CAPÍTULO 19

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Faith.

Hoy es el cumpleaños de Can. Si pienso en el año pasado, a esta hora estaba preparando con las chicas su tarta de cumpleaños. Recuerdo que fue un día maravilloso en todos los sentidos, salvo por sus cambios de humor provocados por mi respuesta a su petición de matrimonio. Pero salvo esos instantes, todo fue perfecto. Su sonrisa cuando leyó mi felicitación en Instagram, sus ojos llorosos cuando vio la pulsera con el nudo de amor verdadero y la inscripción, su sonrisa cuando vio a sus viejos amigos y a Enrico, lo bien que lo pasamos en su fiesta de cumpleaños…
     Un nudo se me planta en la boca del estómago al recordar ese día y cierro los ojos, mordiéndome los labios para aplacar mis ganas de llorar.
     <<Ya está, Faith. Eso es pasado>>, me digo. <<Nunca será pasado para ti, porque sigues enamorada de él>>, me recuerda mi subconsciente una vez más.
     Mi madre entra en la cocina con su pijama puesto y se sienta frente a mí en la mesa, sacándome de mis pensamientos.
     -¿Qué tal el día? – me pregunta.
     He llegado del restaurante hace unos veinte minutos y ella ha estado arriba duchándose.
     -Bien, como siempre – contesto, masticando una de las galletas de coco que hice ayer.
     -He pensado algo – habla de nuevo -. ¿Qué te parece si nos vamos unos días a España? – me pregunta y yo levanto la cabeza para mirarla -. Tu padre ha comprado unos billetes para mañana.
     -¿Mañana? ¿No es un poco precipitado? – pregunto.
     -El avión no sale hasta las doce de la mañana. Hay tiempo de sobra para preparar las maletas. Pero sólo si quieres – añade -. Una semana fuera puede que te ayude un poco.
     Reflexiono las palabras de mi madre. Puede que me venga bien estar unos días en otro ambiente para pensar. Llevo días dándole vueltas a lo que hablé con la doctora Aylin en una de mis últimas sesiones y estoy por volverme loca (aún más). No dejo pensar en lo que me dijo sobre las decisiones que tomamos de forma impulsiva y que luego nos hacen arrepentirnos porque no es lo correcto, aunque pensáramos que lo fuera. Por eso creo que estar unos días con el resto de mi familia y mis amigos será bueno para aclararme la cabeza, porque ya no sé ni qué pensar.
     -Tienes razón, mamá. Me vendrá bien para pensar y relajarme un poco – hago una mueca parecida a una sonrisa -. Hablaré con Ozan para que se encargue de todo en el restaurante y le preguntaré a los chicos si pueden echar un vistazo por si acaso – le digo.
     Una sonrisa se forma en sus labios.
     -Pues sube a preparar las maletas. Yo voy a avisar a las titas de que vamos – me dice.
     Asiento y cojo otra galleta para luego levantarme de la mesa y subir la escalera seguida de Sam hasta mi habitación. Saco una maleta del armario y empiezo a meter ropa dentro. Meto ropa abrigada porque allí el frío es más difícil de soportar que aquí en Estambul y cuando todo lo que puedo guardar está dentro, cierro la maleta y apunto en un post-it lo que tengo que guardar por la mañana: cepillo de dientes, funda dental, el cargador del móvil…
     Tendré que avisárselo a los chicos también. Sólo será una semana, pero necesito estar sola, pensar y aclararme las ideas. Porque ver a Can continuamente no me ayuda a pensar, y la verdad es que lo necesito.
     -¡Faith, hija, las chicas han venido a verte! – me grita mi madre desde la planta baja.
     -¡Voy! – contesto.
     Abro la puerta de la habitación y dejo que Sam baje primero. Luego prepararé sus cosas, porque supongo que nos lo llevaremos. Siempre lo hacemos. Yo no voy a ningún sitio si Sam no viene conmigo. Somos un pack inseparable. Por suerte ya dejan entrar perros en algunos vuelos y aprovechamos para que él venga, puesto que no tiene que quedarse solo en ningún sitio y puede ir sentado con nosotros.
     Bajo las escaleras al trote y me encuentro a las chicas en el recibidor, muy guapas, vestidas como si fueran a salir a algún sitio. Gamze lleva un vestido rojo de manga larga con unas medias y unas botas de media caña negras, el pelo suelto y un maquillaje suave. Damla va con un jersey blanco, una falda verde y unas botas altas negras. Y Azra lleva un peto de pantalón de color azul con un jersey fino rosa y unas botas militares negras. Las tres sonríen al verme.
     -¡Qué guapas! – las halago, terminando de bajas la escalera.
     -Engin le ha organizado una pequeña fiesta a Can por su cumpleaños – empieza Gamze en un tono suave.
     Trago saliva al escuchar sus palabras y parece que la saliva no me pasa por el esófago debido al nudo que se me forma.
     -Ajá – es lo único que atino a contestar.
     -¿Por qué no te vienes? – me dice Azra unos segundos después en un tono inocente -. Seguro que está bien.
     -No me apetece, chicas – contesto, bajando la mirada.
     -¡Venga, anímate! Estaremos todos juntos – sigue insistiendo Gamze.
     Y ya no puedo callarme más lo que llevo semanas pensando.
     -Dejadlo de una vez, chicas – hablo en un tono serio.
     Las tres fruncen el ceño como si no supieran a qué me estoy refiriendo. Pero sí que lo saben. Sé que están todos (ellas y el resto) unidos para que Can y yo nos encontremos por casualidad cada dos por tres. Antes no creía que fuera posible, pero cuando me he puesto a analizar las situaciones, me ha cuadrado todo.
     -¿Que dejemos qué? – pregunta Damla, arqueando las cejas, confusa.
     -Intentar que Can y yo nos veamos – digo por fin -. ¿Creéis que no me he dado cuenta? Que aparezca cuando estamos todos tiene un pase, pero que aparezca siempre donde estoy es demasiada casualidad, ¿no creéis? El mercado de té, los días paseando a Sam, inventaros las excusas en el gimnasio para que me quedara a solas con él, iros del restaurante y dejarle allí conmigo…
     Mis amigas me dedican una mirada culpable y se miran entre ellas sin saber qué decir.
     -Mirad: me parece genial que paséis tiempo con él si queréis, es vuestro amigo y lo respeto. Pero no pretendáis que yo lo haga también. Y menos así – les digo con cara de pocos amigos.
     Que hayan hecho eso a mis espaldas me molesta mucho. ¿Quiénes son para decidir si debo ver a Can o no? Soy yo la que debe decidirlo, es mi vida. Y no es justo que ellas decidan por mí.
     -Puede que haya estado mal hacerlo. Pero tú le quieres y él a ti – intenta justificarse Azra.
     -Aún así… verle o no es algo que tengo que decidir yo, no vosotros – les digo, refiriéndome a todos -. Y, volviendo al tema de su cumpleaños, no sé qué pinto yo allí cuando para el mío él estaba pasándolo en grande en Tailandia y yo estaba llorando metida en la cama porque se había ido – la voz me tiembla cuando hablo y me paso la lengua por los labios secos para humedecerlos un poco -. Divertíos en la fiesta… - me aclaro la garganta y me giro con la intención de volver a mi habitación, pero vuelvo a mirarlas una vez más -. Por cierto, mañana me voy a España una semana. Necesito pensar un poco.
     Las tres asienten con la mirada triste y culpable. Yo me giro de nuevo y empiezo a subir las escaleras hasta la planta superior para irme directamente a mi habitación y tirarme en la cama a llorar. Un rato después escucho la puerta de casa, lo que me indica que las chicas se han ido.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora