volver a hacerle fotos a Faith después de un año entero sin enfocarla con la cámara me produce una satisfacción y una felicidad enormes. Me paso todo el tiempo  que estamos en el Bazar de las Especias haciéndole fotos cada pocos segundos. Y sale preciosa en todas. Lo malo es que la cámara se me ha quedado en casa y he tenido que hacer las fotos con el móvil. Pero han quedado preciosas de todas formas. Si sale Faith, siempre están perfectas.
     Cuando Faith termina de comprar todo lo que necesita, la ayudo con las bolsas y le pido que me espere en el coche. Ella frunce el ceño, sin entender nada, pero la tranquilizo diciéndole que voy a ir a por una cosa. Ella se sube al coche, porque hace un frío de huevos, y yo voy hasta uno de los puestos en un lateral del mercado y compro un par de rosas en el puesto de las flores y unos buñuelos con Nutella en otro puesto.
     Me subo al coche cuando vuelvo y Faith suelta una risa al verme con las flores y los buñuelos.
     -¿Qué es todo esto, Can? – me pregunta.
     -Siempre te he comprado flores y algo para comer cuando veníamos, ¿no? – respondo, dándole las flores -. Y, como hace mucho frío y nos vamos a congelar en los bancos, pues tendremos que pasar el rato aquí en el coche – añado.
     Faith sonríe antes mis palabras y se lleva las rosas a la nariz para olerlas. Luego alarga la mano hasta la cajita de buñuelos y coge uno para darle un mordisco.
     -¡Qué rica está la Nutella, por favor! – exclama, soltando un gemidito que me afecta de una manera muy placentera. Vamos, que me empalmo como siempre me pasa al estar cerca de ella.
     -Sí que lo está, sí – trago saliva, mirándola embobado.
     <<Es tan preciosa…>>, pienso.
     Faith se traga el buñuelo y el movimiento de su garganta hace que una punzada en la erección me haga encogerme un poco en el asiento.
     <<Nada de abalanzarte sobre ella de nuevo, ni besarla. Te lo ha dejado pasar esta vez, no tientes a la suerte. Bésala cuando ella quiera>>, me ordena mi subconsciente. Tiene razón. No puedo hacerlo de nuevo. Cuando ella quiera que la bese, yo me dejaré los labios en hacerlo.
     Cojo un buñuelo para comérmelo en silencio, intentando calmar mis hormonas y Faith coge otro para comérselo también.
     -Gracias por acompañarme, Can – agradece, masticando.
     -Gracias a ti por invitarme – digo yo.
     -Oye, ya que las fotos no las has hecho con la cámara… ¿puedo verlas? – me pregunta, poniéndome ojitos.
     Niego.
     -Nadie puede verlas…
     -Hasta que las arregles – termina por mí, y bufa -. ¡Siempre dices lo mismo! – se queja y coge otro buñuelo.
     -Porque es la verdad.
     -Pues no es justo – huele de nuevo las flores.
     Sonrío al verla cerrar los ojos, aspirando el aroma de las rosas. Abre los ojos y se ajusta las gafas sobre el puente de la nariz. Luego se toca el pelo, recolocándoselo y sigue comiéndose el buñuelo.
     -He estado pensando una cosa. ¿Te apetece que cenemos uno de estos días? Podemos hacerlo en mi casa.
     Faith deja de masticar de golpe y gira la cabeza para mirarme con ojos inseguros.
     -¿En… en tu casa? – tartamudea.
     -Sí, en mi casa – aclaro -. Sé que hace mucho que no vas y eso, pero… en algún momento tendrás que entrar de nuevo… ¿no? – trago saliva -. Además… he visto que casi toda la semana llueve y… es mejor eso que mojarnos en la calle.
     Faith me mira en silencio durante unos segundos y yo me muerdo el labio inferior y me acaricio la barba, deseando que acepte mi proposición. Unos segundos después, suspira y se humedece los labios antes de hablar:
     -Tienes razón, en algún momento tendré que ir de nuevo a tu casa – responde -. Vale, cenamos – acepta.
     Los nervios se disipan de mi estómago y la alegría se abre paso. Sonrío abiertamente y le agarro las mejillas para darle suaves pellizcos mientras emito soniditos que la hacen reír.
     -¡Ay! – se ríe y yo la suelto -. ¿Qué día quieres que quedemos?
     Me encojo de hombros.
     -Cuando quieras – respondo -. ¿El miércoles? – propongo -. Mi padre ha quedado para cenar en la casa de un amigo y Engin va a cenar con Gamze y sus padres para hablar de la boda.
     Faith piensa durante unos segundos.
     -Me viene bien – contesta con una sonrisa -. ¿Sobre las nueve?
     -Perfecto – vuelvo a sonreír. Miro la cajita de los buñuelos -. ¿Quieres el último? – le pregunto a Faith.
     Ella mira la caja y luego me mira a mí.
     -¿Mitad para cada uno? – sugiere.
     -Vale.
     Faith coge el buñuelo que queda y lo parte por la mitad con los dedos, intentando que ambas partes salgan iguales. Me da mi trozo y se lame los dedos para limpiarse los restos de Nutella. Nos comemos nuestros respectivos trozos y cuando terminamos me bajo del coche para tirar la caja de cartón a una papelera cercana.
     -¿Nos vamos ya? ¿Quieres ir a otro sitio? – le pregunto.
     -Pues creo que no. Mi padre decía que se pasaba por la carne cuando viniera del trabajo, así que está todo – responde, abrochándose el cinturón de nuevo.
     -¿A tu casa, entonces? – asiente -. Pues andando.
     Arranco el motor y miro por los retrovisores antes de acelerar y salir de allí. Durante el camino, ambos cantamos las canciones que suenan en la radio y sonrío al escuchar su voz. He echado mucho de menos escucharla cantar. Tiene una voz tan bonita.
     Agarro su mano y entrelazo nuestros dedos. Faith me sonríe y apoyo nuestras manos por delante de la palanca del freno para que los dos estemos cómodos. Ya que el coche es automático, no tengo que cambiar de marcha, así que no separamos nuestras manos hasta que detengo el coche en su puerta.
     Faith se desabrocha el cinturón y yo me bajo con ella para ayudarla con las bolsas. Ambos entramos en su casa para dejarlas en la cocina y respiro, relajado, al ver que sus padres no están. Su madre estará en la tienda y su padre aún estará trabajando. No es por nada en particular, pero prefiero hablar con ellos un día en el que esté mentalizado para ello, no así de sopetón. Con su madre puede que sea fácil, pero con su padre seguro que lo tengo más complicado.
     -Gracias de nuevo por acompañarme. Y por las rosas y los buñuelos – me repite cuando estamos en su puerta.
     -No se dan – sonrío. Me paso la mano por el pelo -. Entonces… ¿nos vemos el miércoles?
     Asiente.
     -El miércoles a las nueve – confirma.
     -Genial. Pues me voy ya. Tengo que hacer un par de cosas – le digo.
     Tengo que mandarle un correo a una marca que quiere que haga fotos y hablar con los del National Geographic antes de que publiquen la revista con mis fotos.
     Faith me vuelve a sonreír y yo me inclino para darle un suave beso en la mejilla. No pienso besarla de nuevo hasta que ella me lo pida. Me acaricia el pelo cuando me separo, haciendo que mi corazón se vuelva loco, y es ella quien se pone de puntillas para besarme la mejilla.
     -Nos vemos.
     -Nos vemos, cariño – le respondo.
     Nos sonreímos una vez más y salgo a la calle para subirme al coche y arrancar. Me despido una última vez de Faith con la mano y acelero, saliendo del barrio.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora