CAPÍTULO 68

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Can.

-Bueno, Can – la doctora Aylin, la psicóloga de Faith, se sienta en su sillón -. Siéntate.
     Me coloco en el sillón enfrente de ella y la miro, atento. Es la primera vez que la veo. Tiene el pelo corto y negro, unas gafas de pasta fina y la piel muy blanca. Es una mujer atractiva y de apariencia agradable.
     -¿Cómo estás? – me pregunta, analizándome con la mirada.
     -Bien, muy bien. Pletórico de felicidad – respondo.
     -Faith también lo está – añade -. Está muy contenta y muy feliz con vuestra relación.
     -¿Está bien, verdad? – le pregunto, interesado y a la vez preocupado.
     Asiente.
     -Le he dado el alta – me informa -. Estoy orgullosa de ella. Ha pasado unos meses muy malos y a veces parecía que no iba a ser capaz de superarlo. Pero ha sido capaz de tomar sus propias decisiones y de tomar las riendas de su vida. Y se ha recuperado. ¿Cómo has estado tú? Me gustaría saber cómo lo has pasado.
     Respiro hondo y me miro las manos.
     -Fue horrible. Me fui creyendo que era lo mejor para ella y me di cuenta de que había cometido un error garrafal. Cuando volví ni siquiera sabía que había estado ingresada ni que estaba en tratamiento. Me sentí la peor persona del mundo, porque siempre he querido lo mejor para ella y fui consciente de que en vez de hacer algo bueno por ella le destrocé la vida – le comento, sintiendo un incómodo escalofrío por la espalda -. Y ella no quería saber nada de mí cuando me vio de nuevo. Me gritaba, lloraba…
     -Y eso te hacía sentirte peor – concluye ella. Asiento -. Pero no te rendiste.
     Niego con la cabeza.
     -No podía. Conocerla y enamorarme de ella me cambió la vida. Sólo me hizo falta mirarla un minuto para amarla. Es tan especial, tan… ella.
     Aylin sonríe.
     -Sí, es una chica muy especial. Créeme cuando te digo que muy pocas veces he visto a parejas que se miren y se quieran como vosotros, Can – dice -. Pero el amor a veces nos puede hacer realizar cosas que creemos que son correctas y nos acabamos equivocando. Y no por eso queremos menos a la otra persona. Simplemente es que no hay una buena comunicación. Por lo que Faith me ha dicho, estáis mucho mejor en ese sentido, pero debéis aprender a deciros lo que no os guste o lo que os moleste para evitar problemas. Es preferible discutir y arreglarlo a las dos horas que convertir el problema en un volcán que lo carbonice todo – me habla.
     Asiento, procesando sus palabras. Tiene razón. Todo se fue a la mierda porque yo no expresé mi malestar por su negativa a la propuesta de matrimonio. Si lo hubiera hecho, nada de lo que pasó hubiera ocurrido. Sin embargo, supongo que estos meses malos nos han fortalecido como pareja.
     Charlamos un poco más y me da algunos consejos para afrontar alguna situación difícil o discusión por la que pasemos, cosa que agradezco mucho, me da la enhorabuena por la boda de mi hermano y por lo bien que parece ir mi relación con Faith, y a los diez minutos, el timbre suena y cuando abrimos Faith está tras la puerta, masticando un trozo de donut.
     -Bueno, chicos, espero veros por ahí felices y contentos, y no por problemas – nos dice la doctora Aylin -. Y Faith, cualquier cosa que quieras hablar o lo que necesites, tan sólo tienes que llamarme, ¿de acuerdo? – mi ángel asiente -. Anda, dame un abrazo.
     Faith y Aylin se dan un gran abrazo y yo sonrío. Aylin me da dos besos en las mejillas como despedida y Faith y yo salimos por la puerta.

Los días van pasando y mi hermano manda fotos cada mañana. Van a tener hasta la suerte de celebrar San Valentín durante su luna de miel. Yo le tengo preparada una preciosa sorpresa a Faith que creo que le va a encantar. Hoy voy al gimnasio con Murat, Ahmet y Ömer a una hora temprana de la tarde para pasarnos la hora de zumba observando a las chicas. Es una gozada ver a Faith bailando y moviéndose con tanta sensualidad.
     -¿Tenéis idea de lo babosos que parecéis así? – nos pregunta Murat a mí y a Ömer, que estamos asomados a la clase, mientras él y Ahmet están apoyados en la pared.
     -Envidia, eso es lo que tienes – respondo, embobado en Faith.
     <<Qué bien baila, qué guapa es y qué todo>>, pienso, mirando cómo se mueve. <<Un día de estos tengo que pedirle que me baile así>>.
     -¿Habéis planeado algo para San Valentín? – pregunta Ahmet.
     -Yo voy a llevarme a Faith fuera el fin de semana. Volveremos el domingo – respondo sin quitarle los ojos de encima a mi novia -. Le tengo una sorpresa.
     -Yo voy a prepararle una cenita romántica a Damla – añade Ömer.
     La canción Con calma de Daddy Yankee llega a su fin y todas aplauden, agotadas por la intensa sesión de baile y ejercicio.
     -Muy bien, chicas, que paséis un buen fin de semana – habla la monitora por el micrófono.
     La clase se vacía en cuestión de segundos y las últimas en salir, como siempre, son nuestras chicas.
     -¿Otra vez aquí, mirones? – se burla Faith, bebiendo agua.
     -Mientras pueda, sí. Verte bailar es un lujo para la vista, cariño – le abrazo la cintura -. ¿Cansada?
     -Un poco. Zumba, restaurante, y el inventario de la tienda de mi madre provocan cansancio mortal – ríe.
     Le beso la frente y le rodeo los hombros con el brazo cuando empezamos a caminar hacia la salida del gimnasio.
     -¿Te llevo a casa? – le pregunto.
     Faith niega con la cabeza mientras se coloca la sudadera gris.
     -Me voy con las chicas y Ömer, no te preocupes. Pero hablamos por Skype después de cenar, ¿vale?
     -Vale – sonrío.
     Después le diré lo que haremos el fin de semana por San Valentín. Quiero decírselo cuando estemos solos y darle todos los detalles.
     -Luego hablamos. Te quiero – se pone de puntillas y me besa los labios.
     Yo le agarro las mejillas y alargo el contacto de nuestros labios durante unos veinte segundos más.
     -Separaos ya, lapas. Os vais a ver mañana seguro – se queja Murat.
     Bufo, separando mi boca de la de Faith.
     -Joder, tío, estás de un pesado… Cómprate un mono ya y déjanos vivir nuestro amor – le suelto en un tono molesto y a la vez bromista.
     -Está de un soso últimamente… ¿los ligues no te cuajan o qué? – le dice Faith.
     -Tiene envidia de que Engin esté en Tokio y él aquí trabajando – le sigue el rollo Azra.
     Murat les hace un corte de mangas que las hace reír.
     Después de despedirnos todos de nuevo, Faith se sube al coche de Ömer con él, Arza y Damla, yo me subo en el mío, y Murat y Ahmet en el de este último. La verdad es que Murat últimamente está super borde y muy raro. No sé qué le pasa, pero tampoco cuenta nada. Tendré que intentar sonsacarle algo.
     Conduzco hasta casa y cuando estoy aparcando, una llamada de mi hermano entra en mi móvil. Salgo del coche, bloqueo los seguros y contesto la llamada mientras me saco las llaves del bolsillo y abro la puerta de casa.
     -¿Qué tal por tierras japonesas? – contesto.
     -Muy bien, hermano – responde -. Súper feliz. ¿Y por allí?
     -Acabo de llegar del gimnasio – cierro la puerta con el pie cuando entro y dejo las llaves en el mueble de la entrada -. Me voy a dar una ducha y luego cenaré algo con papá. He quedado para hablar por Skype luego con Faith – le digo -. Por cierto, ¿cómo está Gamze?
     Le siento sonreír.
     -Pues está muy feliz e ilusionada aquí. Están siendo unos días increíbles. Cuando volvamos nos mudaremos a la casa de la finca que compró papá. A ver si con un poco de suerte en unos meses os mudáis Faith y tú – me dice.
     -Ojalá – sonrío.
     Mi padre está en el salón cuando llego y me pregunta con gestos si es mi hermano con quien hablo. Al verme asentir, se levanta del sofá y se acerca. Durante unos diez minutos más, hablamos sobre la luna de miel de mi hermano, de lo que están haciendo y de que volverán a Estambul en una semana. Colgamos cuando mi hermano nos dice que van a subir al metro y le deseamos un buen día y que le mande un saludo a su ya esposa. Yo le digo a mi padre que me voy a duchar y cuando lo hago y me visto, preparamos juntos la cena y luego me voy a mi habitación a revisar unas fotos y a esperar a que Faith me llame por Skype.

VOLVER A TI (YSETE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora