CAPÍTULO 39

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Faith.

Hoy es sábado. Hoy vamos a ir al pub de Faruq para, entre otras cosas, celebrar que la boda de Engin y Gamze sigue adelante y que muy pronto se darán el ‘sí quiero’.
     A eso de las siete me meto en la ducha y me lavo el pelo. Al salir, corro hasta mi cuarto con cuidado de no resbalarme y me pongo buscar qué ropa ponerme. Ya estamos a más de mediados de diciembre y hace frío. Mañana es Nochebuena y, como mi familia no puede venir y nosotros fuimos hace menos de un mes, vamos a hacer una video-llamada todos juntos después de cenar para charlar un rato.
     Me coloco la ropa interior cuando me seco el cuerpo y me refuerzo la toalla del pelo para que no se me caiga. Abro el armario y saco una falda vaquera negra, unas medias, un jersey rosa claro y unas botas color camel de medio caña. Me visto y me cepillo el pelo para luego echarme un poco de fijado para los rizos y secarme con el secador. A continuación, me maquillo un poco, poniéndome una sombra de ojos clara y un poco de brillo, y un tono burdeos en los labios. Y ya estoy lista. Lo último que hago es echarme un poco de perfume y meter mis cosas en un bolso negro con flores.
     Mi móvil suena y al cogerlo veo un mensaje de Azra: ‘Estamos en tu puerta, baja’.
     He quedado con ella, Damla, Gamze, Mesut, Cihan y Ömer para ir al pub, donde nos encontraremos con Can, Engin, Murat y Ahmet. Can insistió en venir a recogerme, pero me pareció innecesario teniendo en cuenta que vivimos casi todos en el mismo barrio y podemos ir juntos.
     Me coloco una chaqueta de cuero negra, cojo las botas y salgo de mi habitación con Sam detrás. No sé por qué, pero le gusta mirarme mientras me arreglo.
     Mis padres están en el salón viendo una película y al verme arreglada, mi madre es la primera en hablar:
     -¿Ya te vas? – me pregunta.
     Asiento.
     -Pues diviértete, cielo – sonríe, tierna -. Estás muy guapa.
     Sonrío a medias. Mi padre casi ni me mira, mantiene la vista en la televisión y no abre la boca para nada. Sin embargo, cuando me dispongo a bajar las escaleras, le escucho hablar:
     -¿Can también va? – pregunta.
     <<Vaya preguntita...>>, pienso.
     Me giro.
     -Sí, claro que va. Pero tranquilo, que no tengo pensado abrirme de piernas aún, papá – digo en un tono sarcástico.
     Me giro de nuevo para irme. Paso de discutir de nuevo con él.
     -Espera, Faith – le escucho.
     Me muerdo el carrillo y me vuelvo a girar para mirarle. Le veo levantarse del sofá y acercarse a mí con el rostro un poco afligido.
     -¿Qué? – digo.
     -Lo siento por lo que te dije. Me pasé mucho – se disculpa -. Es que no quiero verte mal de nuevo por Can ni por nadie, hija. Y, puede que no me haga mucha gracia que vuelvas con él, pero si tú estás segura, yo te apoyo – me dice, mirándome con los ojos llenos de culpabilidad -. ¿Me perdonas?
     Me lo pienso durante unos segundos. Me dolieron mucho sus palabras y el tono cruel que usó para pronunciarlas. Pero, por otro lado, comprendo que se sintiera así. Es mi padre, y sé que se preocupa por mí.
     -Sí, claro, papá – respondo.
     La expresión de mi padre cambia de temerosa a feliz y lo siguiente que hace es rodearme con los brazos y abrazarme contra su cuerpo. Al principio me quedo un poco pillada, pero termino rodeándole la espalda y abrazándole también.
     -Te quiero mucho, reina – me dice.
     -Y yo a ti, papá – respondo, emocionada.
     -Diviértete – me desea.
     Me separo de él y le sonrío, antes de darle un beso en la mejilla y despedirme de él y mi madre una vez más. Le doy un beso a Sam en la cabeza y bajo las escaleras para cambiarme los zapatos y abrir la puerta, encontrándome a Gamze, Azra y Damla.
     -¡Joder, Faith, que llevamos diez minutos esperando! – se queja Azra -. Mi hermano y los chicos se han ido adelantando en su coche. Y nosotras iremos en el de Damla.
     -Pues andando – digo -. Estaba “reconciliándome” con mi padre – hago comillas con los dedos.
     Las chicas se alegran por la noticia y me dicen que tan sólo era cuestión de tiempo que se le pasara la mala leche  y lo aceptara.
     Las cuatro caminamos hasta el coche de Damla, aparcado a unos metros. Veinte minutos después, llegamos al pub Media Luna y aparcamos en un hueco que encontramos.
     La música suena con fuerza cuando entramos dentro del local y nos abrimos paso entre la gente que baila en la pista y bebe en las mesas, buscando a los chicos. No pueden estar muy lejos.
     Entonces veo a Can y me quedo petrificada en medio de la pista. Va vestido con una camisa azul claro con los primeros botones desabrochados, unos vaqueros azul oscuro y unas botas negras, sus manos adornadas por anillos y pulsera, incluida la mía, y en su cuello brillan los dos collares que siempre lleva: el que le regalé y el del ojo de tigre. Y tiene el pelo recogido.
     <<Está guapísimo>>, pienso, con el corazón a mil.
     Las luces de los focos le iluminan la piel morena y parece un Dios. Le veo coger su copa y cómo se la acerca a los labios y estos rodean el filo del vaso para dar un sorbo.
     Las chicas se acercan al resto y los saluda con besos y abrazos y justo en ese momento, Can se gira y empieza a ojear entre la gente hasta que sus ojos me visualizan. Y sonríe, mostrando esa perfecta dentadura. Deja su vaso encima de la mesa y se acerca a mí a paso decidido.
     -Por fin llegas – bromea.
     -Estaba hablando con mi padre – contesto.
     -¿Ya lo habéis arreglado? – me pregunta, esperanzado. Asiento -. ¡Me alegro mucho, cariño! Ven aquí  - abre los brazos y me rodea con ellos -. Estás preciosa, Faith – me dice lo suficientemente algo para que me entere por encima de la música.
     La piel de detrás de la oreja se me eriza y un escalofrío me baja por la nuca hasta la parte baja de la espalda, haciéndome tragar saliva. Y su olor, su increíble olor penetra en mis sentidos y me deja sin aliento. Y mi estómago se llena de elefantes corriendo de un lado a otro.
     -Tú también – es lo único que soy capaz de pronunciar.
     Can me acaricia el pelo y me besa la mejilla antes de separarse y agarrarme de la mano para ir con el resto, que ya han pedido sus bebidas y están cogiendo el punto para empezar a bailotear al ritmo de la música.
     -¿Qué te apetece beber? ¿Piña colada? – me pregunta Can.
     -Vale – acepto.
     -Ahora vuelvo – me vuelve a dar un beso en la mejilla y se aleja en dirección a la barra.
     Yo le miro, embobada, y un par de minutos después vuelve con mi copa.
     -No está muy cargada – me informa, tendiéndomela.
     -Gracias – la cojo y le doy un sorbo. Hace mucho que no bebo piña colada. Creo que desde la última vez que vinimos antes de que todo se fuera al traste.
     <<Deja de pensar eso. Eso ya es pasado. Vive el presente>>, me dice mi subconsciente.
     La música sigue sonando por los altavoces y cuando empieza Gris, del nuevo disco de J Balvin, las chicas se vuelven locas y me agarran de los brazos para tirar de mí hasta la pista de baile.
     -¡Venga, vamos a bailar, Faith! – insisten, tirando de mí.
     -Deja que te aguante la chaqueta y el bolso – me dice Can.
     Le miro.
     -¿No te importa?
     -¡Claro que no! Ve a bailar, anda. Que lo haces de maravilla –contesta, sonriendo.
     Me quito la chaqueta de cuero y el bolso y dejo ambas cosas entre sus brazos, para luego ser arrastrada por mis amigas hasta el centro de la pista, donde otras muchas personas bailan y cantan. Empezamos a movernos al ritmo de la canción de J Balvin y cantamos la letra.
     -Dime ma', dime lo qué
Yo hago lo que toque
Pa' que, pa' que no te choque'
Tú mi sensación del bloque – cantamos las cuatro, bailando.
     Miro de reojo a los chicos y los veo mirándonos. Engin observa embobado a Gamze, quien está preciosa con su vestido rojo y sus botas de tacón negras. Ömer se muerde el labio mientras admira a Damla, que está maravillosa con su pantalón de talle alto, sus tacones y su jersey fino de cuello vuelto. Cihan mira con la boca abierta a Azra, que no pierde el tiempo en lanzarle besos y menear las caderas bajo su falda verde de vuelo. Y Can no aparta sus ojos de mí ni un segundo. Está apoyado en la mesa, con mi bolso y mi chaqueta sobre el brazo y dando pequeños sorbos a su copa de whiskey. Sonríe al ver que le miró y me lanza un beso que hace que me sonroje una vez más.
     Durante un buen rato, bailo con las chicas cada una de las canciones que suenan por los altavoces y brindamos por la boda de Gamze y Engin, hasta que ya no podemos más y necesitamos descansar un rato.
     Le doy un gran sorbo a mi segunda piña colada para hidratarme un poco la garganta y veo a Faruq acercarse a nosotros con una sonrisa de oreja a oreja.
     -¡Pero bueno, ya creía que no vendríais más por aquí! – exclama, abriendo los brazos.
     Nos saluda a todos con un abrazo y a mí me agarra de las mejillas y me las estruja mientras aprieta los dientes.
     -¡Quita, bruto! – le suelto, quitando sus manos de mi cara -. ¡Dejad mis mejillas en paz, coño! – exclamo.
     -¡Ay, cómo echaba de menos esa mala leche que te gastas! – sonríe -. ¡Can, tío, cómo no has venido a verme antes!
     Can suelta una risa.
     -He estado un poco ocupado – responde él.
     -Algo me dice que ha sido reconquistando el corazoncito de esta monada – me señala.
     -Algo así – me mira con los ojos brillantes.
     -Oye – Faruq se vuelve a dirigir  a mí -, ¿por qué no te animas a cantar algo? – me pregunta.
     -Hace mucho que no toco ni canto, Faruq. Otro día, ¿vale? – respondo.
     Pone una mueca triste.
     -¿Prometido?
     -Prometido – le aseguro.
     Faruq charla un rato más con Engin y Gamze cuando les dice que van a seguir adelante con su boda y que él estará invitado, y luego se marcha cuando uno de los camareros le avisa para que le eche una mano con algo en el almacén de las bebidas.
     -Bueno, ha llegado el momento romántico de la noche, chicos – habla el DJ por el micrófono -. Espero que disfrutéis de esta maravillosa canción.
     Los primeros acordes de Photograph de Ed Sheeran empiezan a sonar y me sorprendo y me abrumo un poco cuando Can deja mis cosas encima de la mesa y me tiende la mano. 
     -¿Quieres bailar conmigo? – me pregunta en un tono suave, mirándome a los ojos.
     El brillo de su mirada oscura y el amor que hay en ella hacen que ni siquiera me lo piense. Miro su mano y coloco la mía encima de la suya, para luego mirarle a los ojos y sonreír levemente. Can sonríe y tira de mí para llevarme con él a la pista. Me rodea la cintura con los brazos y me atrae hacia su cuerpo. Yo apoyo las manos en su pecho y ambos nos mecemos al ritmo de la letra y la voz de Ed Sheeran.
     -Loving can hurt, loving can hurt sometimes
But it's the only thing that I know
When it gets hard, you know it can get hard sometimes
It is the only thing that makes us feel alive – suena.
     Gamze, Damla y Azra se unen con Engin, Ömer y Cihan, mientras Murat baila con una chica que desconozco y Ahmet y Mesut prefieren quedarse bebiendo.
      Can y yo nos mecemos sin dejar de mirarnos a los ojos y mi cuerpo tiembla cuando me acaricia la cintura con los dedos y apoya su frente contra la mía. Cierro los ojos, perdiéndome en su olor, su cercanía y sus caricias, mientras nuestras respiraciones se mezclan y la voz de Ed Sheeran penetra mi alma.
     -We keep this love in a photograph
We made these memories for ourselves
Where our eyes are never closing
Hearts are never broken
And time's forever frozen still – escucho, con los ojos cerrados.
     -Estás tan bonita hoy – escucho la voz de Can decir con emoción.
     Su aliento me da de lleno y mi corazón se acelera.
     -A mí me gusta mucho tu camisa – respondo, entrecortada.
     Como respuesta, Can separa su frente de la mía y posa sus labios sobre ella, dándome un suave beso, que me pone la piel de gallina. Cierro los ojos, disfrutando del roce de sus labios y del cosquilleo que me produce su barba y trago saliva, intentando calmar las desbordantes sensaciones que me recorren el cuerpo de arriba abajo.
     Can separa los labios de mi frente y me mira a los ojos. La canción sigue sonando por los altavoces y nosotros seguimos en nuestra pequeña burbuja, meciéndonos y sin prestar atención al resto del mundo. Can baja la mirada hasta mis labios y vuelve a mis ojos y, sin esperármelo, ni saber cómo sucede, baja la cabeza y cubre mi boca con la suya.
     << ¡Me está besando!>>, grito en mi interior.
     Los brazos de Can me sujetan con fuerza de la cintura y yo no puedo creerme que esto esté pasando. La calidez de sus labios, su suavidad, su sabor, el roce de su barba… Está besándome. Y me agobio. El corazón amenaza con estallarme, el pecho me aprieta, las manos me empiezan a sudar y todo me tiembla. Can me está besando después de meses.
     <<Necesito salir de aquí>>, pienso, echa un manojo de nervios.
     Y entonces reacciono. Aparto mi boca de la de Can y le empujo suavemente del pecho para alejarme de él. Ni siquiera puedo mirarle. Simplemente me alejo hasta la mesa, cojo mi bolso de encima y camino a paso ligero hasta la salida del pub con el corazón a punto de salirme por la boca, la respiración acelerada, las piernas temblando, los labios hormigueando y las lágrimas formándose en mis ojos.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora