Faith.
Termino de emplatar la paella, los dos flamenquines rellenos de ropa vieja y champiñones, y el puchero andaluz que una mesa ha pedido y dos camareros se encargan de llevar. Yo me lavo las manos y me quito el delantal para salir de la cocina y sentarme con las chicas en la barra.
—¿Habéis decidido ya el día? —me pregunta Azra.
Le doy un sorbo a mi vaso de té. Hace tres días, Can fue a mi casa con su padre y su hermano para pedirles mi mano a mis padres. Fue precioso. Ahora llevo dos anillos en el dedo anular de la mano derecha. Y en poco menos de dos meses llevaré una alianza en la mano izquierda. No puedo esperar para ello.
—Lo hemos estado hablando y hemos pensando en que sea a finales de junio —contesto—. Para que dé tiempo a todo y haga buena temperatura.
—Oye, Faith, hemos estado hablando las tres... y queremos regalarte el vestido de novia —me dice Gamze un segundo después.
La miro con el ceño fruncido ¿Regalarme el vestido?
—¿Cómo? ¿Por qué? —pregunto.
—A mí me regalaste el banquete de la boda —añade.
—Y cuando nosotras nos casemos seguramente harás lo mismo —le sigue Azra.
—Y yo ya me he graduado en diseño. Puedo diseñar el vestido a tu gusto y entre las tres te lo regalamos —habla Damla. Cierto, una graduación preciosa, por cierto.
Suspiro.
—¿Sabéis cuánto cuesta hacer un vestido de novia a medida, chicas? —les pregunto—. No puedo dejar que me paguéis el vestido.
—Pues vamos a hacerlo —insiste Gamze—. Es un regalo, así que no te puedes negar.
—¡Claro que puedo! —exclamo.
—No seas cabezota. Déjanos regalarte el vestido.
Las tres empiezan a suplicarme haciendo muecas tristes y emitiendo sonidos, intentando darme pena y convencerme. La madre que las parió. ¡No puedo dejar que me regalen el vestido de novia! Tendrán que pagar las telas, la mano de obra, los complementos... Es demasiado.
Sin embargo, son tan insistentes, las veo tan emocionadas por hacerlo y me empiezo a agobiar tanto por sus chillidos y su cercanía apabullante, que termino diciendo:
—¡Vale, vale, me podéis regalar el vestido! —accedo, a punto de perder los nervios.
—¡Bien! —Aplauden emocionadas y satisfechas.
—¡Tengo un montón de ideas! —exclama Damla, pletórica—. Voy a ir a casa a hacer algunos bocetos. —Se levanta del taburete y se cuelga su enorme bolso rojo al hombro.
—Te acompañamos, así te echamos una mano con las ideas —dice Gamze—. Luego nos vemos, amiga.
Las tres me dan un abrazo como despedida y se disponen a salir del restaurante, encontrándose a Can, quien viene llegando.
—Adiós, Can —se despiden las tres de él a toda prisa.
—Adiós —dice él, frunciendo el ceño. Se quita las gafas y se gira hacia mí—. ¿Adónde van tan rápido?
Se acerca y se sienta en el taburete en el que estaba Gamze, deja las gafas sobre la barra y se inclina para darme un delicado beso en los labios como saludo.
—Quieren regalarme el vestido de novia. Damla lo va a diseñar y entre las tres quieren regalármelo. No me ha quedado más remedio que aceptar. Era eso o perder los tímpanos y los nervios —respondo después de corresponder a su beso.
Can sonríe ante mis palabras y me acaricia la mano.
—Es un gran regalo. Estarás preciosa. —Me da un beso en el dorso de la mano—. Pero diles que sea un vestido que se quite fácil, para no pasarme media hora desabrochándotelo, por favor. —Le doy un tortazo en el pectoral y él suelta una risa—. Tengo tantas ganas de que llegue el día ya —dice, volviendo a ese tono intenso, mirándome a los ojos con ese brillo tan especial.
El cosquilleo de mi estómago aumenta por la emoción y su mirada me perfora el alma. Me encanta que me mire de esa manera.
—Yo también —admito—. Los días pasarán volando mientras lo organizamos todo.
Cuando nos demos cuenta será el día y yo estaré subiéndome por las paredes de los nervios.
Can apoya el codo en la barra y se inclina para apoyar su frente contra la mía. Yo cierro los ojos disfrutando de su cercanía, de su aroma y de las caricias que me brinda en la mano.
—¡Casi se me olvida! —exclama, separándose de golpe y cargándose el momento.
<<Joder, qué susto>>, pienso con el corazón desbocado.
—¿Qué pasa? —le pregunto.
—Serdar me ha llamado. —Sonríe—. Dice que vendrá en tres semanas para cenar con su mujer y dos amigos que son críticos gastronómicos.
El pecho se me encoge y trago saliva. Y el estómago se me revuelve.
—¿Tr-tres... semanas? ¿Solo? —tartamudeo.
Me abanico un poco con la mano y me tiro de la sudadera. De repente me ha entrado mucho calor. Sólo tres semanas y uno de los chefs más importantes del país vendrá a mi restaurante a comer con dos importantes críticos. Dios mío.
Me quedo tan petrificada que casi no puedo hablar, y eso preocupa a Can, porque frunce el ceño y me agarra las manos, inquieto.
—¿Estás bien, mi amor? —me pregunta.
—Es que... van a venir aquí, a mi restaurante. —Respiro hondo—. ¿Y si no sale bien? —pregunto. Si algo falla y no les gusta la comida, será mi fin.
—Lo harás genial, Faith. Eres la mejor chef que conozco. Caerán rendidos a tus pies —me asegura.
—Lo dices porque me quieres, Can.
Niega con la cabeza.
—Lo digo porque es la verdad. No conozco a nadie que tenga tu poder de improvisación y de preparar platos en menos de diez minutos con lo primero que pilla en la cocina —dice—. Eres increíble. Serdar te lo dijo cuando te dio el taller. Y sé que los críticos también lo harán. Yo voy a estar contigo todo el tiempo, cariño. Nada saldrá mal, te lo prometo. Además, quedan tres semanas. Tienes tiempo de sobra para mentalizarte.
—No sé yo, eh. —Trago saliva de nuevo.
—Que síiii. —Me acaricia el pelo y esconde un mechón tras mi oreja—. Puedes hacer eso y todo lo que te propongas, Faith.
Le miro, enamorada hasta las trancas de él, y veo la seguridad y el amor en sus ojos. Y eso me hace sentirme más segura. Siempre que estoy con él siento que puedo hacerlo todo, que puedo enfrentarme a lo que sea si él está a mi lado.
Sonrío, agradecida al mundo por tener a Can en mi vida, y le acaricio la cara con cariño. Él sonríe también y besa una de mis manos para luego inclinarse y besarme la comisura de la boca con mimo.
—¿Qué te parece si comemos algo y luego vamos empezando a organizar nuestra boda? No quiero que nos dejemos estar y al final no esté todo a tiempo. Y ni de coña pienso esperar más días después del veintiocho de junio. Te lo aviso.
Río. Pero tiene razón. Tenemos mucho que organizar y no podemos dormirnos en los laureles.
—De acuerdo. ¿Te apetece un flamenquín? —le pregunto.
—Creí que nunca lo dirías. —Sonríe—. Venga, mueve ese culito tan bonito hasta la cocina.
Ambos nos levantamos de los taburetes y entramos en la cocina para preparar nuestro almuerzo, al mismo tiempo que le echo una mano a los cocineros con algunos platos. Luego nos sentamos en nuestra mesa habitual y almorzamos mientras hablamos de la boda.
Nos tomamos un par de tés y unas galletas que he preparado esta mañana mientras hablamos un poco de los invitados y de algún que otro preparativo sobre flores y demás, lo cual dice que deja en mis manos y que puedo elegir lo que quiera, que a él todo le parece perfecto, cosa que no sé si es bueno del todo o no.
Los chicos llegan casi a la hora de cenar en panda para pasar un rato juntos y nos interrumpen la conversación, pero no nos importa. Tenemos tiempo de sobra para terminar de organizarlo todo.
Yo preparo la cena con la ayuda de Ömer, Gamze y Can. Me dan la enhorabuena por la visita de los críticos al restaurante y nos preguntan qué hemos hablado de la boda y en qué pueden ayudar, a lo que contestamos que no hay nada demasiado claro aún y que si necesitamos ayuda se la pediremos sin dudarlo. Las chicas omiten el tema del vestido de novia.
Terminamos la noche comiendo tarta de zanahoria con nueces y chocolate blanco y haciendo inventario antes de cerrar el restaurante e irnos cada uno a nuestra casa.--------------------------------------------------------------
Hola, chiquis ✨Siento haber tardado tanto en actualizar, pero he estado un poco ocupada y no he podido hacerlo. Intentaré subir capítulos mas seguido para no teneros en ascuas.
Espero que estéis disfrutando de la historia y que os haya gustado el capítulo 🩷.
Besitossss.
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VOLVER A TI (YSETE 2)
RomansaDespués de que el amor de su vida se fuera sin más, Faith queda sumida en un oscuro pozo al que no encuentra ninguna salida. Cuando sale del centro psiquiátrico en el que deben ingresarla por una fuerte depresión, se propone a sí misma recuperarse y...