Can.
La veo sentarse en las rocas del puerto abrigada con un chaquetón gris oscuro y echarse a llorar como si soltar esas lágrimas fuera lo único que la calma.
Llevo desde el último día que nos vimos viniendo aquí cada mañana para verla salir con Sam de su casa y luego volver para irse al restaurante, y luego vuelvo a correr por aquí al anochecer y la veo llegar y sacar una vez más a Sam. Siempre sigue la misma rutina, supongo que porque es lo único que la mantiene relajada y centrada. Sé que parezco un puto acosador, pero necesito verla aunque sea unos minutos sin que me mire como si fuera el mayor hijo de puta de la historia. Aunque puede que lo sea, porque hasta yo mismo me lo considero ya.
Sin embargo, hoy se ha salido de su rutina y no ha ido al restaurante. Se ha quedado en casa y yo me he venido un rato al puerto a mirar el mar y pensar en cómo acercarme de nuevo a ella sin que acabemos a gritos. Sé que es normal que me eche en cara que me fui, pero eso no quita que duela como si me quemaran con ácido.
Ya he terminado de leer su primer cuaderno y he empezado el segundo. Voy por principios de junio y según me han contado los chicos, Faith salió del psiquiátrico a mediados de mes. Me gustaría decir que leer que me sigue queriendo me tranquiliza, pero no es verdad. Duele leer que me quiere y al mismo tiempo leer que quiere odiarme, que soy un capullo egoísta que le ha destrozado la vida. Pero voy a remediarlo. Pienso pasarme el resto de mis días compensándoselo.
Faith encoge las rodillas y se las rodea con los brazos para luego esconder la cabeza y dejarse llevar por el llanto. Yo estoy sentado en un banco a unos metros de ella, pero no me ha visto. Y es mejor así. Ahora mismo me encantaría abrazarla muy fuerte para consolarla y decirle que lo arreglaré, que voy a recuperarla. Sin embargo, sé que ahora mismo no es lo mejor. Necesita estar sola y descargar lo que siente.
¿Y si me acerco y le digo algo?
<<Ni se te ocurra. Tienes que darle su espacio>>, me ordena mi subconsciente. Tiene razón. Es mejor que me quede quieto.
Y eso hago, me quedo sentado en el banco, acariciando la inscripción de la pulsera con el nudo de amor verdadero que me regaló el día de mi cumpleaños, con el corazón roto por su llanto. No soporto verla llorar. Me mata verla sufrir tanto y más aún sabiendo que el culpable soy yo. Ahora mismo siento tanta impotencia y rabia conmigo mismo que me daría de hostias.
Cuando salía con Pembe y escuchaba a amigos que estaban locos de amor por sus novias (Enrico sin ir más lejos) decir que hacerlas llorar o sufrir dolía más que cualquier tortura, creía que exageraban, porque yo no estaba enamorado de Pembe. No obstante, he podido comprobar que es cierto con Faith. Lo hice cuando lloró al creer que Pembe y yo habíamos vuelto y también cuando casi se fue todo a la mierda por su pelea con ella. Pero os puedo asegurar que eso no puede compararse con lo que estoy sintiendo y he sentido desde que he vuelto a Estambul y la he visto llorar todas esas veces. Haría cualquier cosa por hacer que deje de llorar.
La gente pasea a nuestro alrededor como si fuera un día como cualquier otro, mientras que para mí no existe nada más que Faith. Y me quedo con ella, sintiendo su dolor como mío, observándola y amándola en la distancia, hasta que ya no puedo soportarlo más y me levanto sin hacer ningún ruido o movimiento que me delate.
<<Te quiero>>, es lo último que pienso antes de irme a casa.-¿Una fiesta por mi cumpleaños? – pregunto con la respiración agitada, agarrado a una barra, haciendo dominadas.
Mi hermano Engin se encuentra de pie a mi lado, mirándome. Ha venido a acompañarme al gimnasio, pero lleva desde que llegamos sin hacer nada. Bueno, al menos me hace compañía y me da algo de conversación.
-Sí, es perfecto. Celebramos tu cumpleaños y podrás hablar con Faith – me dice, sonriendo de oreja a oreja.
-No creo que sea una buena idea, Engin – me bajo de la barra y me seco el sudor de la frente con la manga de la camiseta.
-Sí que lo es, Can – insiste.
-No vendrá, Engin – me acerco a mi bolsa y saco mi botella.
La abro y le doy un buen sorbo al agua.
-Hablaré con Gamze para que entre ella y las chicas la convenzan – sigue insistiendo.
Suspiro y me paso las manos por el pelo recogido.
-Engin – empiezo -, me dijiste que Faith no ha pasado por casa desde que me fui. ¿Qué te hace pensar que vendrá? No lo hará – hablo en un tono bajo, triste, apagado.
-Ella te quiere, Can.
Me muerdo el labio inferior y clavo mis ojos en los suyos.
-Que me quiera no significa que vaya a venir, Engin. Está cabreada y muy dolida conmigo, y lo que menos le va a apetecer será venir a mi cumpleaños cuando yo estaba a miles de kilómetros para el suyo. ¿Lo entiendes? – mis ojos se iluminan al recordar lo triste y apático que estuve durante ese día. Fue el peor fin de año de toda mi existencia.
Mi hermano me mira con ojos comprensivos y se acerca para colocar sus manos en mis hombros y darme un apretón amistoso.
-Irá, te lo prometo como que soy tu hermano pequeño, Can – me mira a los ojos muy seguro de lo que dice.
<<Eso espero>>, pienso, queriendo creer en sus palabras.
El resto de la tarde lo pasamos practicando boxeo y defensa personal. Una vez abandonamos el gimnasio, volvemos a casa Cuando llego me meto en mi habitación para darme una ducha y luego me siento en la cama para seguir leyendo los cuadernos de Faith.
“24 de junio.
Hoy me voy a casa. Después de tres meses aquí dentro, hoy me iré a casa. No estoy bien, eso lo sé yo y lo sabe la doctora Lale, pero hoy me ha dado la opción de elegir entre quedarme aquí hasta que me recupere del todo, o irme a casa con la condición de ir tres veces a la semana a terapia con una psicóloga y seguir tomando las pastillas que me ha estado dando para dormir. Aún me cuesta un poco conciliar el sueño. Siempre lloro hasta que me quedo dormida y sigo teniendo algunas pesadillas. Sin embargo, la doctora Lale y el comité del hospital creen que estar rodeada de mi familia y mis seres queridos me vendrá bien para mi recuperación.
Ya no le veo allá donde mire, ni tampoco le oigo ni huelo su aroma. Y, aunque sigo deprimida y sé que nunca volveré a ser la misma, tengo asumido que él no volverá, que se ha ido para siempre. Pero sí sé que no podré volver a enamorarme jamás, que no habrá nadie que ocupe su lugar. Porque se lo dije a él un día, que para mí el amor sólo se presentaba una vez en la vida. Y también se lo dejé en esa pulsera que le regalé, que ya no sé si llevará: siempre será el único para mí. Y así será, por muy doloroso que sea.
Ahora solo me queda seguir adelante como pueda, por mí, por mi familia y por todos.”.
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VOLVER A TI (YSETE 2)
RomanceDespués de que el amor de su vida se fuera sin más, Faith queda sumida en un oscuro pozo al que no encuentra ninguna salida. Cuando sale del centro psiquiátrico en el que deben ingresarla por una fuerte depresión, se propone a sí misma recuperarse y...